90. El diario de Laura (y miles de estrellas)

35 11 31
                                    

El consejo de Jimi había funcionado aunque yo no lo puse en práctica hasta después de la final de la olimpiada. Con todos los representantes de los grupos ayudándome, tenía mucho tiempo libre y por fin pude respirar un poco. Ser líder del consejo era difícil. Sin embargo con la ayuda ya era muy poco le que debía hacer. Al principio me sentía mal porque no quería molestar a nadie pidiéndoles ayuda pero a nadie le importó tener que hacer lo que les pedí. Lo hicieron con gusto. Hasta me sentí tonta. Pude hacer eso desde el inicio de clases pero sinceramente no sabía si funcionaría. Obviamente sí, era idea de James y él era un genio, si lograba evadir los castigos en la escuela evidentemente sus ideas eran buenas.
Aproveché mi tiempo para estudiar hasta el final de la olimpiada. Jamás podría olvidar ese momento. Me sentí muy apoyada por todos. Además de ayudarme a estudiar mucho, fueron a verme. Hasta James estuvo ahí cosa que ya era todo un acontecimiento porque siempre estaba ocupado haciendo cosas con sus amigos atractivos y musculosos.
Gané y aún no lo podía asimilar por completo. Se sentía como un sueño. Días después seguía emocionándome mucho. Todos me felicitaban. Aunque para mí lo más importante era el reconocimiento de mis padres y amigos. Papá le hablaba de mí a todo el mundo. Y Zac me había horneado una tarta. Pero lo más importante era que Jason dijo que deberíamos hacer algo juntos para festejar. Me dio un pequeño ataque cardíaco después de escuchar eso.

— Eh... claro. Sería lindo— le dije pretendiendo que no se me había detenido el corazón.
— Entonces hay que reunirnos un día— dijo y se fue como si nada.

Probablemente no sabía lo locamente enamorada que estaba yo de él. Porque sí, para ese entonces sólo necesitaba que se acercara un poco para sentir que se me iba a salir el corazón. Trataba de fingir que no era así pero cada vez se volvía más difícil. No quería que me descubriera porque estaba muy segura de que me rechazaría. Era universitario, obviamente no se fijaría en alguien como yo. Teniendo a todas esas chicas hermosas que iban a verlo jugar basquetbol sin duda yo debía ser lo último que se le pasara por la mente cuando pensara en la palabra "novia”. Además no sólo era su amiga, también fui su vecina casi toda mi vida. Me vio ser patética muchas veces, me vio llorar cuando Zac rompió mi corazón y sin duda sabía mejor que nadie todos mis defectos. Es más, simplemente era un milagro que siguiera siendo mi amigo. Porque había hecho tantas cosas vergonzosas enfrente de él que seguramente hasta sentía pena por mí. No, Jason no era ese tipo de persona. Él era amable y muy maduro. Del tipo de persona que definitivamente no saldría nunca con una chica como yo. Quizá simplemente aceptó hacer algo conmigo para festejar por mí porque me veía como su hermana menor. Sin embargo aunque yo ya había pensando que esa era una posibilidad, acepté de todas formas. Él me gustaba tanto que aprovechaba cualquier oportunidad para estar a su lado. Así de patética me había vuelto.

Llegué a su departamento una tarde. Quería ponerme una falda para verme más femenina pero febrero estaba resultando un mes bastante frío así que no lo hice. Le había pedido permiso a mis padres para quedarme ese día con Madie. Regresaría al día siguiente que era sábado. Ya afuera del lugar, me sentía muy nerviosa. Peiné mi cabello con los dedos. Noté que me había crecido bastante. Quizá debía cortarlo. Lo que me hizo recordar que debía tratar de obligar a James a cortarse el cabello. No lo lograría, él siempre encontraba una manera para salirse con la suya. Estaba pensando en eso cuando alguien me habló. Hasta salté del susto. Era Zac.

— ¿Te asusté? Lo siento— dijo.

Brillaba demasiado. Zac se había vuelto la versión 2.0 de Evan. Se veía tan bien, tan feliz y tan atractivo que con su sola sonrisa iluminaba todo el lugar. No sabía cómo logró eso pero sin duda yo quería saber el secreto. Quizá ya lo sabía: el amor. Así debía verse alguien que amaba y era correspondido.

— No, estoy bien— dije, miré que cargaba con muchas bolsas—, ¿Fuiste de compras?
— Sí, necesitaba unas cosas— dijo—, ¿Qué hacías ahí? Debías entrar. Jason está adentro.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now