71. El diario de James (la verdad sobre Charly)

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Al día siguiente tuve una resaca terrible. La escuela era aún más insoportable así. Bran se veía bien. No recordaba mucho de lo que pasó pero lucía feliz.
Decidí pretender un poco. Así Laura no sospecharía nada. Ella andaba muy estresada por esos días. Trataba de evadirla todo lo que podía para evitar que me hiciera preguntas pero en la salida me la encontré mientras me subía a mi auto.

— ¿Quieres que te lleve?— le pregunté con una sonrisa.
— No, pero tus admiradoras morirían si les dices algo así— me dijo.
— Lamentablemente no hay mucho espacio aquí— dije—. Sólo para una Laura. Así que sube. Bran y yo te llevaremos a casa.

Ella sonrió. No sabía cuánto extrañaba a Laura hasta que la vi reírse así. Como antes, cuando yo era una de sus personas favoritas, no la principal causa de su estrés.

— Bien— dijo ella—. Pero sólo porque de verdad no estoy de humor para caminar.

Se sentó a mi lado en el asiento trasero. En el camino me contó que dirigir el consejo estudiantil era una pesadilla.

— No sé cómo le hacía Zac— dijo ella—. Es muy difícil y no me deja tener tiempo libre. Lo poco que tengo lo uso para estudiar.
— Tal vez Zac tenía alguna especie de pacto con el diablo— dije.
— No, tiene tanta mala suerte que es imposible. Hace poco lo golpeó un libro en la cabeza. Le causó una herida rara.
— No me dijo. Me envía mensajes de vez en cuando pero nunca mencionó nada de una herida.
— Quizá no quería preocuparte.

Eso era algo que teníamos en común. Yo tampoco quería preocuparlo a él. Probablemente si sabía todo lo que me había pasado en los últimos meses iba a ponerse triste. Yo odiaría verlo así. Me alegraba que tanto Laura como Lucille no le hubieran mencionado nada.

— Si el consejo estudiantil te causa problemas entonces no hagas todo tú sola— dije—. Reparte el trabajo.
— Pero Zac no repartía el trabajo, lo hacía él. Al menos sí la gran mayoría.
— Pero él va a ser presidente, naturalmente sabe dirigirse y administrarse. Tú eres Laura, futura matemática.
— En realidad estudiaré física— dijo ella.
— Lo que sea— dije—. El punto es que no es tu deber hacer todo. Cada salón de clases tiene un representante. Ellos podrían encargarse de muchas cosas por ti. Tú sólo dirígelos bien. Así tendrás tiempo para estudiar y para tener una vida.
— ¿Y si no quieren?
— Entonces escribe sus nombres en una lista y pásamela. Me encargaré de que amablemente entiendan que deben ayudar.
— Sospecho que no serías amable para nada.
— Claro que sí— dije—. Soy la persona más amable del mundo.
Pregúntale a cualquiera. Y si dice que no es cierto, dime quién fue y me encargaré de que vea qué tan amable puedo ser.
— Te creo— dijo ella—. Y tu consejo es bueno. Trataré de ponerlo en práctica. Sobre todo ahora que la final de la olimpiada está tan cerca.
— Seguramente ganarás— le dijo Bran.
— Lo intentaré— dijo ella—. Aunque si no gano está bien, me alegra simplemente haber participado... este auto es muy lindo... ¿Es tuyo?

Ella miraba a Bran.

— Así es— mentí—. Es de él.
— ¿Y el rojo?— preguntó Laura.
— De Clint— dije.
— Ah, de él... espero que regrese pronto.

La miré intrigado.

— ¿Te dijo a dónde iba?— pregunté.

Entonces descubrí que Clint había dicho a principio de año que tenía una rara enfermedad que lo obligaba a ausentarse por tiempo indefinido. Hasta mostró documentos avalados por médicos. Eso explicaba por qué a nadie se le hacía raro que faltara tanto. Era un genio. Simplemente tenía todo planeado. No me sorprendía.

— Es una persona muy agradable— continuó Laura—. Ustedes deben quererlo mucho.

Bran soltó una risita.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now