193. El diario de James (y el torneo escolar)

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— Te llevaré a casa— me dijo Lucille.
— Tengo mi auto— dije.
— ¿Te lo devolvieron?— me dijo ella.
— Estaba a mi nombre así que se consideró una pertenencia personal y me lo regresaron— dije.
— Qué bien— dijo ella.
— Entonces llévame a casa por favor— me dijo Alex.
— Claro— dije, miré a Gigi—, ¿Quieres que te lleve?
— Mi mamá te demandaría si te ve— dijo ella—. Aunque a mí me gustaría ir contigo. En realidad quiero hablarte. Hay mucho que no sé.

La miré. Alex y Lucille dijeron que nos darían un espacio. Se alejaron. Gigi me miró un tanto angustiada.

— No me contaron mucho de lo que te pasó— dijo ella—. Así que sé muy pocas cosas pero... de verdad lo lamento.
— Yo más— dije—. Debes sentir que te usé y...
— Sí me usaste— dijo ella—. Y admito que aún ahora me molesta mucho. Lloré cuando lo supe. Pensé que si no podía ser tu novia al menos sí debía ser tu amiga pero resulta que simplemente fui la persona con la que engañabas a tus padres diciéndoles que estabas conmigo en lugar de con... ellos. Entiendo por qué pero... no debiste engañarme así. Debiste decirme qué pasaba. Yo te habría ayudado. Te hubiera guardado el secreto. No debías pretender quererme cuando no lo sentías.
— Nunca quise engañarte— dije—. Simplemente no supe qué hacer. Y sí te quiero. Me gustaba estar contigo. Era como si de repente todo eso que me rodeaba desapareciera... y quería decirte. No sólo a ti, a todos. Porque vivir así era asfixiante. Pero no podía arriesgar a los demás. Y a ti. Aunque sé que lo hice. Lamento haberte puesto en peligro. Lo siento de verdad. Odio haberte mentido, me sentiré culpable de eso toda mi vida. Pero no podía decirte. No quería que algo malo te pasara.
— Yo habría estado bien— dijo ella.
— Mírame— le dije—. Si me veo mal, no es nada comparado a como me veía hace unas semanas. No habrías estado bien. La prueba de todo eso es Letty. Ya no está aquí. Y no sabía nada.

Me miró angustiada.

— ¿Qué te pasó?— dijo muy afligida—, ¿Qué te hicieron? Nadie quiere decirme.
— Porque no es bonito— dije—. Así que mejor no hablemos de eso.
— Pero...
— Estoy mejor ahora— dije.
— Pero no bien. No como tú eras.
— Ya no puedo volver a ser esa persona— dije—. Pero estoy tratando de seguir adelante. Gracias por querer ayudarme. No debías pero... gracias. Por eso y por todo.

Sonrió.

— Por supuesto que te ayudaré— dijo—. Soy una reina. Ayudo a los reyes, es mi deber.

Me reí. Lucille se acercó. Gigi se fue con ella después de despedirse. Luego llevé a Alex a casa. Regresé a la mía. Me sentía ligeramente mejor. Le conté a mis padres que participaría en un torneo. No les dije por qué. Quería pero pensé que sería mejor decirles después. Pero debía contarles. Había prometido no mentir más.

Al día siguiente me desperté temprano y practiqué con Virgi un poco antes de tomar un baño y cambiarme para ir a la escuela. Me encontraba en una buena forma. No como antes de hacer mi plan pero pensé que una vez que me quitaran el cabestrillo, trataría de recuperar mi condición física. Fui en mi nube por Alex a su casa.

— ¿Se llama nube por ser blanco?— dijo.
— No, es porque yo soy un ángel— dije mientras conducía.
— Pensé que eras un rey.
— También. Pero igual soy un ángel.

Me sentía bastante confiado. Llegamos. A Laura le sorprendió demasiado mi repentina participación en el torneo.

— Tú querías que despejara mi mente un poco— dije cuando en el receso fui a inscribir a mi equipo.
— Sí pero con tu brazo así no sé si te hará bien— dijo ella.
— Estaré bien— dije—. Descuida.

Los demás equipos se veían muy fuertes. Laura y el consejo estudiantil junto a varios maestros armaron la estructura del torneo. En la primera ronda nos tocó con los del equipo de atletismo.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora