"Entre palabras, mi existencia a través de la tuya. Y en las historias, el intento de dar forma a lo que siento"
🔥 La melodía entre tus manos me pertenece 🔥
El Clavicordio se había convertido en sus manos sobre el cuerpo del joven perfilador, ese que todavía no conocía. Las notas que sacaba de él, dispares, en esos gemidos que resonaban en su mente y que aún no había escuchado.
Hannibal se sentaba cada tarde, sobre todo aquellas que había pasado con Will en su consulta, y creaba. Había días, como hoy, que el deseo era quien guiaba sus manos que rápidas se movían porque así era el deseo que sentía por él: un torrente bajo su piel que luchaba por formar parte del mundo. Otros, en cambio, era su corazón quien le obligaba a ir lento, pues también esa es una faceta del amor, la de ser paciente y esperar.
En su Palacio Mental todos los momentos ocurridos y, también, los que no eran más que sueños. Porque cuando Hannibal creaba con el clavicordio daba alas a una imaginación que más que imaginación era esperanza. Quizás, tal vez, quién sabe. Tantas posibilidades en sólo dos caminos.
- ¿Le gusta la ópera?
Quería compartir con Will su mundo, la parte de él que era aceptable a ojos ajenos. Poco a poco, pensaba, en Will estaba el potencial.
- ¿Me está proponiendo una cita, Dr. Lecter?
Will era un libro abierto. Pensaba y hablaba, sentía y expresaba. Hannibal amaba esa facilidad para ser él a pesar de todo lo demás.
- Le estoy proponiendo unas horas fuera de esta consulta, en un espacio de disfrute y evolución humana.
Porque Hannibal se esforzaba demasiado en crear la melodía perfecta. Will no merecía menos. Y, cada tarde, esas manos que tantas vidas habían arrebatado peleaban con lo que sentía intentando dar forma a lo que guardaba su corazón.
- ¿Por qué no me invita a cenar en su casa?
Hannibal dudaba si la conversación había tenido lugar o era uno de los tantos sueños en su Palacio Mental. Y, con todo ya preparado y listo para servir, esperaba que ese joven del que se había enamorado y con quien quería compartirlo todo llamase a su puerta mientras sus manos seguían moviéndose, ya más certeras, sobre las teclas de un clavicordio que se había convertido en una extensión de sí mismo.
- ¿Compone?
Will pasa los dedos por encima del clavicordio y Hannibal reprime un gemido que sus ojos y su cuerpo no dudan en expresar.
- ¿Por qué ha venido, Will?
- ¿Por qué no iba a hacerlo?
Hannibal toma la hoja que lleva el nombre de Will. En ella, los pienso tanto en ti que duele.
- Porque es consciente de lo que siento. Tiene un extraño y magnífico don, Will. Lo que desconozco es si lo está usando a conveniencia.
Will sonríe y Hannibal atrapa la sonrisa en la suya. Se sienta frente al clavicordio y hace señas para que el psiquiatra también lo haga. La cercanía, en ocasiones, quema. Se siente lejana. Dubitativa.
- Quiero que toques y seas tú, Hannibal. La melodía entre tus manos me pertenece.
Chico listo. Dos veces siete palabras y Hannibal coloca el papel frente a él mientras Will no aparta sus preciosos ojos de sus manos.
- No está acabada. Nunca sé cómo terminar cualquiera de ellas. Es...difícil, tratándose de ti.
Will apoya su mano en la de Hannibal, que sorprendido le mira.
- ¿Ayudaría esto?
Y le besa. Y el Palacio Mental de Hannibal se llena de toda la música que todavía no ha nacido pero que vive en su corazón porque desde que Will está en su vida, ha vuelto a saber que tiene uno y quiere complacerlo. Tiene tanta hambre de él que convierte el beso en mucho más.
- Ayudaría tenerte bajo mi cuerpo, sentirte y hacerlo real. Ayudaría darle forma a través de mí, de ti, y ver qué sale de ello.
Y Will, que ansía ver en qué se convierte la melodía que lleva su nombre, entrega todo lo que Hannibal soñó.
