76. El diario de Alex Harper (y pizza)

36 15 20
                                    

Después de que me hicieron muchas pruebas, terminé totalmente deshecho. Me sentía muy agotado, sobre todo mentalmente. Ya era muy tarde como para volver. Busqué a papá. Lo encontré pesando algo que parecía un riñón. Había un cadáver detrás de él pero no miré. También tres personas. Lo observé fijamente.

— Doctor Harper— le dijo una mujer—, hay un niño ahí.

Papá dejó de mirar el riñón y me observó.

— No soy un niño— dije molesto.
— Alexander, ¿Ya acabaron todas tus pruebas?— me preguntó papá.
— Eso parece— dije—. Tendré los resultados mañana... ¿Hay algún problema si me quedo en casa hoy? Me parece tonto irme si debo volver... ¿Qué diablos le pasó a ese riñón?
— Es lo que estoy tratando de descubrir— dijo papá feliz.
— No deberías parecer tan contento— dije.
— ¿Por qué no? Esto es fascinante. ¿Quieres tocarlo?
— ¡Claro que no! Qué asco. Te esperaré en tu auto.

Salí de ahí antes de que me ofrecieran tocar otro órgano descompuesto de alguien.
Llegué al estacionamiento. Sinceramente no me sentía bien. Quería llorar. Pero de verdad y mucho. Me dediqué a suspirar para ver si eso se llevaba mi tristeza. No funcionaba. Pensé en lo irónico que era todo. Antes no me hubiera importado lo que pasara conmigo. Pero en ese momento me angustiaba mucho. No tenía derecho a sentirme mal puesto que yo mismo me lo provoqué pero... no podía evitar sentir un vacío en mi interior.

En algún momento papá llegó. Dijo que le dejó su trabajo a las personas que estaban ahí.

— ¿Dejaste tu trabajo por mí?— dije.
— En realidad es por ellos— dijo—. Pensé que los molestaría hacerlo por mí. Espero que sea así.
— Deben estar odiándote mucho entonces.
— Son estudiantes, ya odian a todo el mundo— dijo feliz.
— Ser jóven es difícil— dije.
— No recuerdo que fuera tan complicado para mí.

Obviamente no. Papá fue bellísimo toda su vida además de alguien muy simpático. Andar por el universo cuando pareces modelo profesional debe ser fácil. Era alguien bastante extraño pero me imaginé que la gente siempre deja pasar esas cosas cuando se trata de una persona bonita. Lo que me recordó que se suponía que yo también era muy bello, ¿Por qué la vida era tan complicada para mí?

— Tal vez sólo tienes buena suerte— dije.
— No se puede tener buena suerte toda la vida— dijo—. Nadie puede depender de eso siempre.
— Tú pareces tener suerte siempre.
— Tal vez la vida me adora— dijo feliz.
— Pues a mí me odia.
— No es cierto. Si te odiara no tendrías esa carita tan adorable.
— Mi cara no me ha ayudado en nada nunca.
— ¿De verdad? ¿En absolutamente nada? Quizá no sabes cómo usarla. Dile a William que te pase su secreto entonces.
— No hay un secreto— dije—. Él sólo es una buena persona.
— ¿Y tú no?
— Sabes que no. He hecho demasiadas cosas malas. Creo que me están pasando factura ahora mismo. No me quejo porque sé que me las merezco pero... ojalá pudiera regresar el tiempo y evitar que fuera tan estúpido...
— Eso es imposible. Ya es el pasado.
— Pues no me gusta el mío— dije molesto—. Porque mi presente era perfecto y mi futuro parecía emocionante...
— Pero es tu pasado lo que te trajo ese presente tan perfecto.
— Y también el que lo destruyó.

Suspiré.

— Pero ya no importa— dije—. Quizá nunca me merecí tanta felicidad.
— La felicidad se crea— dijo—. Aún si no la mereces.
— No parece justo.
— La vida no es justa.
— ¿Entonces por qué diablos debemos vivirla?
— Porque es todo lo que nos queda— dijo—. Al menos que ya no quieras vivir, pero con tu historial sabemos que morir tampoco parece ser la opción para ti.
— Lo sé, no pude hacer siquiera eso bien. Soy un desastre.
— Pero eres un desastre bonito. Y por el mundo hay personas que suelen amar a la gente así. No estás tan mal.
— Pues encontrarme con una de ellas no es algo que quiera. Además ya estoy saliendo con alguien.
— ¿Y esa persona sabe que estás aquí ahora?— preguntó.
— Obviamente no, no quiero que sepa que soy un fracaso.
— Si está saliendo contigo debe saberlo. Es algo muy evidente. Al menos que lo hayas engañado. De ser así estoy muy orgulloso entonces, significa que sí sabes usar tu cara.
— No lo engañé, conoce perfectamente toda mi vida. Y no la considera patética. No piensa que yo sea un fracaso. Tampoco cree que sea una mala persona. Él... dice que parezco un ángel. Nunca le he creído porque siempre me consideré a mí mismo un demonio del infierno pero... deseaba que fuera verdad. Que pudiera ser como él me hacía sentir. Definitivamente no lo merezco... y aún así quiero estar a su lado. Debería estar con él ahora mismo. Aprovechar todo el tiempo que nos queda juntos.
— ¿Por qué? ¿Piensas que vas a morir pronto?
— No— dije—. Simplemente creo que si no tengo ningún futuro, no quiero estar a su lado. Nunca he tenido nada qué ofrecerle a nadie pero por un momento sí existía algo que quería que él pudiera ver. Que viviera conmigo. Pero si pierdo esa oportunidad... no tendré nada que pueda hacer que amerite que me quede junto a él. Alguien tan maravilloso merece estar cerca de otra persona igual.
— ¿Entonces si las cosas salen mal, lo abandonarás?
— Es lo más lógico.
— Pensé que estabas enamorado.
— Lo estoy— dije—. Por eso debo dejarlo ir. Lo amo demasiado como para obligarlo a quedarse.
— Pues si te ama no sería una obligación— dijo—. Sería amor. Y se quedaría por gusto.
— Suena a algo que él diría. Pero no se lo permitiría.
— No pareces muy triste por eso. Alguien que quiere renunciar a su amor estaría muy devastado.
— Lo estoy— dije—. Pero me he vuelto bueno manejando mis emociones. El yo de antes estaría totalmente agobiado. Ya no quiero ser un caos... quiero poder hacer las cosas bien. Aún si ya es demasiado tarde.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now