Dibujando

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#Hannigram  #relatocorto #Hannibal

Hay ocasiones donde las palabras no son capaces de expresar aquello que queremos. Bien por no ser suficientes, bien por temor a no ser escuchadas. Hay veces, incluso, donde las palabras son capaces de romper esa fina capa que hay de un sentimiento etéreo; ese tipo de sentimientos que se saben existentes, pero todavía no lo suficientemente fuertes como para ser nombrados en voz alta.

Las palabras todavía están en ese último punto. Pero Hannibal tiene otra manera, más privada, de expresar lo que siente. Él dibuja. Sus dedos trazan líneas en vez de sus labios frases. Hannibal dibuja y su mundo interior se plasma ante los ojos de quienes sepan mirar.

¿Sabría Will, ver, si supiese de sus bocetos?

Suspira. Will descansa en el sillón de su consulta. No ha querido despertarle y perder la oportunidad. Por una vez Hannibal observa a Will detenidamente, sin prisa, reteniendo para sí cada ínfimo detalle.
Su rostro, en paz. Su cabello revuelto en la almohada, rizos por doquier. Sus ojos azules, cerrados, moviéndose internamente en lo que Hannibal espera sea un buen sueño. Con él, a ser posible.
Sonríe.
No hay tensión en la mandíbula de Will, algo que tan acostumbrado está de ver Hannibal cuando acude a su consulta. No hay ceño fruncido, ni miradas perdidas que Hannibal intenta atrapar para guiarla de nuevo a la tierra, a su lado.
Nada de eso existe.

Hannibal dibuja y su mundo interior se expande, dejando una parte de él fuera. A través de sus lápices Hannibal sonríe, muestra piedad, ira.
A través de ellos, ama.

Y Will sueña. Y Will respira tranquilamente sin saber que al otro lado, en el mundo real, hay un hombre que suspira mientras le dibuja, anhelando un día ser capaz de mirar ambos hacia el mismo punto. Porque Will está tan sólo como Hannibal, y Hannibal sabe que el uno con el otro enfrentarían esa soledad que, por lo menos a él, cada vez se le asemeja más dura.

Cuando Hannibal dibuja a Will, el peso de su corazón se aligera un poco. Cierto es que enseguida se vuelve a llenar, anhelante de Will, siempre por Will. Pero durante ese espacio de tiempo, puede elevarse un poco. Expresar el amor a través del dibujo es su forma de sentirse libre con Will.

Levanta su mirada. Will se mueve levemente.
Aguanta un poco más, cariño, ya casi he acabado, piensa.

Will durmiendo. Will de pie, en su consulta. Will en la cama del Hospital. Will, desnudo, a pesar de no haberlo visto nunca. A buen recaudo los guarda todos, un día podrá mostrarselos, regalárselos incluso. Al menos eso es lo que desea.

Sonríe, satisfecho, ante la última línea.

- ¿Puedo moverme ya?

La voz de Will, casi un susurro, hace que se tambalee un poco, sentado como está.

- Hannibal.

Asiente, sin decir nada. Mira a Will, descubierto, pensando si tal vez este sería un buen momento para que las palabras cobren protagonismo.

- ¿Lo sabes?, pregunta.

Will parpadea. La comisura de sus labios se eleva en una ligera sonrisa, leve como el aleteo de una mariposa.

- Siempre lo supe. Puedes seguir dibujandome, si quieres, y yo puedo seguir haciendo que no me doy cuenta. O - le mira - podemos hablar.

- ¿Hablar?

- De ti, Hannibal. De mí. De nosotros.

Nosotros. Una palabra mágica en cualquier situación que se presente en la vida. Nosotros significa juntos, significa unión. Significa fuerza para enfrentarse al resto.

Hannibal apoya el lápiz sobre el papel, sobre el dibujo de un Will que eternamente seguirá dormido. Se gira y mira al joven, sus miradas se cruzan creando un puente entre los dos, esperando ver quién empieza a caminar por él primero.

- ¿Qué es lo que sabes, Will?

- Que tus dibujos están llenos de miedo, pero también de... amor.

- Amor. Un sentimiento profundo.

- Como lo son tus dibujos, Hannibal. Mírame. ¿Tan inalcanzable te parezco? Me pintas como una ilusión, perfecto, cuando estoy lleno de imperfecciones.

Hannibal canta internamente. Todo esto es poesía.

- No para mí. Para mí eres arte, Will Graham.

Will se incorpora, sentándose en el sillón. Sus dedos empiezan a desabrochar su camisa.

- Dibuja mis imperfecciones, Hannibal. Quiero que me veas tal cual soy. Cada cicatriz, cada arruga. Solo yo, sin la imaginación entre nosotros. Quiero la verdad.

Hannibal regresa su mirada al papel. Aparta el dibujo de Will, coloca otra hoja en blanco y vuelve a mirar al joven. Desnudo, en la misma posición que cuando dormía.

Esta vez, el corazón de Hannibal no vacila.
Esta vez, sus dedos no tienen que demostrar nada.
La verdad baila por la habitación, se mueve libremente y, cuando pasa por el lado de Hannibal, un ligero empujón le obliga a reaccionar.
Estás aquí, con Will, por Will.
Quizá nunca más vuelvas a estar solo.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now