43. El diario de Alex Harper

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Me estremecí sólo de escuchar eso. Porque lo deseaba, de verdad quería que pasara. No pude pensar más en eso porque se inclinó hacia mí. Sujetó mis piernas con firmeza. Internamente la inquietud estaba matándome. Me sentía nervioso y hasta tenía ganas de llorar, no podía creer lo que ocurría... era demasiado para mí... simplemente no podía creerlo.

Me quedé quieto, con mis manos cerca de mi pecho como si estuviera ocultándome. Realmente era porque me sentía muy nervioso.
De repente deslizó una de sus manos por mis piernas. El tacto erizó mi piel por completo.

— Siempre... quise hacer eso— me susurró—, siempre... quise tocarte así... es mejor de lo que imaginé...

Mi cara se encendió por completo.

— ¡No hables, es muy vergonzoso!— dije mientras me llevaba las manos a la cara.

Sentí las suyas lentamente sobre las mías. Descubrió mi rostro. Lo miré con mucha inquietud, con el corazón acelerado.

— Me gusta tu cara— susurró viéndose muy serio—. Así que no te escondas.

¿Quién demonios eran ese hombre increíble sexy que susurraba cosas que me estremecían y qué hizo con Neil?

— Yo... yo— dije, me sentía muy perdido.

Entonces deslizó sus dedos por mi pecho y mi corazón casi se me sale. Me sentía muy nervioso y yo no era así para nada. Sin importar quién me tocara o dónde, yo jamás perdía el control o me sentía abrumado, el sexo era lo mío pero en ese instante... simplemente hasta respirar era difícil. Como si me quemara cada vez que me tocaba. Todo yo me encontraba en llamas.
Se inclinó y empezó a repartir besos sobre mis hombros, mi pecho y todo... haciendo que yo entrara en pánico internamente. ¿Qué me estaba pasando? Me sentía tan excitado y eso que solamente me había tocado.
Sentí ganas de llorar, no comprendí por qué. Quizá todo era demasiado. Pero yo era Alex, no debía existir nada con lo que no pudiera lidiar... al menos no en ese aspecto.
Pero al parecer mi cuerpo lo había olvidado, porque cedió ante Neil como si fuera lo más natural... como por instinto. Me rendí tan fácilmente que me sorprendía el impacto que tenía en mí. Como si me encontrara a su merced. Descubrí que quizá eso no me agradaba tanto porque me exponía totalmente. Era lo que quería porque deseaba pertenecerle en todos los aspectos posibles... pero quizá en mi mente aún temía entregarme del todo a alguien. Me asustaba salir lastimado.

Respiré profundamente. Neil me quería. No me haría algo así.
No me lastimaría. Él se merecía mi corazón. Y mi cuerpo. Así que no debía temer entregarme por completo.

Torpemente, lo abracé. Me pesaban los brazos pero lo hice de todas formas. Fue raro sentir el tacto de su piel. Por fin tenía sobre mí a alguien a quien sí quería acariciar.
Sentí menos temor e inquietud. Y como si él lo supiera, separó más mis piernas y levantó mis caderas.
Me abracé con fuerza. Sentí unos de sus dedos entrar en mí lentamente. El calor se expandió por todo mi cuerpo. Jamás había estado tan excitado en toda mi vida. Tanto que mientras él trataba de prepararme para entrar, me dediqué a gemir como si ya lo estuviera. Simplemente sus dedos me causaban tanto placer que sentía que no lo soportaría. Era ridículo porque jamás me había pasado. Yo no era así. Cerré los ojos y lo dejé continuar. A ese paso iba a terminar viniéndome y eso que acababa de hacerlo... entonces cuando más lo estaba disfrutando, se detuvo.
Abrí los ojos. No entendía qué pasaba. Hasta que me preguntó si podía entrar en mí.

Ya te estás tardando, quise decirle pero había perdido el aliento y todo lo que pude hacer fue asentir con la cabeza. Me sentía muy nervioso, muy excitado, muy inquieto, me dolía el pecho seguramente porque mi corazón latía tan fuerte que sentía que me golpeaba...

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora