12. El diario de Alex Harper

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Un fin de semana tomé todo el valor que tenía y le dije a Neil que estaba listo. Entonces viajamos hasta la clínica de mis padres. Me sentía tan nervioso que hasta me causaba ansiedad. Neil intentó tranquilizarme un poco pero yo tenía algo que era más efectivo: el recuerdo de cuando lo vi semi desnudo. Apareció en mi mente y todo se volvió muy agradable.

Llegamos. Bajé del auto. Lo miré.

— ¿Qué?— dijo.
— Pensé que irías conmigo.
— No creo ser de ayuda— dijo.
— Al menos acompáñame adentro. Me sentiré más seguro si sé que estás en algún lugar de este infierno.
— No puede ser tan malo— dijo.
— Sólo hazlo. Por favor.

Aceptó. Así fue como ambos terminamos en la recepción.

— Qué lugar tan bonito— dijo Neil feliz—. Es pequeño pero bonito.
— Es la entrada al purgatorio— dije con rencor.

La recepcionista se acercó a mí.

— ¿Puedo ayudarle en algo?— dijo.
— Sí, quiero ver a satanás— dije.
— Alex— me reprendió Neil.

Suspiré.

— Quiero ver a la doctora Harper— dije—. O al doctor Harper. El que encuentre primero.
— ¿Tiene cita?— dijo ella.
— No— dije como si fuera obvio.
— Los doctores Harper no atienden a nadie a menos que tengan una cita.
— Estoy seguro de que no necesito una cita para ver a mis padres— dije molesto.

Ella me observó fijamente. No parecía saber qué hacer.

— Pasaré a buscar a mamá y papá— dije—. Si se enojan contigo sólo cúlpame a mí. Les encanta gritarme así que está bien.

No esperé que me diera permiso. Me pasé de largo por el pasillo. El guardia que estaba ahí no dijo nada. Caminé un poco en silencio. Me sentía bastante agobiado.

— Este lugar es genial— dijo Neil.

Hasta salté de la impresión. No sabía que me había seguido.

— ¿Qué haces aquí? Debías quedarte en la recepción— dije.
— Pensé que querías que te siguiera... ¿Ese es el departamento de psiquiatría? ¿Puedo ir a verlo?
— Estás aquí como mi apoyo moral, no para dar un tour.
— ¡Por favor, será rápido!
— Bien, pero no te vayas de esta zona. Porque si algo pasa nos iremos rápidamente.
— De acuerdo— dijo y se fue.

Comencé a preguntarme si tendría problemas por andar solo en lugares donde no cualquiera podría entrar. Imaginé que se las arreglaría, era un doctor después de todo.

Me fui por el pasillo. Entonces me encontré con una enfermera. Le pregunté por mamá o papá. Dijo que no sabía de mi madre pero sí de mi padre. Estaba en el primer piso del edificio, que de hecho se encontraba bajo tierra. Busqué el ascensor. Bajé hasta ahí. Salí al pasillo. Ese lugar parecía sacado de una película de terror de hospitales forenses.
El silencio era abrumador pero no para mí. Caminé fácilmente por ese lugar. Habían muchos cadáveres en camillas dentro de las habitaciones. Me encontré con una mujer cuya bata estaba muy manchada de sangre. Me miró sorprendida.

— ¿Dónde está el doctor Harper?— dije.
— Niñito, no deberías estar aquí. ¿Te perdiste?— dijo.
— Repetiré mi pregunta. ¿Podría decirme dónde está mi padre, el doctor Harper?

Me señaló una habitación. Le sonreí con hipocresía. Me dirigí ahí. Entré. Papá estaba rodeado de personas. Se giraron para verme.

— Alexander, hola— dijo él con una sonrisa.
— Quiero que todos se larguen— dije enojado.

Las personas de ahí me observaron.

— ¡Ahora!— dije furioso.

Se fueron corriendo rápidamente. Papá me observó.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now