"Conozco todas las posibilidades. Me he aprendido de memoria cada palabra y cada posible gesto. He vivido tanto ese instante que a veces dudo si solo es real en mi mente. Tu preciosa sonrisa, tu voz en mis oídos. Mi corazón latiendo fuerte mientras te abrazo. Al fin te tengo"
🔥 ¿No ocupo ya parte de tus sueños? 🔥
Hannibal sabe que tiene miedo. Que lo ha tenido desde que empezó a ser y, mucho más, desde que empezó a ser con él.
- No te hará daño - le susurra al oído -. Es tan tuyo como mío, Will.
El perfilador se inclina hacia atrás ante las fauces del ciervo negro que tanto llevaba viendo en sus sueños. Ahora es tan real como la respiración que siente en su nuca y las caricias en su piel.
- ¿Qué es el amor, sino aventura? - pregunta Hannibal.
- ¿Certeza?
- Sólo si cruzas la puerta. Mira - le dice, cogiendo su mano - está vivo. Más vivo de lo que nunca antes había estado.
Lo que Hannibal le ofrecía era la totalidad de su ser y Will se sentía sobrecogido de no ser suficiente. El calor bajo el corazón de Hannibal que acaricia a través del ciervo inunda todo sus sentidos.
- ¿Duele? - pregunta refiriéndose al amor.
- A veces - las palabras de Hannibal chocan en el cuelllo de Will -. Pero antes de doler es poesía. Es melodía compartida y pequeñas historias que forman un todo.
El ciervo agacha la cabeza, poco a poco, rindiéndose ante Will. El cuerpo le sigue después. Hannibal sonríe al verlo.
- ¿Ves? Es tan tuyo como mío, querido.
Will se arrodilla ante el magnífico animal y Hannibal siente en su pecho el mismo fuego que a través de las manos transmite el perfilador. Ámame, le dice a sus espaldas. Inténtalo conmigo. ¿Qué podemos perder, salvo a nosotros mismos?
- No sé si estoy preparado, Hannibal. No sé si quiero hacerlo.
Arrodillandose con él, toma su mano y juntos acarician al ciervo. La paz que transmite los rodea a los dos mientras Hannibal sopesa las palabras adecuadas.
- ¿No ocupo ya parte de tus sueños?
- Bien lo sabes - Will, el dulce Will, a veces se lo contaba.
- Nunca me explicaste qué ocurría en ellos - un beso ligero, casi un susurro, que hace que la piel de Will donde ha sido depositado se estremezca.
El perfilador se tensa. ¿Será verdad lo de las siete palabras?
- Nos tenemos - cede Will, su mirada fija en el rostro del animal -. Me suplicas ser tuyo mientras te miro desde arriba y aprecio el momento.
- ¿Y tu respuesta? - Hannibal, excitado y con la respiración entrecortada, se relame.
- Siempre es un sí.
Will se da la vuelta y besa a Hannibal como si nunca más pudiera volver a hacerlo. Como se besan las primeras veces y todo son dientes, lenguas que se mezclan y cuerpos que no quieren separarse.
El ciervo levanta brevemente la cabeza, cierra los ojos y desaparece. Ahora ya no está solo, su existencia empieza a ser tras tanto tiempo dormido.
- Quédate - le pide Hannibal sin importarle la vulnerabilidad que desprende -. En mí encontrarás la certeza de luchar y, por ti, bien sé que lo haré sin esfuerzo.
Will se coloca sobre él. ¿Qué decir cuando sobran las palabras? Desabrocha la camisa de Hannibal y, tras ella, todo lo demás.
