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🔥 Dolor y placer 🔥
Quizá es que en el dolor encontramos parte de una calidez desconocida y, con él, descubrimos el significado de lo que significa amar y ser amado. Tal vez van de la mano y todavía no nos hemos dado cuenta.
El dolor físico era algo asiduo en sus vidas. Junto a él, en ocasiones contadas, estaba otro tipo de dolor, ese que se te queda grabado en el alma. Ambos lo querían así, había sido de mutuo acuerdo. Todas las noches olvidaban parte de quiénes eran y entraban en un papel donde el placer explotaba con cada dura embestida, con cada golpe dado a conciencia.
La sangre, una compañera más. Las lágrimas, de su mano.
- Más fuerte.
Aferrado a Hannibal, Will se abraza a él porque sabe que de no hacerlo el dolor será insoportable. Verdugo y libertador a la vez, Hannibal se mueve sobre él bruscamente buscando su orgasmo porque sabe que el de Will llegará enseguida.
- Rómpeme, Hannibal.
Adoraba hacerlo. Muerde el cuello de Will tan fuerte que nota un ligero sabor férreo al haber rasgado la piel. Will es exquisito, provocar en él todo esto y que además lo busque lo es aún más. Se entierra en él todo lo que puede mientras muerde su labio inferior, y Will gime en su boca, sacando a la vez su propio gemido.
- Ponte encima.
Sin separarse Will se sienta sobre él empujando hacia abajo. Su próstata suplicándole que pare y él decidiendo todos los días que quiere más. Si se puede morir a base de orgasmos, lo descubrirá tarde o temprano.
- Cógeme de la cadera y ayúdame a hacerlo más duro.
Cada bajada es un grito, la sujeción de Hannibal firme y sus dedos marcándose en la piel del joven es lo único que le ata al mundo ahora. Había encontrado el amor en la sumisión, el deseo en la dominación. Y, en el conjunto de ambos, una plenitud como nunca había sentido.
Hannibal alarga sus brazos, notando la tensión en su polla y en los muslos de Will, y toma el cuello del perfilador mientras lo aprieta. En menos de cinco segundos se corre dentro de Will y Will lo mancha todo porque sus orgasmos son así, un torbellino incontrolable que Hannibal adora recoger con su lengua después.
- Will, si quieres podemos probar otra cosa. No tienes que...
- No. Esto es lo que quiero, así es cómo te quiero.
- ¿Por qué?
- Huir del dolor es lo fácil. Amo cada rincón de ti, y por encima de los demás ese que encuentra placer en hacer daño.
- A veces me pregunto si soy yo el que susurra o eres tú, querido.
- ¿Qué importa? Date la vuelta, ahora es mi turno de oirte gritar.
Porque en el dolor y el placer estaba su equilibrio. En esa línea fina que ellos dos comprendían y disfrutaban estaba la unión que ninguno de los dos buscaba pero que les envolvía haciéndoles sentir en casa. Y eso era algo que a nadie más incumbía.
