El altar de Hannibal

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#Hannigram

En el cuerpo de Will, Hannibal ha construido su Altar. Un Dios adorado sólo por él, cuya existencia bien vale cualquier sacrificio. Un Dios cruel que sabe perfectamente que lo es, un Dios con forma humana y ojos del color del cielo.

- Dios se siente poderoso - le dice, Will sentado frente a él.

En su Palacio Mental, Hannibal desnudo, sangre deslizándose por su cuerpo. Will es el culpable, su Dios. Es de él a quien pertenece, o más bien de él de donde fluye. La unión de dos corazones bajo la mirada de un símbolo que a Hannibal no le representa. Pues están en la capilla de Palermo.

- No le hacía creyente, Dr. Lecter. Sino todo lo contrario.

Hannibal clava sus ojos en él, su mente centrada en las embestidas que Will hace buscando su propio placer. Un ligero rubor tiñe sus mejillas.

- Hablar de Dios no me convierte en creyente, Will. Tan sólo digo en voz alta aquello que también piensa: que no es misericordioso, sino injusto. La Justicia de Dios, irónicamente hablando. ¿Cree usted?

Will se inclina hacia adelante mientras Hannibal cierra los ojos en esa maldita capilla. Las luces de las velas reflejan su cuerpo no humano, ¿o es el de Will, fuera al fin de la crisálida, aceptándose? Los jadeos de Hannibal, junto con los del joven, inundan los oídos de las esculturas divinas.

- Creo en lo que veo. En lo que hago.

- ¿No cree que los actos de Dios, al igual que los humanos, son imperfectos?

- ¿Se compara con él?

- En realidad le comparo a usted, Will. Se siente perdido, sus ensoñaciones, su huída en su propia mente. Y no debería. ¿Acaso a Dios le tiembla la mano cuando una inundación se lleva por delante cientos de vidas? Nuestros actos no deben ser juzgados, del mismo modo que no lo son los suyos.

Hannibal calla. Los labios de Will sobre los suyos, compartiendo el sabor de la sangre. Sus manos en la cadera, alentandole a ir más rápido. La polla de Will entre los dos y la visión del deseo en su máxima expresión reflejada en la llama de las velas.

- Admírese por lo que es, Will. Ascienda por encima de las normas sociales que le tienen encadenado. Imagine cómo sería ser libre.

- ¿Y la conciencia?

- Un rasgo modificado. No la crea objetiva, Will, cuando piensa no lo hace por usted mismo sino por decenas de personas que le han guiado hasta lo que cree es su propia voz. Requiere cierta fuerza de voluntad modificarla.

Se reclina en la silla, sus manos entrelazadas encima de sus pantalones. Su nombre repetido en su oído, los dientes de Will sobre su cuello, apunto de llegar al orgasmo.

- No siento rechazo por lo ocurrido. No siento lástima.

- Bien. Porque lo que ha hecho es una obra de arte. Y, como tal, debe ser adorada.

Hannibal separa sus labios. Su lengua, trazando la de Will, grabando en ella sus sentimientos. Un ligero jadeo en su consulta.

- ¿En qué piensa, doctor?

- En Palermo. Hay una capilla, en el suelo la única muestra de mortalidad. En ella la vida se une a la muerte, y usted es la imagen viviente de un Dios en su apogeo. Yo tan sólo puedo adorarle, Will.

- Hannibal....

El clímax en la capilla, el abrazo entre los dos y la sangre en sus sentidos. El pantalón de Hannibal sucio, la mirada de Will hambrienta.

- ¿Le gustaría venir a Palermo conmigo, Will?

- ¿Para que me.. adore allí? Sí, doctor Lecter. Quiero follarle en esa dichosa capilla.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now