175. El diario de Zac

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Pasaron un par de días y la recuperación de Jimi iba muy bien. Probablemente porque la policía dejó de molestarlo y Neil pudo comenzar a darle apoyo emocional. Se veía de mejor humor y gracias a eso su salud se recuperó al grado que la doctora Hermes me permitió llevarle comida aunque no podía ser cualquier cosa. Yo era útil y eso me ponía muy feliz. Poder hablarle y bromear también me hacía sentir bien, era como si un poco de todo lo malo que vivió desapareciera. Estaba tan motivado por eso que una vez olvidé comer mis medicinas. Will no se molestó conmigo. Tampoco Neil o mamá. Pero sí Lou. Me encontraba en el hospital cuando me llamó para decirme eso.

— Estoy bien, exageras— le dije.
— No me digas que exagero porque va a parecer que sí estoy exagerando— dijo.
— Porque sí es una exageración— dijo Ben en el fondo.
— No hablaba contigo— le dijo Lou—, ¿Y por qué estás escuchando esto? Es una conversación privada.
— Entonces no hables tan alto— dijo Ben.
— Yo no hago eso, tú sí— le dijo Lou molesto.
— Creo que ustedes necesitan hablar— dije—, los dejaré hacerlo. Te llamaré luego, te quiero.

Terminé la llamada. No quería evadirlo pero se preocupaba mucho. Había estado quedándome en su casa todos esos días junto a Will. El profesor Charles y mi mamá creían que era lo mejor porque se reunían ahí conmigo y sinceramente eso me ayudaba mucho. Aunque realmente mi estabilidad emocional dependía de cómo estuviera Jimi. Lo bueno era que su humor estaba muy bien.
Cuando regresé a su habitación estaba jugando cartas con Alex y los policías. En algún momento logró volverse su amigo, no sabía cómo pero parecía algo bueno.

— Volvimos a perder— dijo Alex—. Bien, hay que pagar la apuesta.

Se quitó su abrigo. Los policías lo hicieron también.

— Esperen, ¿Qué hacen?— dije.
— Jugamos cartas— dijo Alex—. No apostamos dinero pero sí prendas. Aunque a este paso sospecho que nos quedaremos desnudos rápidamente. Jimi es muy bueno.
— ¿Por qué prendas?— dije.
— Porque no podemos usar dinero en un hospital— dijo un policía.
— Podrían no apostar nada— dije.
— Se debe apostar algo— dijo Alex.
— ¿Y tiene que ser ropa?— dije.
— Sí tiene que ser— me dijo Jimi—. Podrías unirte al juego si quieres.
— No porque podría aparecer Will en algún momento— dijo Alex—. Y si lo ve desnudo le daría un ataque.
— No quedaré desnudo— dije.
— Claro que sí, soy muy bueno en esto— dijo Jimi—, ¿Recuerdan el pendiente brillante que usaba en mi oreja izquierda? Es un diamante. Lo gané jugando cartas contra un peligroso mafioso.
— ¿Entonces por qué estamos jugando contra ti?— dijo Alex—, obviamente vamos a perder.
— A mí me conviene mucho que pierdan— dijo Jimi—. Así que dejen de reclamar y sigan jugando.

Apareció la doctora Hermes. Nos observó.

— ¿Qué está pasando aquí?— dijo—, ¿Esas son cartas? ¿Cómo las metieron aquí? No sé por qué pregunto, obviamente fue idea de Madie.
— Pero no estamos apostando dinero— dijo Alex.
— Sólo ropa— dije.
— ¿Y qué ganan con eso?— dijo ella.
— Para mí es un buen premio— dijo Jimi.

La doctora Hermes nos miró enojada. Y como naturalmente debía pasar, desintegró el grupo de apuestas improvisado de Jimi. Los policías salieron.

— Es cierto— dijo Alex mientras miraba la pantalla de su teléfono—. Este tipo de juegos es ilegal dentro del hospital. Está en el reglamento.
— ¿Este sitio tiene un reglamento?— dijo Jimi.
— Todos los lugares deben tener uno— dije.
— Qué aburrido— dijo él.
— Las reglas son necesarias para poder convivir en paz— dije.
— Y sigue siendo aburrido— dijo Jimi.
— A ti te gustaba respetar las reglas— le dije.
— Hasta que se dio cuenta que eran aburridas y rompió todas las de la escuela— dijo Alex.
— Laura dijo algo al respecto pero no le creí— dije.
— Nombra una y te diré cómo Jimi la rompió— dijo Alex.
— Está la regla de no meter mascotas o animales de ningún tipo a la escuela— dije.
— Jimi llevó a su pez dorado una vez— dijo Alex.
— ¿Cómo lo sabes?— le dijo Jimi.
— Escuché los rumores— dijo Alex—. Por un momento creí que era una mentira.
— No recuerdo haber hecho eso— dijo Jimi.
— Si estabas muy drogado no me sorprende— le dijo Alex.
— ¿Y por eso llevaste al pez a la escuela?— dije.
— No, no era por las drogas— dijo Jimi—. Quizá en parte sí. Pero ahora que recuerdo creo que fue porque Stefan estaba enojado conmigo y como él solía alimentar a Doradito, lo llevé para que sintiera un poco de lástima... esperen un momento, si mis padres están aquí, ¿Quién alimenta a Doradito?

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now