78. El diario de Zac

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No podía creer lo que acababa de pasar. Hasta creía que lo había imaginado. Porque la madre de Will no podría haberle dicho eso. Era desconsiderado y cruel. Miré a Alex por instinto. Él parecía tan sorprendido como yo. Me quedé sin palabras por la conmoción.

Entonces Alex se levantó y dijo que se iría. Los demás lo miraron en silencio. Yo lo seguí. Traté de hacer que se quedara pero entendía por qué no quería. No iba a obligarlo pero tampoco deseaba que se fuera. Probablemente se sentía muy herido. Porque básicamente lo único que debió entender de todo ese caos era que su familia lo consideraba una molestia.

— Me hubiera encantado haber sido hijo tuyo— me dijo cuando estábamos afuera—. Porque hoy me sentí muy amado. Gracias por eso. Pero estaré bien. Sin importar qué pase. Porque sé que siempre me vas a querer. Me has salvado tantas veces que creo que nunca te lo voy a poder pagar pero... te amaré toda mi vida. No es mucho pero es todo lo que tengo ahora. Lo siento.

Luego se fue. No pude seguirlo o decirle algo. Porque eso me rompió el corazón y me quedé sin palabras. Sólo lo observé irse lentamente. Sentí muchas ganas de llorar. Suspiré. Tenía que ser fuerte. Alguien debía hacerse cargo de ese caos y sentía que debía ser yo.
Volví a la casa rápidamente. Fui a la cocina. Will y su madre aún discutían. Su padre seguía comiendo tranquilamente, como si nada hubiera pasado.

— ¿Acaso no sabes lo que es tener consideración por los sentimientos de los demás?— le dijo Will absolutamente molesto.
— Deberías tomar tu propio consejo porque te recuerdo que tú eres el que comenzó a reclamar cosas tontas— le dijo ella.
— ¡No eran tontas para nada!— le gritó Will—, ¡Y acabas de herir a Alex otra vez!
— Will, tenemos que hablar— le dije tratando de mantener la calma.
— ¿Yo lo herí?— le dijo ella—, creo que tienes una perspectiva errónea de las cosas.
— Will— le dije pero él no me miró.
— ¡Tú eres la que está equivocada!— dijo Will muy enojado.

Siguieron insultándose y culpándose por la ausencia de Alex. Comencé a perder la paciencia. Perdóname Neil, pensé. Pero ya no podía seguir controlándome.
Así que me acerqué más a la mesa, tomé la rebanada de pizza que sostenía el padre de Will en la mano mientras él me miraba atónito y se la quité. La arrojé lejos de él.

— ¡Ya cállense!— grité enojado.

Todos me miraron. Traté de controlar la ira que me invadía.

— Dame las llaves del auto— le dije a Will con seriedad.
— ¿Qué?— dijo confuso.
— Iré por Alex. Porque al parecer ustedes no tienen la intención de hacerlo.
— Si se fue es porque no quiere que lo sigan— dijo el papá de Will.
— Usted cállese— le dije enojado—. No sabe cómo se siente, es más, no le interesa.
— ¿Y tú lo sabes?— me dijo la mamá de Will.
— Sí— dije—. Porque a comparación con usted sí soy empático. No sé cómo le hizo Alex para vivir rodeado de personas tan insensibles y crueles pero no dejaré que sufra más. Will, dame las llaves. Después puedes seguir peleándote todo lo que quieras.

Él me observó. Parecía muy sorprendido. No se movió, sólo me miraba incrédulo.

— Bien, puedo irme por mí mismo— dije enojado.

Me dirigí a la puerta. Will me alcanzó. Parecía preocupado.

— Zac, espera— dijo.
— Estoy muy decepcionado de ti— le dije.
— ¡No es mi culpa, son ellos!
— Sí es tu culpa. Venimos para apoyar a Alex porque esto es muy difícil para él. Pero en lugar de hacerlo sentir querido, lo hiciste sentir como una molestia. Como si te hubieras visto obligado a cuidar de él porque no tenías otra opción.
— ¡Eso no es lo que quise decir, sabes que no!
— ¡Ya no importa porque fue lo que él entendió!— le dije molesto—, ¡Así que puedes venir conmigo para solucionar esto o puedes quedarte aquí a gritarte cosas con tus crueles padres porque parece que no has entendido que sin importar qué hagas, ellos nunca serán lo que tú quieres!

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora