117. El diario de James (en San Valentín)

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Después de ir a la escuela ese día, fui a casa por unas cosas. Me esperaban varias horas de viaje. Porque Clint quería pasar mi cumpleaños conmigo pero no podía viajar. Así que debía hacerlo yo. Papá me dejó ir sin hacer preguntas. Mamá por otro lado no entendía por qué yo prefería pasar ese día tan especial lejos de casa. Le juré que regresaría el 16 de febrero. No le agradó que fuera a faltar muchos días a la escuela sobre todo porque ya había hecho eso antes cuando prolongué mi viaje.

— Tu desempeño en la escuela se verá afectado— dijo ella—. Y ya estamos a mediados de febrero, pronto deberás empezar a prepararte para la universidad.
— Falta para eso— dije—. Ya me voy. Te amo. Gracias por la tarta de cumpleaños, fue deliciosa.

Le di un beso y salí. Stefan y Bran estaban ahí. Salté a la parte trasera del auto (porque mi nube era de esos autos descubiertos de arriba pero que se les podía poner esa parte). Nos fuimos.
En todo el viaje Bran habló sobre lo perfecta que era Laura y eso me hizo pensar en ella, que seguramente ya estaba preparándose para la universidad. Zac el año anterior había comenzado a estudiar para los exámenes de admisión desde febrero. Parecía posible. Yo no tenía ningún plan para el futuro. Mi vida se acababa en julio y la había planeado hasta esa fecha. O lograba acabar con todo para entonces o Clint me llevaría con él. Ambas cosas se sentían como el final. Así que no podía pensar en otra cosa que no fuera eso.

Después de un largo viaje, llegamos. Pensé que me llevarían a la mansión pero no, Stefan condujo hasta otro lugar. Era una especie de centro nocturno pero muy elegante. Estaba en una parte buena de una ciudad que yo no conocía. Habían dos hombres de apariencia peligrosa en la puerta. Se veía muy exclusivo. Bajamos. Apareció alguien y se llevó el auto. Me sentía muy perdido.

— ¡Sí, por fin estoy aquí de nuevo!— dijo Bran feliz.
— ¿Ya habías venido a este sitio?— le pregunté.
— También es de Clint— dijo Bran—. Te va a gustar por dentro, es muy bonito. Hace que me pregunte por qué Clint prefiere que su cede sea el club feo y escondido que está en la ciudad donde vivimos. Podría ser aquí. Este sitio tiene mucha más clase.

Era porque ese lugar fue de Vincent y Clint no había superado nada de eso. Pero nadie además de Stefan, Boris y yo debía saberlo.

— Este debe ser el tercer club exclusivo más bonito que tiene Clint— dijo Bran.
— El cuarto— dijo Stefan—. No olvides el que está en la playa.
— Es cierto, pero no sé si ese cuenta como club— dijo Bran pensativo—. Porque es parte del hotel.
— ¿Hotel?— dije sorprendido.
— Clint tiene un hotel increíble en una playa— dijo Bran—. Es un sueño hermoso. Debimos ir ahí para celebrar tu cumpleaños. Este lugar es genial pero... nada se compara a esa playa.
— Clint parece tener muchas cosas— dije.
— Si supieras todo de lo que es dueño no podrías creerlo— dijo Stefan—. Ahora entremos.

Nos acercamos a la puerta.

— Hola Tobias— le dijo Bran a uno de los hombres de la puerta.
— El señor dijo que debían ir al salón en el último piso— nos dijo.
— Gracias— dijo Stefan.

Nos abrió la puerta. Bran entró primero y lo seguí. Adentro era una locura. Parecía costoso y elegante. Habían chicas hermosas por todas partes. Y hombres de apariencia importante. Avancé por el lugar mirando todo como si fuera un sueño que pudiera desaparecer. Era fascinante, como si yo fuera Alicia llegando al país de las maravillas. Bran saludó a un par de personas pero no se detuvo para hablarles. Había un ascensor. El edificio no era muy alto, debía tener cinco pisos a lo mucho pero su magnitud recaía en su perímetro inmenso. Subimos. Adentro estaba un hombre de traje que fumaba un habano. Nos miró fijamente. Stefan apretó unos botones y la puerta se cerró.

— Hola— le dijo Bran al sujeto—, hace mucho que no lo veía. ¿Está aquí para festejar San Valentín?
— Por negocios realmente— dijo el hombre mientras mucho humo salía de su boca—. Y es bueno ver que vives. Pensé que estabas muerto. Escuché que muchos murieron cuando Jacquet traicionó a Clint. Como no te vi la otra noche pensé que fuiste uno de ellos.
— No, no estuve ahí siquiera— dijo Bran.
— ¿Qué hay de ti, Stefan, también te salvaste de ver ese infierno?— le preguntó.
— Tenía otras cosas por hacer— dijo Stefan.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora