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🔥 Venecia sin ti 🔥
Había confiado en él. Hannibal llevaba un peso en el corazón del que se quería deshacer, y ese peso se llamaba Will Graham. Lo había traicionado. Tenían planes, un futuro juntos alejados de esa parte de ellos que jamás los aceptaría. Y Will había elegido, muy a su pesar, en contra de todo aquello que sus labios pronunciaron un día en voz alta.
- Huyamos juntos - le dijo.
Cuánto dolía. Hannibal no quería ese dolor. La última vez fue Mischa, desde entonces se había protegido contra cualquier emoción humana que le hiciese vulnerable. Maldito Will Graham y su empatía, maldito sea con su forma de ver el mundo, que tan atrayente le parecía. Que tan cerca le hacía sentir de otro ser humano.
- ¿Dónde iremos?
- Quiero llevarte a Venecia, Will. Te encantará.
El olor en su piel, tan característico. El sudor fino cuando hablaban de esos supuestos planes. ¿Por qué había tenido que hacerlo? Hannibal no podía decir si sentía más rabia por Will o por él mismo. Qué iluso había sido. ¿Cómo se había permitido amarle así?
- Tengo algo para ti, Will. Quería dártelo antes de dejar esta vida atrás.
En su consulta queman todos los papeles que un día Hannibal escribió. En ella, que tantas horas había visto pasar juntos a los dos hombres, el reloj que Will le dibujó flota entre ambos como un recordatorio de lo que antaño fue. Aprieta los puños. Maldito Will y sus maravillosos ojos. Salvaría los bocetos, todos ellos, porque el arte siempre debe prevalecer. Maldito sea Will y su forma de mirarle, en gris, desde los papeles donde lo había hecho inmortal.
- ¿Qué es?
- Cierra los ojos por mí, querido.
La palabra quema en la punta de su lengua. Nunca más podrá volverá a decírsela, ni verá el efecto que provoca en el joven perfilador haciendo que nazca su sonrisa. Porque Will, en su afán por descubrir al Destripador, lo había descubierto a él y, con ello, también sus sentimientos. O así se lo hizo creer. Hannibal dudaba de todo ya.
- Confío en ti.
Hannibal tiene ganas de golpearlo, de acabar así. Pero lo ama y gracias a ello, será rápido. Es lo único que le debe. Cómo podía decir eso y no vacilar, cómo pudo creerlo. Todavía recuerda el momento exacto que se enamoró de él, siempre a la defensiva, siempre dispuesto a atacar si se sentía amenazado. Hannibal se enamoró de esa fortaleza y de todo lo que le acompañaba aunque, también, lo hizo de todos esos momentos donde Will se sintió tan perdido que creyó que se desvaneceria dentro de su propia mente.
- Dime por qué, Will.
Su mano izquierda cubre los ojos del perfilador, que nunca más volverán a abrirse. La derecha aprieta un cuchillo contra su cuello. Tiembla. Maldito Will y su forma de ahuyentar la soledad. Solloza, no puede evitarlo.
- ¿Hannibal? ¿Qué haces?
- Lo sé, Will. Dime por qué.
Will intenta zafarse. Se remueve contra él en vano, Hannibal es más fuerte. Un poco de sangre corre por su cuello. Nota su lengua recogiendola. Siente un escalofrío.
- Jamás seré como tú.
Pudo haber dicho tantas cosas. Pudo haber suavizado todo. Y, haciéndolo, habría dejado de ser Will.
- Nunca amaré a nadie como a ti, mylimasis. Jamás.
Hannibal llora cuando la sangre brota a borbotones y cae sobre la alfombra. Llora desconsolado cuando el cuerpo de Will, sin vida, se derrumba mientras lo sujeta suavemente y lo tumba. Se maldice a sí mismo, maldice el doble a Will, cuando con la mano cierra sus ojos.
Venecia sin Will. Sus calles vacías, el eco de su risa entre sus antiguas paredes. Su fantasma persiguiendolo porque es justo lo que se merecía. Vivir eternamente a través de Will, con él, sin él en un mundo que para siempre estará vacío.
