- Esto...mmmm...¿quieres que ponga algo en concreto?
Si Hannibal había imaginado alguna vez una situación más incómoda que esta, se había equivocado totalmente. Sentado en el sofá de Will no podía evitar marearse un poco por el olor que desprendía: una mezcla de olor canino, sudor de Will y una pizca de orina que a alguno de sus perros se le había podido escapar. Le pica todo de pensar la cantidad de ácaros y pelo que hay bajo él. Cuánta insalubridad en tan poco espacio.
- Lo que quieras, Will.
- Eres el invitado. Elige.
¿Por qué había aceptado una cita en casa de Will y no en la suya? O en algún restaurante, o donde fuese que no estuviese impregnado de olores que no quería oler y de cosas que no quería tocar. Se había vestido con uno de sus mejores trajes y ahí estaba Will, tan informal, tan...apetecible. Tan distinto a él. Sí, sabía por qué había aceptado. Quería comprender, saber. Descubrir al perfilados que hace tiempo ocupaba sus pensamientos.
- Me gustan las películas clásicas.
Will se gira con una mirada burlona.
- No eres tan mayor, Hannibal. Pero - le mira de arriba a abajo - es verdad que te pega.
Le ofrece el mando a Hannibal, que con un gesto negativo con la cabeza, rechaza.
- Te pega Psicosis, de Hitchcock - ríe Will.
- Psicosis pues. Refrescaré alguna que otra idea - Hannibal sonríe y Will le da un ligero golpe en la rodilla.
- Will, ¿por qué estoy aquí?
Los primeros fotogramas aparecen en pantalla. Los dos callan con la pregunta esperando. Will coloca su brazo detrás de Hannibal, sin tocarlo, con la intención de quizá conseguirlo.
- No lo sé, ¿por qué estás aquí?
- Me has invitado.
- Y no me has rechazado. Y no digas que hacerlo es de mala educación. Los dos sabemos que este no es tu ambiente, Hannibal. Algo muy importante debe haber para que hayas dicho que sí.
La película continúa con Norman Bates atendiendo a los clientes desde la recepción de su motel. Hannibal siempre ha pensado que, de haber estado en su lugar, él lo habría hecho mejor. Por descontado que sí, mucho mejor. Ese Norman era un aprendiz a su lado.
- Lo haces todo tan complicado, querido. La vida es tan efímera. Tan llena de posibilidades. Y tú escoges el camino que más sinsentido da - apoya la mano en el muslo de Will y lo aprieta ligeramente -. Deseo saber qué pasa por esa mente tuya, qué sientes. Qué soy en tu mundo.
- Mi mundo es diferente del tuyo. Caótico. No sé si quiero que estés.
Norman discutiendo con su madre, disociado. Sesgando la vida de Marion mientras se ducha. Hannibal se pregunta qué sentiría de arrebatarsela a Will. ¿Por qué no debería, si no lo quiere consigo?
- ¿Quieres que me vaya?
- No. No.
Cuando la razón teme, el instinto toma el control. Hannibal le besa y en ese beso deja todos los sentimientos que ha ido acumulando porque a medida que pasaban los días, la curiosidad se convertía en deseo, el deseo se convertía en admiración, y la admiración en un amor como nunca antes había sentido.
- Deja que me quede. No tengas miedo, mylimasis. Nunca haría nada que te hiciese daño.
Lo que Hannibal calla mientras quita el suéter de Will es que eso es cierto en parte. Lo que no dice cuando desabrocha su camisa y besa sus hombros es que se va a hacer cargo de su vida y no va a darse cuenta siquiera. Y si para atraerlo a su lado debe hacer sacrificios, bueno, nunca nada que mereció la pena se obtuvo sin ninguno.
El olor desaparece mientras la personalidad de Norman sale a la luz en la pantalla que hace rato ninguno hace caso. El malestar igual junto con su carísimo traje. Hannibal solo recordará cómo gemía Will en su oído, y cómo entre jadeos le suplicaba que lo hiciese suyo.
