Un silencio triple

883 96 6
                                    

#Hannigram #WillGraham #Hannibal #relatocorto

La consulta de Hannibal se había convertido con el paso del tiempo en una extensión más de la vida sexual de ambos hombres.
¿Por qué no, se decía? La estancia es para Will un lugar seguro, siempre lo ha sido. Conocía perfectamente cada rincón, cada cuadro, cada pequeña escultura y Hannibal se atrevería a decir que casi cada libro. En la consulta Will había empezado siendo ese perfilador del FBI, tan perdido, tan poco conocedor de sí mismo. En ella había ido evolucionando, gracias también a todo tipo de susurros, y finalmente era aquí donde ambos se consumían mutuamente siempre que podían.

- Deme su corbata, doctor.

No lo piensa dos veces. Hannibal sonríe e intuye para qué la quiere su insaciable compañero. El descubrimiento sexual de Will había sido con Hannibal, con él disfrutaba de esa parte suya que dormía y al fin había despertado. Hannibal proporcionaba a Will todo el placer del que era capaz y Will, a cambio, proponía todo tipo de escenas en las que Hannibal participaba gustoso.

- En la silla, por favor. No se mueva - le susurra en el oído, detrás de él, mientras usa la corbata como venda en sus ojos.

Nadie diría que dentro de la consulta hay alguien, sólo aquellos que escuchasen atentamente oirían tres silencios. El primero lo escuchabas en las agujas de un reloj que puntual marcaba las horas, el tiempo nunca se detiene; el segundo, en un hombre joven de ojos azules que muy lentamente se arrodillaba, su mirada cristalina llena de adoración. Por último estaba el tercer silencio, y este silencio lo ocupaba casi todo. Si te parabas a escuchar lo suficiente intuías la respiración de otro hombre, más mayor, expectante y llena de deseo.

- ¿Will?

Entre las piernas de Hannibal, su amante, su mundo entero. Su boca sobre el pantalón haciendo que la polla de Hannibal empiece a despertar. Pequeños mordiscos sobre la tela y las manos de Hannibal acariciando esos rizos que le vuelven loco.

- Manos quietas. Deja que la tarde sea sólo mía.

Hannibal asiente, por descontado que lo será. Cualquier cosa que brota de los labios de Will, Hannibal la satisface.

- Eres incorregible, querido.

- Y te encanta - responde Will.

Las manos sobre los muslos de Hannibal, separando las piernas. Los dientes sobre la cremallera del pantalón y un cuarto silencio ahora con el sonido de la misma al bajarse. Si Hannibal pudiese ver quedaría atrapado en el amor de ese joven al que tiempo atrás casi había llevado a la locura. Sonreiría en respuesta a la sonrisa, y no podría evitar besar esos labios que tan bien conocía.

- Will...

- ¿Sí?

- Te necesito.

Complicidad y confianza, claves en cualquier relación y que entre ellos había brotado con una naturalidad que asustaba, después de todo lo vivido. El disfraz de persona de Hannibal desaparecido y, en su lugar, un corazón que expresaba exactamente lo que quería expresar. Ese era el poder de Will.
Los dedos de su amante desabrochando el pantalón, invitándole a elevarse lo suficiente para bajarlos. Los mismos dedos jugando con su polla por encima de la ropa interior, un ligero toque, suficiente para provocar un volcán en él.

- Por favor, Will. No seas grosero.

- Todo para ti lo es. Además, adoras que te pinche, Hannibal. Te excita.

La sonrisa se escapa de su corazón y Will la atrapa en la suya aunque Hannibal no lo vea.

- Si sigues así haré un desastre.

- Oh, y sería una lástima que tus caros pantalones se mancharan. Una lástima.

Manos firmas bajando la ropa interior y la calidez y humedad de unos labios que Hannibal ha besado tantas veces como Will le permite.

- Ahhh, te deseo.

- Silencio, doctor. Quizá al otro lado haya alguien.

La polla de Hannibal besada en su punta, el líquido preseminal recogido y saboreado y la excitación en aumento al imaginar el rostro de Will mientras lo hace. Seguramente el azul de sus ojos sea menos azul ahora, y miren hacia arriba engullendo el mundo que les rodea.

- Devórame - suplica.

Y Will, que ya tenía pensado hacerlo, abre la boca e introduce la polla de su amante hasta el fondo de su garganta. Hannibal gime y su mano derecha no puede evitar coger el pelo de Will, empujando todavía más abajo. La respiración del joven en el vello inferior es algo que Hannibal no puede soportar.

- Llegaré enseguida. No me calientes la polla, sólo muévete.

La saliva llenandolo todo y un quinto silencio ahora en el movimiento de la cabeza de Will mientras aprieta con sus manos los muslos de Hannibal. Obscenidad, deseo, y un orgasmo que llega tan rápido como Hannibal sabía que haría. Su semen en el interior de quién lo ha provocado, cada trago de Will con la polla de Hannibal todavía en su garganta.

Quizá Hannibal sueña y tal vez lo suyo con Will nunca llegó a nada.

Esas mismas manos ásperas en su cara ahora, y esos mismos labios en los suyos, ardiendo, saboreandose a sí mismo en lo que Hannibal bien firmaría como su propio final.

- Te amo - dice, sus ojos vendados aún. Hannibal no lo dice muy a menudo, él lo expresa.

- Lo sé, eres el libro en el que me miro cuando en ocasiones me pierdo un poco. Sólo necesito leer un par de líneas en tus ojos y me encuentro. Y vuelvo a ti, a través de este amor.

- Bien. Quítame la venda. Quiero asegurarme que fuera nos oyen - sentencia Hannibal.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now