164. El diario de James

44 10 17
                                    

En algún momento mientras pensaba en morir, me quedé inconsciente pero fueron sólo unos minutos porque cuando abrí los ojos, el sol ya se había ido pero aún no oscurecía del todo. Las estrellas brillaban bellamente, el cielo se veía muy despejado.
Me sentía tan confundido que no escuché nada inmediatamente, sólo un zumbido molesto inundaba mis pensamientos. Hasta que de repente una voz detuvo aquel sonido. Era de una mujer. Giré la cabeza para buscar de dónde provenía. A mi lado estaba una chica. La observé. No supe cómo o cuándo llegó pero me miraba mientras parecía preocupada.

— No te muevas— me dijo—, lastimarás tu brazo.

No pude decir nada y no hubo tiempo para eso porque sentí cómo me levantaron. Me encontraba sobre una camilla. No supe en qué momento sucedió todo eso. Imaginé que sí estuve muy perdido en mis pensamientos, tanto que ignoré todo a mi alrededor.
Aquella chica avanzó a mi lado, como si me custodiara. Yo no entendía nada así que mejor decidí mirar las estrellas en el cielo. Eran hermosas. Iba a contarlas cuando me metieron a un auto. En lugar de ver el cielo, miré el techo. Las personas ahí adentro hablaban pero no les puse atención. Sólo miré los pequeños cuadritos que formaban la tapicería de ese lugar. Eran muchos. Los conté para no tener que pensar en nada. Cuando terminé, volví a hacerlo. Así pasé mi tiempo ahí. De algún modo no parecía real.
En algún momento llegamos a algún sitio porque el auto se detuvo. Me sacaron rápidamente. Y corrieron. Todo a mi alrededor se movía muy rápido. Me pusieron sobre otra cama cuando entramos a un edificio. Olía a desinfectante. Y las luces eran cegadoras. Descubrí que era un hospital cuando una mujer de bata se acercó. Hizo muchas preguntas. No entendí nada. Lo único que sí pude ponerle atención fue cuando dijo que el paciente se desangró mucho por una herida de una bala que rozó su pierna. Imaginé que ese debía ser yo. Aunque me sentía bastante bien. Después aquella mujer se acercó con una inyección. Minutos después de que me la aplicara, todo se puso borroso.

Tuve un sueño. Uno en donde yo era el niño ingenuo de antes. Iba a la escuela y no conocía a Zac o a Laura. Estaba solo. Pero recordaba haberlos conocido. Los busqué pero nunca aparecieron. Me dolió mucho no verlos. Me sentía solo. En algún momento me puse a llorar mientras pensaba en por qué nadie me quería. En por qué nadie quería ser mi amigo. Entonces alguien dijo mi nombre. Abrí los ojos lentamente.

Lo primero que vi fue una habitación vacía. Y a mí mismo. Tenía algo conectado en mi mano. Debía ser una especie de intravenosa. Quería quitármela pero en ese instante una mujer de bata me lo impidió.

— No, no hagas eso— dijo con dulzura—, no deberías moverte. Podrías lastimarte.

La observé fijamente. Mi mente aún no podía pensar bien del todo así que no dije nada. Me sentía muy confundido. Eso no debía estar pasando, yo debería estar muerto. Recordaba que me sacaron de ese estacionamiento pero seguía pareciendo irreal. Era una zona de guerra, me costaba pensar que todo eso terminó.
Estaba preguntándome qué pasó cuando alguien entró a la habitación. Era un hombre enorme de barba y traje de policía.

— Le dije que esperara afuera— le dijo la doctora.
— No puedo hacer eso, debo interrogar al joven y usted lo sabe— dijo el hombre, se acercó más a mí—, hola James. Soy el jefe de policía de esta ciudad y...
— El paciente está en un terrible estado— dijo ella—, no hemos podido limpiarlo totalmente siquiera porque ustedes lo único en lo que piensan es en que hable.
— Usted no entiende lo importante que es que este chico hable— dijo el hombre—, él es la clave.

Me miró fijamente mientras parecía angustiado.

— ¿Te sientes mejor?— me preguntó él.
— ¿Cómo llegué aquí?— pregunté con la voz rasposa.
— Te encontraron los paramédicos— me dijo—, ¿No lo recuerdas?
— Recuerdo el cielo— dije—. Era hermoso.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now