15. El diario de James

65 16 38
                                    

Stefan no me molestó para nada los siguientes días. Se limitó a seguirme, protegerme y ver todas las cosas estúpidas e ilegales que hicimos en la escuela. Quizá no tuve ningún problema con él pero Laura parecía querer matarme. Por suerte Lucille siempre llegaba a salvarme. Pero por esos días hacía muchas preguntas. Era difícil lidiar con ella.
Mi fama en la escuela era pésima. Pero no me importaba. Alejaba a la gente y eso era bueno.

Mi rutina diaria era algo que ya hasta hacía en automático. Salía a correr, me bañaba, desayunaba, pasaban por mí, en la escuela no hacía nada hasta el receso donde Rocky o Bran ya tenía un sugerencia divertida que haríamos aunque terminaba siendo reprendido por Laura, enviado a la dirección, salvado por Lucille y luego salía con los demás al gimnasio o cualquier otra parte, todo eso estando completamente intoxicado por el polvito mágico que Bran me daba. Ignoraba a Stefan en todo momento en la medida de lo posible pero aún así él no se alejaba mucho. Pensé que así me pasaría mi última tarde sin Clint porque él llegaría al día siguiente, sin embargo las cosas cambiaron.

Estábamos en el gimnasio cuando apareció un auto bonito. De ahí salió Gerald, sonriendo como si fuera intocable. La expresión en la cara de Stefan cambió y se vio visiblemente más enojado.

— ¿Qué hace él aquí?— dijo Bran con cara de asco.
— Debe saber que Clint no está, no entiendo qué busca— dijo Rocky.
— Esperen aquí— les dije.

Salí del lugar para interceptarlo. Él me sonrió.

— James, luces tan bien como siempre pero de alguna forma resplandeces más... debe ser porque Clint no está cerca— dijo.
— ¿Sabes que él no está aquí?— le pregunté.
— Así es. Pero está bien porque no lo estoy buscando a él. Quería hablar contigo.

Intercambiamos miradas. Él observó detrás de mí. Stefan se encontraba cerca.

— Creo que él no me dejará acercarme— concluyó Gerald—. Está bien, necesitas que te protejan. Eres demasiado valioso. Además todavía debo derrotarte en las cartas. Espero que aceptes jugar conmigo la próxima vez. Necesito ganar al menos una vez o enloqueceré.

Me ofreció un papelito doblado. Lo tomé.

— Disfruta tu premio, pequeño James— me dijo él.

Luego subió a su auto y se fue. Miré el papelito. Lo desdoblé un poco para ver lo que tenía escrito. Era una dirección. Me quedé mirándolo atónito unos segundos. Sabía qué significaba. Él lo encontró. Ahí debía estar Paul. Mi corazón empezó a latir rápidamente.
Guardé el papelito en el bolsillo del abrigo de Jack que usaba. Entré al lugar.

— ¿Qué quería ese sujeto?— preguntó Bran.
— Sólo pedirme que jugara a las cartas la próxima vez con él— dije.
— ¿Nada más?— dijo Rocky—, qué molesto. Ojalá pudiera romperle la cara. Es una lástima que sea socio de Clint.
— Iré al almacén— dije.
— Aprovecha y toma un poco de dinero— me dijo Bran—. No puedes andar por el mundo sin nada.

Me fui. Stefan me siguió. Ambos entramos ahí. Cerré la puerta.

— ¿Qué es lo que te dio?— me dijo—, ¿Por qué le mentiste a los demás?

No sabía qué hacer. Esa situación me superaba. Stefan sabía que me dieron algo y se lo diría a Clint sin dudar. Debía silenciarlo. Pero también esa era mi última oportunidad de buscar a Paul porque no podía ir en otro momento, no me dejarían...
Me sentía desesperado. ¿Qué debía hacer? Stefan notó mi cara angustiada. Lo miré. Entonces se me ocurrió la respuesta. No eran problemas separados. No debían serlos. Podía solucionarlos si era tan buen actor como creía. Era momento de cosechar el fruto de todo mi trabajo manipulando a Stefan.

Rupturas de PasilloWhere stories live. Discover now