Solos ante la mirada de Dios

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#Hannigram #WillGraham #Hannibal #relatocorto

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🔥 Solos ante la mirada de Dios🔥

Lo habían ensayado tantas veces que a pesar de ser un bailarín horrible, Will estaba bailando como si lo hubiese hecho toda la vida.
De fondo, su canción. A su alrededor la capilla Normanda y, bajo sus pies, la única muestra de mortalidad que con el sonido del papel quemándose, Hannibal una vez le contó.

- Nunca vas a dejar de sorprenderme, Will Graham. ¿O debiera decir esposo?

Era su boda. Hannibal había querido casarse allí, tenía esa espina clavada desde que no pudo disfrutar de ella con Will, no cómo merecían. El soborno funcionaba bien la mayoría de las veces, las amenazas lo hacían siempre. Así había conseguido que un cura hiciese su actuación, dejándolos solos después. Qué había sido de esa pobre alma Will no lo sabía y, ciertamente, tampoco le importaba.

- Suena raro, mejor Will. Por ahora al menos.

Hannibal sonríe y acerca a Will todavía más a él. La calavera que antaño sostuvo el corazón de Hannibal, que había creado a tamaño humano sólo para el perfilador, es testigo ahora de cómo ese mismo corazón salta de felicidad en su pecho.

- ¿Eres feliz, querido?

La mano de Will aprieta su mano y Hannibal sabe que si lo encarcelasen de nuevo no sería capaz de soportarlo. No con todos estos momentos, recuerdos en su Palacio Mental. Ya no eran ilusiones ni deseos. Eran todo lo que soñaba y se había vuelto realidad.

- El psiquiatra eres tú, Hannibal. ¿Se puede ser feliz plenamente?

- Sí. No siempre, pero sí en momentos concretos - sus pies siguen moviéndose alrededor de la calavera. Como ahora. Una vez alguien dijo que si tienes a alguien con quien puedes ser así de feliz ni que sea unos minutos, debes considerarte afortunado. Eso soy, así me siento.

Will le regala una vez más su sonrisa, Hannibal siempre sabía qué decir. Sus ojos azules sonríen a su vez y el agarre de su mano se vuelve más fuerte. Para él llegar hasta aquí no ha sido nada fácil, Hannibal jamás se lo puso fácil. Atrás quedó una mujer y un hijo que aunque no era suyo, llegó a querer como tal.

- Estoy deseando llegar a la habitación del hotel. Quizá ahí sí te llame esposo entre gemidos - le dice al oído, sabiendo exactamente lo que va a provocar.

- Te deseo, ¿por qué esperar?

Will se aparta decidiendo si es una broma o no.

- Estamos solos, mylimasis. Solos ante la mirada de Dios. Hagamos que arda en el infierno en el que merece estar mientras me encuentro en tu maravilloso cuerpo - sus manos se deslizan hasta el pantalón de Will, desabrochando el botón -. Quiero oír el eco de tus gemidos justo aquí, ahora, y que éstos sean eternos.

Will asiente. Está excitado. La mano de Hannibal rozando su polla lo excita todavía más.

- Joder, Hannibal - se arrodilla con los pantalones en sus tobillos. Tiene hambre.

- Abre la boca, querido. Hagamos nuestra voluntad.

La calavera sostiene a ambos hombres mientras se elevan, rompen y vuelven a formar bajo sus cuerpos. Se llena de sudor, de intentos de agarre cuando se embisten, montan y gritan a un Dios en el que no creían, pero maldecian de todos modos.

- Siempre serás mi mejor obra de arte, Will Graham. La única que de verdad importa.

El blanco mancha sus muslos, boca, cara y suelo.

- Limpialo con la lengua - continúa Hannibal, señalando las baldosas. Sé un buen chico para mí.

- Sólo si me regalas un orgasmo más... esposo.

Su polla se endurece. Qué don, qué increíble don.
Todo por lo que han pasado, ha merecido la pena.

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