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#Hannigram #WillGraham #Hannibal #relatocorto
"Porque en el caos también se puede encontrar paz, y yo estoy deseando perderme en el tuyo"
🔥 Caos 🔥
- Pensaba que habías muerto.
Minutos antes, el caos absoluto. Y Hannibal, que había causado dicho caos, entraba en él con los brazos abiertos como quien da la bienvenida a un amigo del que desconoces su existencia. Porque lo que Hannibal llamaba Caos eran celos y él, por descontado, estaba por encima de tales nimiedades humanas.
- Casi lo hago.
Will, despachados todos los demás, está sentado sobre su escritorio mientras el Caos inunda su consulta. Todo tiene sentido, todo encaja en ese maldito caos que él mismo ha provocado. En su rostro los restos ya secos de la pelea y, si te fijas más detenidamente, mucho más. En el rostro de Will, una preocupación como nunca antes ha visto.
- Siento como si te hubiese arrastrado a mi mundo, Hannibal - continúa.
- No ha sido así, hay cosas que escapan a nuestro control.
Como sus celos al escuchar a Will la noche anterior hablar de su beso con Alana. Sí, en verdad hay cosas que hasta a él se le escapan. Sonríe.
- No fuerces la herida de la boca, debe de doler - Will alarga la mano y se detiene, consciente de lo que iba a hacer.
Y Hannibal, cuyo caos empieza a parecerle la mejor de las estrategias, toma la mano que flota en el aire a medio camino entre el tal vez y el sí.
- Pero agradezco la compañia - la aprieta en su mano, sin soltarla.
Dos hombres que llevan deseando a escondidas algo que ninguno de los dos dice en voz alta pero que saben perfectamente lo que es. El color rojizo de la sangre contrasta con un leve color morado por los golpes. Y Will, cuyos ojos han conseguido que Hannibal se ahogue en ellos, se inclina porque en estos momentos es el deseo el que habla y nada hay que quiera hacer más que esto.
- No sé qué habría hecho si te pierdo. No sé...
- Estoy aquí, igual que tú. ¿Por qué hemos tardado tanto?
- Yo no sé querer bien, Hannibal.
- Ya lo estás haciendo, mírate. Miranos, no podemos más.
Otro tipo de Caos ahora, golpes de objetos cayendo al suelo mientras la madera donde descansaban se llena de carne humana, de gemidos en oídos que soñaban con escuchar cómo sonarian y que por fin lo ven cumplido. Entre muebles rotos, libros que encierran parte de la sabiduría humana y papeles en los que no se encuentran los bocetos de Will, ambos hombres se entregan a eso que ambos llevan en su corazón pero ninguno exterioriza, dándole forma.
Y este nuevo Caos, cuyo fin está en el cuerpo del otro - boca, abdomen, manos y sitios hechos para ello - se afianza más si cabe. Porque en él ambos se han encontrado, se han atrevido a encontrarse, y sólo por eso merece la pena cualquier golpe e indecencia causada.
