88. El diario de Zac (y la tarta)

39 13 25
                                    

Me quedé esperando unos minutos. Suspiré. Decidí que lo mejor era ver si seguía ocupado. Regresé al lugar donde lo vi. Will seguía ahí pero también ese doctor. Al verme se acercó.

— El paciente pronto estará listo— dijo él—, por favor espere donde le pedí.
— ¿Paciente? No, no estoy esperando a ningún paciente— dije—. En realidad quería hablar con el doctor Harper un momento.
— ¿Con el doctor Harper? Debió decirme eso desde el principio. ¿Es algo urgente?
— No pero sin usted tuviera un bebé en los brazos apuesto a que no le gustaría esperar.
— Comprendo— dijo.

Se fue con Will. No quería ser malo pero es que ya estaba comenzando a desesperarme. Will observó a donde yo estaba. Parecía sorprendido. Se acercó rápidamente.

— Hola— le dije, miré al bebé—, saluda a Will.

Tomé su manita y la moví por él. Will nos observó confundido.

— ¿Quién es él?— preguntó.
— Nuestro hijo— dije.

Me miró asustado.

— ¿Y eso cuándo pasó?— dijo alterado.
— Es broma, obviamente no es mi hijo. Aunque podría. Yo le agrado mucho.
— ¿Entonces de quién es?
— Lo estoy cuidado. Su madre está ocupada y la doctora Hermes me pidió que lo tuviera hasta entonces. ¿No es lindo?
— Sí pero no deberías tenerlo. Tus dedos todavía no sanan.
— No es ningún problema. Es bastante ligero. Además míralo, es un buen niño. También da unos consejos estupendos. Tuvimos un incidente en el área de pediatría pero todo está bien, Madie nos ayudó.
— ¿Qué? ¿Cuál incidente?
— Al parecer es normal que un bebé vomite si no lo ponen verticalmente después de comer— dije—. Es malo para su digestión. Yo no lo sabía. Qué bueno que no es mi bebé porque si no estaría en muchos problemas. ¿Quieres cargarlo?

Me observó. Definitivamente no quería.

— Es sólo que quiero descansar mis brazos un poco— dije.
— Eh... de acuerdo— dijo.

Se lo di. Lo abrazó. No era mentira, de verdad me sentía un poco adolorido. Definitivamente no estaba acostumbrado a eso.

— En realidad sólo quería verte y por eso vine— le dije—, pero luego ocurrió otra cosa...
— ¿Pasó algo?
— Sí pero no te va a gustar. Aún así lo diré porque no quiero ocultarte nada. Tu madre me llamó.
— ¿Qué? ¿Mi madre?— dijo sorprendido.
— Sí, ella. Dice que encontró más cosas tuyas y que debes ir a traerlas.
— Puede quedárselas. Lo último que quiero es verla.
— Lo sé. Y no me gusta. Las cosas no pueden seguir así.
— ¿Quieres que hablemos de esto aquí?
— Sí, eso quiero.
— No podemos. No enfrente del bebé— dijo.
— Él ya lo sabe— dije mientras se lo quitaba y lo abrazaba—, escuchó mi conversación con tu madre.
— Qué bueno que no sabe hablar.
— Sí puede— dije—. A su manera. Pero ese no es el punto. Yo creo que de verdad debemos hacer algo al respecto.
— ¿Sobre mamá? No puedo mandarla a matar, es malo además de ilegal.
— Me refiero a que debes hablar con ella.
— Pensé que quedamos que no hablaríamos sobre nuestros padres— dijo.
— Lo sé y parecía una buena idea en ese momento pero no lo es. No podemos estar enojados con ellos siempre. No estoy diciendo que debes volverte amigo de tu madre, simplemente creo que deberían al menos llegar a algún acuerdo para que no traten de matarse la próxima vez que se vean. Porque es obvio que los veremos mucho. Son tus padres. Y es posible tener una relación fraterna, Alex dijo que lo logró y gracias a eso ya no se pelea con ellos. Debemos intentarlo al menos.

Me miró angustiado.

— Sabes que en algún momento debe pasar— dije—. Sería bueno para ti y también para mí. Quiero al menos poder saludarlos cuando los vea sin sentir que algo malo va a pasar. Además así dejarán de herir a gente como la vez pasada que lastimaron a Alex por su pelea. Sé que podemos llegar a un trato como adultos. Yo me encargaré de eso. Podríamos reunirnos un día y tratar de hablar. Sé que no arreglarían sus diferencias pero sí podrían al menos llegar a un convenio de paz.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now