104. El diario de Alex Harper

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Zac salió por la puerta y me llevé las manos a la cara. ¿Por qué yo siempre arruinaba todo? ¿Acaso no podía quedarme callado?

Papá tomó una rebanada de tarta y la mordió.

— Esto está delicioso— dijo feliz.

Me levanté de la mesa. Will me observó. Sentí ganas de llorar. Debía estar muy decepcionado de mí. Pero lo arreglaría. Podía hacerlo.

— ¿A dónde vas?— me dijo.
— A buscar a Zac— dije.
— Quédate aquí. Iré yo.
— No, debo ser yo el que...
— Basta— me interrumpió—. Me encargaré yo. Tú quédate aquí.

Eso me dolió en lo más profundo. Porque me había prometido a mí mismo no herir a Zac pero lo hice, aún cuando lo quería demasiado. Sentí ganas de llorar.

— Espera, puedo arreglarlo— le dije.
— No puedes. Nadie puede— dijo él molesto—. Todo esto no tiene solución. Es una terrible idea. Nunca debimos hacerlo. Hace años que no somos una familia, ninguno de ustedes debió aceptar venir.
— Él quería que estuviéramos aquí— dijo mamá—. Aún cuando le advertí que eventualmente lo arruinarías todo.
— Yo no soy el problema y lo sabes— le dijo Will muy enojado.
— Tú le ocultaste cosas a ese jovencito— le dijo mamá—. No trates de culparnos por eso como lo has hecho con todos los problemas que has tenido en tu vida.
— ¡La gran mayoría sí fueron culpa de ustedes!— le gritó Will.

Siguieron gritándose cosas pero ya no me importó. Salí de ahí. Atravesé el pasillo tratando de no ponerme a llorar. Entré al departamento. No había nadie ahí pero sí escuché unas voces provenientes de la habitación de Jason. Entré. Madie, Jason y Neil estaban ahí, cerca del clóset.

— ¿Zac?— pregunté angustiado.

Los demás me miraron en silencio.

— ¿Estás aquí?— pregunté.
— Lo siento— dijo, su voz provenía de dentro del clóset. Me acerqué.
— No, yo lo siento— le dije y me sentía tan mal que quería llorar—. No debí decirte todas esas cosas.
— Sí debiste— dijo, se escuchaba como si hubiera llorado—. Porque era cierto. Sí quería complacer a tus padres.
— Y no te culpo por eso— le dije—. Es normal que quisieras un poco de reconocimiento. No sabía lo que pasó en el hospital. Tampoco sabía cómo te sentías. Fui muy desconsiderado y no pensé las cosas bien. Me enojé cuando no defendiste a Will porque tú siempre hacías eso. Así que dije lo primero que pensé. De verdad lo siento mucho.
— Es tonto, ¿No? Que me haya portado así sólo porque quería que tus padres me aceptaran.
— No lo es— dije—. Will y yo hicimos cosas aún más tontas porque estábamos desesperados por su aprobación.
— Abandoné a Will— dijo.
— No realmente— dije—. Él también se estaba portando como un idiota así que se lo merecía.
— ¿Está enojado conmigo?
— Will jamás se enojaría contigo.
— ¿Y tú?

Me incliné al lado del clóset.

— Zac, yo te quiero más de lo que piensas— le dije—. Pero aún así te lastimé. No quería hacerlo. Pero lo hice. Entendería que estuvieras molesto conmigo. Me lo merezco. Pero créeme, ya no soy la misma persona de antes que hería a los demás y no le importaba. Cambié. Y me siento terrible por haberte dicho algo que de haberlo pensado mejor jamás habría salido de mi boca. Lo último que quiero es que sufras. Ojalá pudiera hacer que la gente del hospital fuera menos idiota y no te molestaran por tu relación con Will. Ojalá pudiera hacer que tu padre cambiara de opinión. Daría todo lo que tengo por poder solucionar alguna de esas cosas... y lo he intentando. De verdad traté. Le he hablado a tu padre de ti para que vea lo que pasa pero... creo que no ha sido suficiente. Perdóname por eso. No te puedo ayudar tanto como tú me ayudas a mí. Soy malo en eso. Pero seguiré tratando...

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora