48. El diario de James (y el poder de Clint)

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Que Clint me abrazara era mejor a que me golpeara. Aunque sí me merecía sus golpes. Pero él no lo haría porque estaba tratando de recuperarme. Porque fácilmente podría obligarme a obedecerlo y yo debía hacerlo pero no, eso no es lo que planeaba hacer conmigo. Quería que yo quisiera estar a su lado por mi propia voluntad, casi podía jurar que ese era su propósito. Era un sujeto orgulloso. Cada día me intrigaba más. Era todo un misterio. Quizá no me había preocupado por conocerlo al principio porque de verdad lo detestaba, pero en ese momento me daba mucha curiosidad saber por qué hacía ciertas cosas.

Era poderoso como yo no tenía idea. Todos le temían. Seguramente había matado a personas antes fácilmente sin detenerse a pensarlo mucho, los respetaban incluso sus socios mayores... pero ahí estaba, abrazándome suavemente. ¿Qué era yo para él? Imaginé que esa pregunta debía ser muy compleja. Pero no me interesaba. Lo tenía donde quería, intentando recuperarme. No porque yo fuera especial o me amara, tampoco era tan estúpido como para creer algo así. Él estaba totalmente obsesionado conmigo. No iba a dejarme ir nunca, todo de mí lo atraía. Principalmente mi fragilidad. Clint, que siempre estaba rodeado de gente fuerte y poderosa, me encontró a mí que parecía tan indefenso, tan tierno y puro, tan inocente y tonto. Tan bello. Él me creía la persona más bella del mundo. Así me hacía sentir cuando teníamos sexo. No me lastimaba o era brusco conmigo. Lo hacía lentamente, lo disfrutaba de verdad. Si tenía tiempo se tomaba largos momentos para acariciarme. Para besar mis labios. Me deseaba completamente. Por eso la idea de que alguien más me tuviera lo volvía loco.
Ahí estaba por esa misma razón: los rumores sobre mí y Gigi debieron enojarlo tanto que no pudo esperar.

Suspiré. Por mi plan estaba dispuesto a todo pero no podía evitar sentir un nudo en mi garganta al saber que otra vez regresaría a su lado. Esos días sin él fueron como un respiro. Un rápido parpadeo. Acabaron muy pronto. Aunque fui libre al menos por un tiempo. Era mejor que nada.

— ¿Qué quieres de mí?— le pregunté en un susurro.
— Todo— dijo.
— ¿Acaso no te he dado todo ya?

Nos separamos. Me miró. Mis ojos estaban un poco nublados por las lágrimas.

— No es suficiente— dijo.

Luego se acercó a la puerta. Antes de salir me miró una última vez.
Se fue y yo pude volver a respirar tranquilo. Me sentía mentalmente cansado.
Regresé a mi grupo hasta la ahora de la salida. No tenía ganas de ver a nadie. Stefan me esperaba ahí. Recogí mis cosas. Iba a irme cuando Stefan me dijo que Clint le comentó que yo iría con ellos a la fábrica en ese momento. Nos esperaban afuera.

— Piensa que lo perdoné tan fácilmente, qué arrogante— dije—. Además no se disculpó siquiera.
— ¿Ya hablaste con él?
— No, sabes que Clint no habla con nadie— dije—. Él sólo hace lo que quiere. Bien, iré. No me queda otra alternativa.

Caminé hasta la puerta. Era como si fuera un condenado a muerte dirigiéndose a la habitación donde estaba la silla eléctrica. Una parte de mí estaba tan asustada que hasta caminar era difícil. Otra tenía tanto coraje atrapado adentro que anhelaba poder vengarse. Y esa ira le ganó al miedo. Llegué al auto. Todos me miraron. No escondí mi tristeza sobre eso. Sólo me quedé en silencio mirando el asiento del auto como si fuera una prisión. Stefan me abrió la puerta. Subí. La cerró también. Él entró y nos fuimos. No miré a Clint ninguna vez. Me dediqué a observar el camino. Necesitaría más polvo blanco para soportar todo eso. Para aguantar hasta el día de mi venganza. De otra forma no lo lograría.

Llegamos. Las puertas se abrieron para dejarnos pasar. Ya adentro, bajamos y Clint les dijo a todos lo que debían hacer. Luego se fue con Rocky. Él me miró con tristeza antes de irse. Bran se acercó.

— Lo siento— me dijo y se fue.

Jack suspiró. Revolvió mis cabellos.

— Todo estará bien, ya lo verás— me dijo.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now