A través de los ojos,

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A través de los ojos

En los ojos de Will, Hannibal había encontrado una paz que no sabía que existía y que ahora reclamaba fuertemente como suya. En el verdeazulado de ese mar se perdía cada día, varias veces, y se volvía a encontrar sabiendo que éste era su lugar. Y que no quería estar en ningún otro sitio lo que le quedase de vida.

Podría morir en ellos y moriría feliz, pensaba.

En los ojos de Will, Hannibal decidía cada noche cómo iba a mostrar sus sentimientos. Porque en ellos estaba la pasión que nunca antes sintió por ninguna persona, y a través de ellos ese deseo se hacía tangente. Sus manos se convertían en el pincel que trazaban líneas en el cuerpo joven de Will, su lengua la tinta que dejaba marcas imborrables en el fondo de su alma. 

Te haría el amor cada minuto del día y aún así me quedaría corto; te follaría duramente y reclamaría como mío para que nada ni nadie -ni siquiera tú - pusiese en duda todo lo que siento. Un fugaz pensamiento que hacía real cada vez que el perfilador se cruzaba en su camino. 

Porque en la cotidianidad de los ojos de Will, Hannibal había recogido aquellos sueños que una vez tuvo y los había juntado de nuevo. La taza rota ya no estaba rota, y Will sonreía sabiendo que esta vez era para siempre. Hannibal no lo dejaría marchar, y Will no quería irse a ninguna otra parte.

- ¿Duermes, mylimasis? 

En esos preciosos ojos Hannibal se veía reflejado constantemente y, todo sea dicho, amaba lo que veía en ellos. La soledad vencida, la libertad de ser él mismo junto con el hombre amado y los planes que Hannibal tenía para los dos en un futuro que ya no era incierto.

- Dormía - Will sonríe y Hannibal gira su rostro, besando esa sonrisa y atrapándola en la suya propia.

- Eres perfecto.

A través de los ojos de Will, Hannibal había descubierto una parte de él que se había entregado por completo. Tal era el poder que le había concedido al perfilador. Lo amaba y eso conllevaba confiar. 

- Qué va...Hannibal, duerme...

- No puedo, mi cabeza está llena de poesía. De ti. Deberías dejar que te la lea - su tono de voz, necesitado de Will otra vez más.

- Vas a acabar conmigo, doctor Lecter.

- Ardes igual que yo, querido. ¿Por qué no arder juntos?

En los ojos ámbar de Hannibal, Will había descubierto una verdad que sólo él podía ver y que estaba dormida. En ese color tan fascinante había aceptado quién era tras años luchando contra sí mismo. Hannibal había sido el remo en el que Will se apoyó todo el tiempo y el vaivén del agua le había llevado hasta este preciso momento, a su lado.

¿Dudaba? En ocasiones la conciencia que una vez tuvo le decía que este era un amor impensable, imposible, una rareza que les llevará a ambos a la locura.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now