El Ángel Caído

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#Hannigram #Hannibal #WillGraham #relatocorto

😈 El Ángel caído 😇

Como Zeus y Ganímedes, así se había enamorado Hannibal de un ser humano. Tal cual la historia mitológica tenía pensado raptarlo, ascender con él a los cielos y convertirlo en su amante. Quien sabe, quizá con el tiempo y si es merecedor, le concediese un atisbo de inmortalidad. Compartir toda una vida, si se daba el caso.

Porque Hannibal era un Ángel, aunque él mismo consideraba la palabra poco acertada. Hacía tantos años que no se comportaba como tal, que le gustaba llamarse a sí mismo Ángel caído. Un ser entre dos dualidades que actuaba por pura conveniencia. Hannibal era dueño de sí mismo y se vanagloriaba de ello.

El hombre se llamaba Will Graham. Joven a los ojos de Hannibal, de mediana edad en el mundo mortal. En una de sus escapadas a la Tierra lo reconoció - Hannibal, como cualquier Ángel, veía el aura de las personas - mientras caminaba entre la multitud con cara de querer golpear a alguien. Quedó sencillamente prendado de él.

Plegó sus alas - grises a medida que pasaba el tiempo y no blancas - y, bajo su apariencia humana, siguió a Will hasta la cafetería más cercana. Se sentó a una distancia suficiente como para dejar que Will tuviese su propio espacio, pero también cerca como para que le descubriese.

Lo hizo, minutos después, mientras esperaba un pedido que parecía no llegar nunca. Clavó sus ojos azules en Hannibal y éste supo que no quería que otros ojos le mirasen nunca más. Decidió en ese preciso momento hacerlo suyo.

Hannibal pasaba cada día demasiado tiempo en la tierra por Will. Misma cara de querer mandar al mundo a la mierda, mismos pasos acelerados hasta llegar a la cafetería. No cruzaban palabra, pero tampoco era necesario.
Hannibal descendió a la tierra mientras rumiaba que hoy sería el día perfecto. El anhelo lo consumía por dentro.

- ¿Crees en los Ángeles, Will?  - pregunta, acercándose por primera vez.

Una frase en labios de un hombre cuya apariencia atraía demasiado. Will sonríe y sus ojos acompañan esa sonrisa.

- ¿Crees tú, quien quiera que seas?

Qué osado. Hannibal, de tener corazón, lo habría notado en su pecho golpeando como un tambor.

- Claro. Si me lo permites, te mostraré algo que ningún humano ha visto.

Will arquea la ceja. ¿Ningún humano?

- No sé quién eres.

- Hannibal - se apresura a responder -. Y tú eres Will.

- ¿Cómo....?

- Tiendo a absorber todo lo necesario de lo que me interesa. Y tú, joven, me interesas demasiado.

- ¿Qué eres, una especie de jefe una secta? ¿Captas a la gente o qué?

- No entiendo nada de lo que dices. Dime, Will, ¿vienes o no?

Hannibal coloca su mano con la palma hacia arriba. Una invitación, su primera invitación. Otros Ángeles antes que él se habían enamorado de mujeres y hombres mortales, ninguno de ellos vivió lo suficiente como para comprender lo que había ocurrido.

Ellos dos serían diferentes, Hannibal lo haría diferente.

- Trabajo en el FBI, Hannibal. Ni de broma voy a irme contigo a saber dónde para hacer no se sabe qué.

- Haremos el amor, joven. Haremos el amor y ascenderas conmigo más allá de un Cielo y un Sol cuyos nombres la humanidad ha olvidado. Te amaré hasta que tu cuerpo diga basta, hasta que tu alma mortal pida parar, y solo entonces decidiré tu destino.

- Suenas como un loco, un depravado. Adiós, Hannibal. No vuelvas a acercarte a mí.

Los ojos ámbar de Hannibal observan a Will salir por la puerta, extrañados. Ha sido sincero, pensaba que la humanidad apreciaba la sinceridad. Debería haber practicado más el arte de la comunicación, pues los Ángeles no usaban palabras para hablar entre ellos.

Se levanta y sigue a Will sabiendo exactamente lo que debe hacer. A pocos pasos de distancia Will camina firme y rápido. Una calle, giro, de nuevo recto. Por la hora que es se dirige al trabajo, a ese sitio llamado FBI. Una avenida, Hannibal cruzando sin fijarse en el tráfico. Total, no puede morir, ya lo hizo cientos de años atrás.

- No debí preguntarte - le dice a Will, abrazandolo por detrás cuando están en una callejuela vacía -. Jamás admito un no por respuesta.

Hannibal se quita la camisa y despliega sus enormes alas. Will se gira lo suficiente para ver que está desnudo, y que él mismo también lo está en una situación tan dantesca que cree estar soñando.

- Me llamo Will Graham - musita - son las 09.15, estoy en Baltimore, Maryland.

- Tienes una bonita voz, Will Graham - le dice al oído -. Estoy deseando saber cómo suena cuando gimas bajo mi toque.

- Estoy soñando. Estoy soñando, sólo tengo que despertar - Will se pellizca los brazos sin éxito.

- No, amado. Pero soñarás, y seré dueño de todos tus sueños a partir de ahora.

Un beso en el cuello y siete son las palabras adecuadas susurradas en el corazón de Will para que se desvanezca.
Hannibal lo coge entre sus brazos, mira a ambos lados de la calle y poco a poco empieza a desaparecer.

Sonríe. Un Ángel no debería pasar la eternidad solo, y Hannibal había elegido al fin a un compañero.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now