172. El diario de Alex Harper

37 11 25
                                    

En esa mañana, el estrés en la cara de Zac era totalmente visible. Pero se controló muy bien. Sin embargo eso de nada funcionó cuando por fin pudimos pasar a ver a Jimi. El abogado dijo que podíamos y a mí me pareció curioso porque Neil dijo que no quería vernos. Pero todos se pusieron muy felices y ver así a Zac me alegró mucho. Hasta que ya adentro todo se volvió un caos. Una pesadilla, mejor dicho.
Jimi entró en una crisis. No entendí bien por qué pero aparentemente fue porque le comunicaron una mala noticia. Se veía enojado. Daba miedo. Neil nos sugirió salir afortunadamente porque la cara de Zac estaba muy pálida. Una vez afuera, no nos fuimos rápidamente porque Zac no quería abandonarlo. Entonces escuchamos que cosas se rompían. Eso y los gritos de Jimi inundaron el ambiente. Todos en el pasillo se quedaron en silencio. La doctora Hermes junto a una enfermera entraron rápidamente.

— Hay que ir a sentarnos— dijo Jason y tomó a Zac del brazo para guiarlo lejos de ahí.

Laura lo siguió y por la cara que tenía, quería ponerse a llorar. Pero no lo hizo. Probablemente porque quería ser fuerte por Zac. Debió tragarse sus sentimientos como yo. Sentía un nudo en la garganta. Aún así me acerqué a Wallace.

— Hola— dije.
— ¿Estás bien?— me preguntó.
— He tenido días mejores— dije—. Creo que no te he agradecido por venir. No tenías que hacerlo. Sé que estás ocupado pero... gracias por ayudarme.
— Sinceramente vine porque no parecía un caso complejo— dijo con su voz profunda.
— Pero sí lo es— dije.
— Llegaré a un acuerdo con la fiscal. Aunque no creo que sea del todo bueno para tu amigo. Haré lo que pueda.
— Te lo agradezco de verdad— dije.

Me miró fijamente con sus ojos azules.

— Deberías tomarte un descanso— dijo—. No te ves muy bien.

Después simplemente se giró y se acercó a la fiscal. Los observé irse por el pasillo.
Entonces sonó mi teléfono. Era el señor Benette.

— ¿Hola?— dije confundido.
— ¿Cómo está tomando Zac toda esa situación?— dijo.
— ¿Usted sabe lo que está pasando?— dije.
— Soy el alcalde y tengo policías por toda la ciudad revisando hasta por las alcantarillas, obviamente sé lo que pasa— dijo—. Y el epicentro de todas esas investigaciones es Jimi, el amigo de Zac. Así que dime que lo está tomando bien.

Suspiré.

— No, la verdad es que no— admití.
— Lo sabía— dijo él.

Entonces sentí que debía ser honesto.

— Es que... hay algo que no le han contado— dije—. Zac estuvo en el hospital hace unos días.
— ¿Qué? ¿Por qué?
— Se ha estado alimentando mal por los últimos meses y... eso le ocasionó problemas. Pero ya está en tratamiento... aunque lo ha vomitado desde ayer.

Él se quedó en silencio unos segundos.

— ¿Vomita todo?— dijo.
— Hoy ya no. Al menos no hasta ahora— dije—. Neil dice que hace eso por estrés y ansiedad.
— Tiene sentido. Lo de su amigo Jimi debió dejarlo muy mal. Yo aún no lo entiendo del todo. Pero estoy haciendo lo más que puedo para ayudar, ¿Dónde estás tú?
— En el hospital— dije—. Zac está aquí también.
— ¿Aún cuando no se siente bien?
— Se ve mejor que ayer— dije—. Hasta ahora. Jimi tuvo una crisis, lo vimos y... admito que está siendo difícil para nosotros manejar todo eso.
— Zac no debería ver ese tipo de cosas.
— Pero no quiere ir a casa. Lo entiendo pero... tampoco creo que sea lo mejor para él.
— Envíalo a casa con su madre. O con Neil.
— Neil está aquí. Le ha dado apoyo psicológico a Jimi desde ayer.
— Pues Zac mucho menos va a irse. Ojalá pudiera estar ahí. Sé qué hacer cuando le da ansiedad.
— Neil dice que...
— Neil debería estar cuidando a su hijo en lugar de preocuparse más por otro chico.
— Jimi está en una situación tan grave que necesita mucho de alguien como Neil— dije.
— ¿Y no crees que Zac lo necesita también?
— Sí pero Neil no puede estar en dos lugares a la vez.
— ¿Y qué hay de tu hermano?
— Will tiene responsabilidades— dije—. Pero se reunirá con Zac cuando tenga tiempo...
— Entonces yo cuidaré de él. Apuesto a que puedes traerlo aquí. Si está muy triste me necesita. Sólo yo sé qué hacer. Convéncelo.
— Estoy cuidando a Zac. Y él no va a querer ir con usted.
— En este momento podría querer— dijo—. Él amaba a Jimi, eran amigos, esto debió devastarlo. Si está muy triste seguramente me necesita más que a nadie.
— Lo cuidaremos bien— dije.
— Neil y tu hermano no están haciendo un buen trabajo, no son buenos para Zac así que él debería aprovechar para volver a mi lado.
— Los dos están muy ocupados ayudando gente y Zac lo sabe. Él no es un niño pequeño que no pueda entender ese tipo de cosas o que necesite de alguien para...
— Apuesto a que debe estar muy asustado.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now