84. El diario de James (y el secreto de Boris)

41 11 19
                                    

Que Clint hiciera algo así me obligó a estar más alerta. Él tenía dinero y por lo tanto las posibilidades sobre lo que podría hacer para mantenerme a su lado eran infinitas. Bran conocía alguien que también trabajaba para Clint y que era experto en joyas. Al día siguiente le pedí que revisara la cadenita con la “J”. Según él era una pieza normal. Aunque eso sí, muy costosa. Aproveché para comprarle un brazalete a Laura para celebrar que ganó la olimpiada de matemáticas. Me sentía mal por no haberme quedado. Después buscamos a otras personas para que revisaran mi teléfono. Había una chica que sabía mucho sobre tecnología y esas cosas. Otra trabajadora de Clint. Él parecía tener expertos para todo. Eso me hacía comprender que sus negocios eran tantos y tan variados que por eso producían esas cantidades tan grandes de dinero que yo solía revisar de vez en cuando porque al parecer no confiaba en sus contadores. Y lo mejor de todo eso era que esas personas parecían estar conmigo. Tanto el hombre de las joyas como la chica me dijeron que podía contar con ellos para cualquier cosa. Pero de verdad para lo que fuera, como si de repente ya no tuvieran miedo a las consecuencias. Cuando visité a Boris, él me dio una explicación bastante preocupante al respecto.

— La esperanza puede matar cualquier miedo, angelito— dijo después de tomarle un trago a su botella—. Y tú les has dado esperanza. Cuatro personas huyeron con éxito además de que muchos no han muerto por ti. Te has arriesgado demasiado pero aunque parezca imposible toda esa gente lo valora. Tú los inspiras.
— ¿Cómo saben lo que pasó?
— Me he encargado de esparcirlo un poco— dijo—. No puedes tratar de cambiar todo tú solo. Eres un niño. No me malinterpretes, has logrado más que nadie y seguramente lo seguirás haciendo pero una pequeña ayuda no está mal.
— ¿Y te creyeron cuando lo contaste?
— Yo no lo hice. Fue alguien más. Pero porque yo le pedí que lo hiciera. Si me encargara personalmente nadie me haría caso. No tengo credibilidad. Soy sólo un ebrio para ellos.
— Pero por eso sabes tanto, ¿No? Porque las personas no cuidan lo que dicen cerca de alguien así.
— Tiene sus ventajas y desventajas, lo admito. Pero es el papel que me toca jugar. Sigue siendo mejor que el tuyo.
— No me lo recuerdes, tengo que ver a Clint en unos días así que trato de no pensar en eso— dije estresado.
— Entonces piensa en que su propia gente te quiere más a ti que a él.
— Aún no estoy seguro de eso. Además no deben ser todos.
— En eso tienes razón— dijo mientras me ofrecía su botella—. No todos odian esta vida. Hay muchos que ven a Clint como un dios. Como su oportunidad para beneficiarse. Gente que no le molesta ser cruel y que no le da valor a una vida. Hay más personas así de lo que crees. Hacer que ellos no sepan que estás conspirando en contra de Clint no ha sido fácil.
— Si alguno de ellos lo supiera... me acusarían de inmediato, ¿No?
— Sin dudarlo en lo absoluto— dijo—. Es más, si pudieran matarte personalmente lo harían. Pero despreocúpate, los tenemos ubicados. Aún así eso no evita que sean un problema. El otro día dos hombres hablaban sobre cómo dejaste sin castigo a unos guardias que debían morir cuando uno de los seguidores de Clint, que siempre están en puestos altos por cierto, los escuchó susurrar y les preguntó sobre lo que hablaban. Mintieron porque de ninguna manera te comprometerían pero aún así recibieron una buena paliza.
— ¿Están bien?
— No les fue tan mal. Las personas aquí tienen una resistencia increíble para los golpes. Estamos acostumbrados. Además no es un secreto para nadie que tú has sido golpeado personalmente por Clint y no te has quejado por eso. Aunque no lo creas cosas como esas le dan coraje a las personas. Antes de ti todos estaban dispersos, creyendo que era el final y esperando la muerte. Sintiéndose totalmente solos. Hasta que apareciste y de repente existía alguien amable que cuidaba a los demás. Que también sufría pero que no se dejaba intimidar por eso. Para hacerlo más dramático, se trataba de un niño. Suena como la historia que leerías en un cómic. Como si apareciera un héroe. Entonces la gente ya no tiene miedo. Tiene fé. No esperan que los salves a ellos pero sí a alguien más. Y quieren ayudarte porque los inspira saber que no te importa lo que pase contigo. No te interesa sufrir porque ya lo has hecho y no te has detenido. Quieren ser como tú. Lo que antes sólo era temor, se ha vuelto valentía. Jamás vi algo así antes.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now