Me traicionaste

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Lo sabía. Lo olía en Will como un depredador que persigue su presa, apunto de ser atrapada. Ese olor amargo de la traición que envolvía sus fosas nasales y rompía su corazón.

Will había cambiado. Era sutil, imperceptible, pero Hannibal sabía que estaba jugando a dos bandas. Cada día se distanciaba un poco a pesar de pasar tiempo juntos, simplemente Will no estaba ahí.
Sabía exactamente qué debía hacer con el sentimiento que le oprimía el pecho y en ocasiones no le dejaba respirar. Sabía cómo liberarlo de su cuerpo.

Porque confiar en Will había sido sencillo, y lo había sido por el simple hecho de que lo amaba. Cuando amas a alguien saltar al vacío no te parece una locura. Y Hannibal, en su disfraz de persona, había permitido que Will lo viese, confiando en él, mostrándose en todo su esplendor para que su amado lo aceptase. Lo amase.

Will no había querido ese regalo. Y Hannibal estaba roto. Depositar la esperanza en otro ser humano es depositarla en humo: no depende de ti, no puedes controlarla, tan sólo ver hacia dónde la lleva el viento.

- Hannibal...

Unos ojos azules que suplican ser perdonados. Unos ojos brillantes que tantas veces Hannibal ha deseado verse reflejados, ahora por fin son suyos.

- Me traicionaste.

La mano de Hannibal rodea la nuca de Will mientras lo acuchilla. En estos momentos se debate entre dejar que se desangre y muera o dejar su marca en él, y que Will viva.
Está tan desgarrado que la primera opción es la única viable.

- No... No...

- Tenía tantos planes para nosotros, Will.

- Todavía podemos....

- Shhh, querido.

Sangre cálida entre los dedos de Hannibal, cubriendo el suelo. Una sola lágrima por su rostro, por la parte de él que anhelaba la compañia de Will, la misma cuya soledad le pesaba.
Nunca más.

- Te amo, Hannibal...

- Mientes. Nunca lo has hecho.

Will cae al suelo y Hannibal lo sujeta para que lo haga con cuidado. Esa parte de él todavía se preocupa. ¿Dejará de hacerlo algún día?
Apoya a Will en la pared y se acuclilla a su lado.

- Si me hubieses dado la oportunidad. Si hubieses.... - Hannibal calla, rabioso -. Elegiste, Will, y yo no soy esa elección. Me has utilizado.

- Yo... No... Hannibal...

- Sentirás frío, luego te dormirás. Espero que donde sea que vayas seas feliz.

Hannibal acaricia el rostro ensangrentado de Will y se inclina para darle un beso. El único, el último que tendrá. Will respira en su boca y Hannibal se odia por tener que acabar así. Daría muchas cosas por poder repetir ese beso. Demasiadas.

- Por favor...

Will tirado en el suelo y Hannibal mirándolo desde arriba. La sonrisa de Will en su mente, sus palabras de aliento en su corazón. El día que se conocieron, todas las charlas descubriéndose el uno al otro. Todo destrozado, pisoteado por Will.

- Un día dejaré de amarte. Desaparecerás. Y yo volveré a ser yo mismo.

Hannibal sale de la casa con los puños apretados. Llueve. Levanta la cabeza hacia el cielo y cierra los ojos mientras gruesas gotas limpian su conciencia. ¿Qué iba a hacer sin Will? ¿Existía un después?

Cuando la ambulancia llega ya es demasiado tarde. Will yace en un charco de su propia sangre, el nombre de Hannibal todavía entre sus labios. Lo último que dijo en su último suspiro, el último pensamiento fue para él. Porque Will lo amaba, no mentía cuando se lo dijo. Simplemente tenía miedo, y él, que tantos años llevaba lidiando con el miedo, había sucumbido esta vez. Tenía miedo de ese amor, de sí mismo por amarle. Y había elegido en consecuencia.

Hannibal no había matado a Will.
Will se había matado a sí mismo.

Hannigram - Cortos -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora