58. El diario de Alex Harper

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Me quedé a dormir en mi habitación. Seguía igual que siempre, todo estaba en orden. La casa era grande así que era normal que no hubieran tocado ese sitio para nada. No lo necesitaban. Al día siguiente me desperté temprano. Me despedí de mamá y papá.

— Adios— dije—, los veré la próxima vez que necesite algo gratis... o sentirme miserable por mi pasado, ustedes son igualmente buenos para eso.

Me fui corriendo. Me urgía llegar a casa. Por suerte ese día era sábado. Sólo debía ir a mi clase con la profesora y nada más. Llegué a casa después de un largo viaje. Asistí a mis clases pero sin dejar de sentir la inquietud de lo que podría pasar. Imaginé que de resultar positivo en algo, Neil se enojaría... pero me perdonaría. Al menos eso deseaba yo. Porque no sabía qué haría si no.
Estuve nervioso todo el tiempo. Tanto que consideré la posibilidad de llamar a Neil y soltarle toda la verdad. Entonces me llegó el correo electrónico que esperaba. Lo abrí con miedo. Lo leí minuciosamente.

— ¡Sí!— dije feliz y emocionado.

Me encontraba perfectamente. Sentí cómo un peso se me quitaba de encima. Al menos no contagié a Neil con nada... pero no significaba que todo el pasado estuviera olvidado. Si quería empezar bien esa relación debía ser honesto. Contarle lo que pasó y asegurarle que jamás volvería a ser así.
Cuando en la tarde tuvimos una videollamada traté de decirle pero él se puso a hablar sobre películas de tiburones y desvío el tema. Se me olvidó realmente, me emocioné con el debate sobre el por qué el tiburón de seis cabezas podría ganarle en una pelea al de ocho cabezas (Neil insistía en que no).
Decidí que al día siguiente lo haría. Deseaba poder ir a visitarlo pero tenía ensayo y no quería faltar. A Neil le gustaba que yo me tomara en serio mi futuro así que entendía por qué no podía ser yo el que fuera.
Ese día, el domingo por la tarde, me llamó y me dijo que por alguna razón el humor de Zac mejoró mucho. Parecía tan feliz y enamorado como siempre.

— Le pregunté y dijo que todo estaba de maravilla— dijo Neil feliz—. Creo que debió tener algún malentendido con Will pero lo solucionaron. Los dos están más cariñosos y enamorados que nunca... es inspirador...
— Qué bueno, me alivia mucho— dije—. Porque le pregunté a Will hace poco si pasaba algo pero no me dijo. Es bueno fingiendo que todo va bien. Me alegro de que los dos sean tan felices...
— Y lo mejor es que yo podría visitarte— dijo él—. Ahora que Zac se ve muy bien, podría ir mañana... y quedarme por la noche.
— ¿De verdad?— dije feliz.
— Aunque llegaría muy tarde, Katherine quiere que la ayude con unas cosas.
— Está bien, lo único que quiero es poder verte.
— Yo también— dijo él—. Es lo que más deseo.

Esas simples palabras me dieron alegría por toda la tarde y hasta al día siguiente. Fui a la escuela sintiéndome muy contento y con ganas de que la tarde ya llegara.
Entonces cuando en un espacio entre clases fui al baño, me encontré con Mike ahí. Hacía demasiado que no lo veía. Desde que dejamos lo que teníamos, que realmente nunca fue nada serio. Me observó sorprendido. Como no quería ignorarlo, simplemente le dije hola. Pero no respondió, se alejó para lavar sus manos. Pensé que no me escuchó. Me acerqué un poco pretendiendo que también iba a lavar mis manos.

— Hola Mike— dije con una sonrisa.

Me miró confuso. No dijo nada. Siguió en lo suyo. Salió. Lo seguí.

— Deja de hablarme— me dijo, parecía nervioso—, no quiero tener nada qué ver con ellos otra vez. Así que aléjate de mí.

Se fue rápidamente. No entendí qué pasó. Le envié un mensaje. Aún tenía su número de teléfono, me lo había dado antes para poder quedar en el almacén para besarnos. Le pregunté qué había sido eso. Y él me respondió con un “pregúntale a tu amigo”.
No entendí porque yo no tenía ningún amigo... al menos que estuviera hablando de Jimi.

Rupturas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora