38. El diario de Alex Harper

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Llegué a casa rápidamente. Tomé un baño y me practiqué un enema (por si acaso, era mejor estar listo por si las cosas se ponían deliciosas), salí, sequé mi cabello, busqué ropa para ponerme, después comí una rebanada de pizza fría que encontré y le envié un mensaje a Neil preguntándole dónde estaba. Respondió:

“Estoy por salir para ir a tu casa. Espérame ahí”

No pude evitar sonreír. Entonces me llegó un mensaje de mi profesora.

“Recuerda que tendremos una práctica especial hoy”

Entré en pánico. Lo había olvidado por completo. Me tranquilicé y pensé en todo: a Neil le llevaría tres horas llegar hasta mi casa. En ese tiempo podía perfectamente ir a mis lecciones y regresar.
Busqué mis cosas, me alisté y salí disparado. Cuando entré en el salón, la profesora me miraba enojada.

— Tienes cinco minutos de retraso— dijo.
— Sólo son cinco minutos, es muy poco— dije—. Al menos que en Rusia el tiempo funcione diferente.

A ella eso no le pareció divertido. Pero lo que sí le gustó fue la manera en la que hice mis movimientos. No había nadie más ahí porque todos tendríamos momentos para tener una sesión privada. Terminé sudado, cansado y preocupado por la hora.

— Bien, es todo— dijo—. Se ve que has estado practicando mucho.
— Acomodé una habitación de mi casa para que fuera perfecta para practicar. Aunque hacer eso fue costoso.
— El ballet requiere tiempo y también dinero, no es un secreto. Debes sacrificar todo, aún si no llegas a nada. Debes desear con tu alma ser profesional para poder lograrlo y estar dispuesto a todo. Algunos no pueden por falta de recursos. Deberías pensar en eso. Te recomiendo usar la carita que tienes para conseguir un patrocinador. Aunque por tus zapatillas costosas deduzco que ya lo tienes.
— ¿Esto? Me las regaló... mi novio— dije, me sorprendí a mí mismo al decir eso porque no era una mentira del todo.
— Un novio que conoce y tiene buen gusto— dijo ella.
— No realmente, él no sabe nada pero su asistente sí.
— ¿Asistente?
— Él es importante— dije.

Ella me miró con interés.

— Entonces aférrate a él como yo lo hice con mi esposo. Así pude enfocarme en volverme la prima ballerina de mi compañía de ballet sin preocuparme por nada. Porque sinceramente el mundo no es un lugar muy justo para los bailarines.
— No me desanime porque apenas estoy empezando.
— Sospecho que si sigues aquí es porque eres más perseverante de lo que pareces— dijo—. No creo que nada pueda desanimar a una persona como tú que tiene su propia habitación para practicar.
— Eso es cierto. Me siento muy animado últimamente. No me rendiré.
— Entonces quiero ver ese ánimo en la próxima clase. Ahora vete, mi clase junior vendrá a practicar.

Tomé mis cosas. Aún no me cambiaba cuando llegaron varios niñitos. Entre ellos estaba Lía, la niñita que conocí la primera vez que estuve ahí. Me miró sorprendida.

— ¿Tú que haces aquí?— dijo.
— Practicaba— dije—. Obviamente.
— ¿Tú solito?
— Estoy en una clase avanzada— dije.
— Yo también— dijo ella con presunción.
— Pues la mía es privada. Y entrenaré tanto que ganaré la oportunidad de hacer una audición para la academia de la profesora.

Me miró maravillada.

— Pero creí que eso sólo lo hacían los mejores— dijo.
— Así de bueno soy— dije feliz.

La maestra se acercó.

— Alex, creí que ya te ibas— me dijo.
— Profesora, ¿Es cierto que él tratará de ganarse una audición?— le preguntó Lía.
— Así es— dijo la profesora—. Aunque te parezca débil y torpe, Alex tiene mucho talento.
— ¿Débil? ¿Torpe?— dije.
— ¿Yo podré hacer eso algún día?— dijo la niña.
— Por supuesto— dije—. Si alguien débil y torpe como yo puede seguro tú lo conseguirás.
— ¡Es cierto, voy a hacerlo!— eijo ella feliz y se acercó a la barra de entrenamiento.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now