46. El diario de James

50 14 32
                                    

Subí al auto. Stefan también. Comenzó a conducir. Una vez que nos alejamos del gimnasio bastante, suspiré. Dejé de llorar.

— Necesito un cigarrillo— dije tranquilo.

Stefan me miró de reojo.

— Olvidé comprar más ayer— dije—. Debiste recordarme que lo hiciera...
— ¿Estás bien?

Recordé que el abrigo de papá tenía un bolsillo interno y yo una vez guardé una bolsita con polvito mágico que Bran me regaló. Eso parecía muy útil en ese momento. La saqué e inhalé su contenido sin pensarlo tratando de que Stefan no me viera. Me sentí mejor aunque aún no hacía efecto.

— No— dije—. Esto es más doloroso de lo que parece. Pero no te preocupes, si lo curo bien no dejará marca...
— ¿Qué acaba de pasar?— dijo y sonaba preocupado.
— Clint nos descubrió— dije tranquilamente—. Es decir, no sabe que lo hice contigo pero sí sabe que lo engañé. Lo conoces, eso no le gustó para nada.

Él no dijo nada por unos segundos. Debía estar procesando todo.

— Pero está bien, ahora debe estarse lamentando por golpearme— dije feliz—. Porque realmente no está seguro de si lo engañé. Me haré la víctima y casi puedo jurar que puedo hacerlo creer que se equivocó. Ya lo he hecho antes...

Él conducía muy serio en silencio.

— No te confundas— dije—. Lo odio tanto en este mismo instante que si pudiera dispararle lo haría sin pensarlo.
— No puedo creer que hiciera algo así.
— Ya me había golpeado antes— dije—. Aunque admito que también me sorprendió esto. Creí que estaba tan enamorado de mí que no quería que nada malo me pasara... al parecer está bien que yo sufra pero sólo si es él quién me lo provoca. Tiene una manera muy enferma de darle amor a los demás. Es mi culpa, no debí sentirme tan seguro. Por un momento se me olvidó que el poderoso es él... trataré de recordarlo a partir de ahora.

Nos quedamos en silencio unos minutos.

— Sé lo que estás pensando— dije—. Crees que es tu culpa. Y también piensas que yo pude culparte enteramente de todo y esto no habría pasado... y tienes razón, sí pude hacerlo. Decir que era tu culpa hubiera sido muy fácil. Probablemente mi preciosa carita estaría bien ahora... pero honestamente no me dio oportunidad. Me golpeó rápidamente. Tiene muy poco autocontrol ese hombre. Para todo realmente. Y aún si hubiera podido, el resultado sería el mismo.

Me miró de reojo.

— No puedo arriesgarme a que te alejen de mí— le dije—. No lo soportaría. Me volvería loco. Así que no es tu culpa y no es por ti. Es por mí.

Miré al frente. Tragué saliva. Sabía a sangre.

— De verdad quiero que veas lo que haré— dije—. Porque mi venganza será increíble. Le voy a quitar todo a Clint. No sé cómo o cuándo lo haré... pero sucederá. Ojalá puedas verlo. Haré que se arrepienta del día en el que me conoció.
— Deja de decir eso— dijo.

No parecía molesto. Más bien... triste.

— Necesito unas cosas— dije—. Así que detente en alguna tienda.

Lo hizo. Bajé del auto. No iba a pedirle a él que lo hiciera. Ya tenía demasiado sintiéndose miserable por mí. Entré al lugar. Tomé lo que necesité y me acerqué a las cajas. Una mujer que estaba ahí me miró sorprendida y aterrada.

— ¿Ne... necesitas ayuda?— dijo.
— No, sólo necesito que me cobre por esto— dije.

Ella lo hizo aunque lucía preocupada. Tomé todo y salí. Por suerte casi no había gente ahí. Subí al auto.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now