168. El diario triste de Zac

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Salí del hospital sin mucho entusiasmo. Tenía ganas de llorar pero las soporté. Afortunadamente Lou estaba afuera y me abrazó. Después de unos segundos en donde me sentí mejor, nos separamos y Will le entregó la bolsa de medicinas.

— ¿Está herido?— le dijo Lou a Will.

Miraba mi ropa.

— No, él está bien— le dijo Will.
— Es sangre de Jimi— dije muy triste—. No debería irme.
— Sí debes, te ves cansado— me dijo Lou—. Ven, vamos a casa. Tu mamá llegará pronto. Necesitas verla.
— Todo estará bien— me dijo Will—. Cuidaré a Jimi, confías en mí, ¿Cierto?

Asentí con la cabeza.

— No dejaré que nada le pase— dijo Will—. Y te informaré todo. Estaré contigo más tarde. No te preocupes.
— Sí, todo mejorará— me dijo Lou.

Quería creerles. Quería ser optimista. Quería pensar que todo estaría bien. Pero de alguna forma simplemente no podía convencerme a mí mismo de eso. Aún así subí al auto de Lou. Me puse el cinturón con mucho trabajo. Mis dedos estaban fríos. No dije nada en todo el camino. Sólo miré por la ventanilla y recordé cosas. Todas sobre Jimi. Realmente no lo entendía. No era justo. Él no merecía que le pasaran cosas así. Él era bueno.

Llegamos. Lou me ayudó a bajar. Estábamos en su casa. Entramos. Ben estaba ahí. Se acercó y me miró preocupado.

— Siéntate, intenta ponerte cómodo— me dijo Lou.

Lo hice en un sofá cercano.

— ¿Estás lastimado?— me dijo Ben con angustia.
— No, él está bien— le dijo Lou.
— Pero hay sangre en su ropa— dijo Ben.

Entonces me quité mi abrigo. Lo puse a un lado. Lou y Ben me miraban fijamente.

— No quiero usarlo— dije bastante triste.
— Está bien, lo lavaremos— dijo Lou y lo tomó para alejarlo de mí—, Ben te prestará uno de sus abrigos. Hace bastante frío. También te traerá té.

Sin embargo el abrigo extra calientito de Ben y su té no me hicieron sentir mejor.
Seguía pensando en Jimi. La forma en la que lo vi no se iba de mi cabeza. Era como una fotografía atascada en mi mente que no desaparecía. Cuando Lou me preguntó cómo me sentía, le dije eso.

— Necesitas distraerte— me dijo.
— Necesito ver a Jimi— dije—. Para saber que está bien.
— Lo está— dijo Lou—. Confía en Will. Además mi mamá y Madie también están ahí. Él estará bien.
— Lo que necesita es un abrazo— dijo Ben.
— De acuerdo— dijo Lou y me abrazó por un momento.

Me sentí menos angustiado. Nos separamos después de un rato. Descubrí que Lou era como Will: tenía la habilidad de hacerte sentir mejor sólo con abrazos.

— Ahora es mi turno— dijo Ben.

Y abrazó a Lou.

— Se siente bien— dijo feliz.
— Ben— le dijo Lou—, no es a mí a quién deberías estar abrazando.
— ¿Eh? ¿Por qué no?— dijo Ben.
— ¡Es Zac el que lo necesita, tonto!— le dijo Lou enojado.

Entonces me reí. Los dos me miraron.

— Así te ves mejor definitivamente— me dijo Ben feliz, me abrazó—, no te preocupes, todo estará mejor.
— ¿Cómo lo sabes?— dije.
— No soy doctor pero... a las personas buenas les pasan cosas buenas, ¿No? Y él es bueno. Estará bien pronto— dijo.

Sentí ganas de llorar. Nos separamos. Los miré.

— Es cierto— dije tratando de no llorar.
— Entonces mejor juguemos algo— dijo Ben—. Tenemos muchos juegos de mesa. Jugamos con Madie aunque ella es una mala perdedora. Se enoja mucho.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now