91. El diario de Laura (y una discusión)

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Llegamos justo a tiempo para la cena. Todo se veía increíble. Zac estaba mutando lentamente en chef profesional. Y el más feliz por eso era Will. Me gustaba verlos. Me hacía feliz. Hasta que noté que Will miraba demasiado a Zac. En cada oportunidad que tenía. Como si lo acariciara con los ojos. Era lindo... hasta que comenzó a preocuparme. Así que le pregunté a Jason si todo se encontraba bien entre ellos. Él estaba sentado a mi lado.

— ¿Por qué lo dices?— me preguntó.

Los demás estaban ocupados mirando a Zac que hablaba sobre la posibilidad de que hubieran más arañas en el departamento.

— Porque Will mira demasiado a Zac— dije—. Me preocupa que sea porque ocurrió algo malo entre ellos.
— No, todo está bien— me dijo él en voz baja porque no quería que lo escucharan—. Probablemente lo mira así porque no han tenido sexo.
— ¿Qué?— grité.

Inmediatamente después me giré para ver a todos. Me observaban atentamente.

— Es que... Jason me contó que ustedes ya habían ido al planetario antes— mentí fingiendo naturalidad—. Porque ahí fuimos hoy.
— ¿Entonces visitaron el planetario?— dijo Neil—, ¿Aún está la habitación de las estrellas? Porque planeo visitarla de nuevo.
— Sigue ahí— le dijo Jason—. Es un buen lugar para sorprender a las personas.
— Definitivamente iré— dijo Neil.

Estaban hablando de eso y nuevamente ya no nos ponían atención así que aproveché para mirar a Jason.

— ¿Por qué me contaste algo así de la nada?— le dije en susurro.
— Tú preguntaste— dijo él.
— Pues yo no quería saberlo. O sí pero no así.
— Es sólo sexo— dijo él muy tranquilo.

En realidad era cierto. Es más, hasta me pareció raro. Porque ya llevaban más de un año desde que se volvieron pareja y quizá yo no sabía mucho sobre relaciones pero sí tenía entendido que ese tipo de cosas debían suceder en algún momento. Es decir, según Evan, él y Jimi se atraían tanto que no tardaron mucho en tener sexo desde que empezaron a salir.

— ¿Sabes por qué?— le pregunté.
— No tengo idea. Sigo esperando que Zac quiera contarme. Aunque tal vez no lo haga porque ahora le cuenta muchas cosas a Neil. Incluso al propio Will. Tienen una relación tan fuerte que hablan de todo. Pero que Will comprenda lo que pasa no significa que no lo deseé. Porque lo hace.
— Lo acaricia con los ojos— dije—. Es lindo. También un tanto triste.
— Will no parece triste.
— Sólo parece quererlo mucho... me da un poco de envidia.
— Te doy la razón en eso— dijo.

Lo miré. ¿También los envidiaba? ¿Qué significaba eso?
Decidí no pensarlo mucho. Así que mejor me enfoqué en los demás. Principalmente en Zac porque llamaba naturalmente la atención. Era imposible no querer mirarlo cuando hablaba. Sobre todo porque parecía tan feliz y brillante. Me encontraba mirándolo cuando noté que además de tener los ojos de Will en él, Madie también lo observaba como si estuviera hipnotizada. Entonces pensé en que si Zac lograba hacer eso con la gran mayoría de los ciudadanos de este país, ser presidente iba a ser fácil.

Terminamos de cenar y alguien debía encargarse de los platos sucios y todo lo demás. Era turno de Madie. Me ofrecí para ayudarla. Ella no quería pero le dije que quería hacerlo, después de todo iba a dejarme dormir en su departamento. Aceptó. Fue divertido, hablamos de muchas cosas. Hasta que noté que todas tenían que ver con Zac. Pensé que era una coincidencia. Así que decidí cambiar de tema.

— ¿Cómo te va en el trabajo?— dije.
— Como siempre— dijo ella—. El hospital es aburrido. Pero Zac suele ir más últimamente así que lo veo y...

Siguió hablando pero no le puse atención. Eso era interesante. ¿Por qué lo metía para todo en la conversación? Para descartar la idea de que fuera otra coincidencia, decidí volver a cambiar de tema.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora