77. El diario de Alex Harper

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Esperamos a que llegara la pizza en el sofá. Era muy incómodo porque Will no estaba nada feliz con que papá estuviera ahí. Él por otra parte parecía contento. Era raro. Zac se veía evidentemente preocupado por eso.

— ¿Qué es lo que dijiste que te pasó en el brazo?— le preguntó papá a Zac.
— Me caí mientras limpiaba— dijo Zac—. De una silla.
— ¿Y sólo por eso te rompiste dos dedos?— dijo él.
— Creo que soy más frágil de lo que parezco— dijo Zac apenado.
— También más torpe— dijo papá.

Will lo fulminó con la mirada.

— Pero está bien— dijo Zac, probablemente para no darle tiempo a Will de hablar—. Estoy sanando perfectamente. En unos días ya no será necesario que use el cabestrillo.
— Me alegra escuchar eso— dijo papá—. Sobre todo porque te lo pusiste mal hoy.
— ¿De verdad?— dijo Zac—. Pero Jason me ayudó a acomodarlo en la mañana.
— Tal vez en el trayecto hacia aquí se movió un poco— dijo papá—. Te lo acomodaré...

Iba a acercarse cuando Will habló.

— No hace falta, lo haré yo— dijo mientras parecía muy serio.

Se acercó a Zac y le acomodó el cabestrillo lentamente. La tensión ahí era terrible. Zac tenía cara de querer salir corriendo. Yo también quería.
Entonces la puerta se abrió. Mamá entró. Nos observó. Dejó su bolso sobre el sofá más cercano.

— Buenas tardes— dijo Zac evidentemente incómodo.
— Buenas tardes— dijo mamá tan tranquila como siempre—, ¿Qué le pasó a tu brazo?
— Se cayó mientras limpiaba— dijo Will, no sonaba feliz para nada.
— Y se rompió dos dedos— dijo papá.
— ¿El cabestrillo es para darle soporte a la muñeca?— preguntó mamá mientras se acercaba.

Will seguía ajustándole eso. Mamá lo inspeccionó.

— Las férulas están correctamente puestas— dijo ella—. Por la forma puedo deducir que este es trabajo de Madeleine.
— Ella me atendió— dijo Zac sorprendido.
— ¿Y por qué no lo hiciste tú?— le preguntó mamá a Will—. El trabajo de Madeleine es bueno pero no perfecto. Tú pudiste hacerlo mejor.

Will parecía estar al borde de un ataque de enojo.

— ¿Qué tiene de malo lo que Madie hizo?— preguntó Zac—. A mí me parece que está bien.
— Lo está— dijo mamá—. Sin embargo ella hace las cosas muy al estilo de la doctora Callahan y en mi opinión no es muy atenta a los detalles...
— Ya no es la doctora Callahan— dijo Zac—. Es la doctora Hermes. Porque se casó con el padre de Madie.
— Cierto, lo olvidé— dijo mamá—. Se divorció. Qué lástima.
— A mí me parece que vive muy bien ahora— dijo Zac.
— Sigue siendo una pena que su primer matrimonio no funcionara. El profesor Callahan es un hombre brillante.
— No sabía que lo conocías— le dijo Will.
— No lo conozco pero he leído sus libros— le dijo ella.
— Que sea inteligente no significa que sea igualmente capaz con sus relaciones sociales— dijo Will.

Terminó de ponerle a Zac el cabestrillo. Mamá se acercó y acomodó un pliegue.

— Es cierto— dijo ella—. La gente inteligente también puede ser torpe.

Will ya debía haberla matado varias veces en su mente. En ese momento llamaron a la puerta. Mi hermano se acercó para abrir, cosa que me alivió demasiado porque las cosas ya estaban empezando a ir mal ahí.
Regresó con la pizza. Parecía menos estresado.

— ¿Pizza?— dijo mamá—, ¿Otra vez?
— ¿Qué?— dijo Zac.
— Alex cenó pizza ayer— dijo papá—. Hoy debía comer vegetales.
— Lamentablemente ya está aquí— dije—. Demasiado tarde.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora