81. El diario de James

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Una tarde llegó un paquete a mi casa. Mi mamá y papá no estaban pero sí Bran. Lo llevé a mi habitación para que lo abriéramos juntos puesto que era para mí. Era una cadenita dorada con un dije con forma de "J". Tenía piedritas muy brillantes. Bran lo analizó.

- Son diamantes- dijo él-. Lo dorado es oro.
- ¿Qué?- dije sorprendido.
- ¿Te ayudo a ponértela?
- No, no sé quién la envió.
- Alguien con dinero, obviamente- dijo.
- Es demasiado- dije-. También sospechoso.
- Pero es bonita. Se verá increíble en ti. Deja que te ayude a ponértela. Al menos para ver cómo luce.

Lo dejé. Después me acerqué a un espejo cercano. Se veía muy bien. Bastante.

- De acuerdo, el que me la envió tiene buen gusto- dije.
- Definitivamente- dijo Bran-, ¿Crees que sea Gerald? Ya te ha regalado diamantes antes.
- Quizá. Espero que no. Eso no le gustará a Clint.
- Pero no dijo nada sobre el pendiente.
- Lo sé y aún me asusta- dije-. Siento que en algún momento va a enojarse por eso.
- Te preocupas demasiado. Mejor ven a disfrutar esto conmigo- dijo mientras me mostraba una pequeña bolsita con polvito que sacó de su bolsillo.

No sabía dónde conseguía su mercancía pero era increíble. Por un momento todo era diversión y felicidad. Hasta que el efecto desaparecía y sólo me quedaba un horrible dolor de cabeza.
Me desperté de mi viaje en la noche. Me sentía muy desorientado. Revisé mi teléfono. Eran casi las 8:00 pm. Mis padres no estaban porque fueron a quedarse con la abuela. Bran estaba en mi cama dormido. Iba a decirle que despertara cuando mi teléfono comenzó a sonar. Era Clint. Entré en pánico y lo tomé torpemente. Contesté.

- Hola- dije pretendiendo ser mi versión tierna e inocente.
- ¿Te llegó mi regalo?

Entonces era de él. Tenía sentido.

- Hoy en la tarde- dije pretendiendo ser feliz-. Me encantó.
- ¿De verdad?
- Ojalá pudieras verlo. Bran dijo que se ve muy bien en mí.
- Estoy seguro de que así es. Pero creo que cualquier cosa se vería espectacular en ti.

Eso me erizó la piel pero no supe por qué. Probablemente era por miedo.

- Ojalá estuvieras aquí- mentí.
- Yo también lo deseo- dijo-. No hay cosa que quiera más. Pero... todavía hay mucho por hacer... ¿Has tenido algún problema? Iba a llamarte ayer pero no pude.
- Aquí todo está bien- dije-. Yo lo estoy... aunque te extraño. ¿Cuándo crees que volverás?
- Realmente no lo sé. Jack piensa que esto tomará unos días más.
- Entiendo- dije triste.
- Tal vez tú podrías venir a visitarme.
- ¿Puedo?- dije sorprendido.
- Podrías quedarte un fin de semana.
- Me encantaría- dije feliz.
- Entonces le diré a Jack para se encargue de todo.
- ¡Qué bien!- dije muy contento.
- También tengo ganas de verte. Pero demasiadas. Nos vemos.

Terminó la llamada. No dejó que me despidiera siquiera. Pero sí soltó ese comentario siniestro sobre lo mucho que quería verme. Al menos si eso pasaba podría ver a los demás.
Conecté mi teléfono en la corriente de luz y luego me acerqué a Bran. El lugar estaba oscuro pero la luz se filtraba por la ventana.

- Bran, despierta- dije mientras lo movía-. Ya es tarde. No hemos comido nada en todo el día... te cocinaré algo si quieres... ¡Bran!

Él se levantó de golpe. Me miró mientras parecía totalmente perdido.

- Qué brillante- dijo mientras tomaba entre sus dedos el dije con forma de "J" porque resplandecía por la luz-. Charly tenía uno igual. Pero con la "C". Una vez cuando se peleó con Clint, se lo quitó y se lo arrojó. Fue muy divertido...

Luego se dejó caer en la cama y se acomodó. Me acosté a su lado. Al parecer no cenaríamos ese día. Lo abracé. Pensé en lo que dijo. Era muy interesante. Bran hablaba de más cuando estaba muy desorientado. Probablemente no recordaría nada de lo que dijo al día siguiente.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now