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#Hannigram #Hannibal #WillGraham #relatocorto
El calor en los labios de Will mientras besa los labios de aquel que casi le lleva a un lugar donde le habría resultado complicado regresar. El fuego en las manos que, dentro del caos provocado, le habían cuidado porque desde cuando el caos estuvo reñido con el amor.
- Dime exactamente qué quieres, Will.
Sentado sobre el escritorio de la consulta de Hannibal, Will olvidaba a diario todo lo vivido. En su lugar, el deseo, aquel que había ido creciendo en su interior junto a algo que no quiere pronunciar en voz alta, lo ocupaba absolutamente todo.
- A ti, siempre a ti.
Hannibal sonríe, mordiendo el labio inferior del joven. Se le daba bien cazar y Will era la mejor de sus presas, su dulce obra de arte. Todos los susurros habían merecido la pena.
- ¿Cantarás para mí? - le pregunta.
- ¿Hay alguna vez que no lo haga? - Will pasa su lengua por el lugar que Hannibal ha mordido mientras sonríe.
- No. Siempre consigues mejorarte.
- Será que tengo un buen maestro, que sabe exactamente dónde tocar.
Las manos de Hannibal, fuertes, necesitadas, subiendo su camisa porque ya no pueden soportarlo. Las de Will, todavía temblando, rozando la boca que tantas veces ha besado.
- Quemas - le susurra al psiquiatra en el oído. Quiero que me folles así, aquí, mientras llenamos esto de música.
La lengua de Hannibal en sus pezones y los ojos azules de Will miran el techo mientras se pregunta en qué momento su corazón eligió. La primera nota lo invade todo.
- Más, niño. Dámelo todo.
Hannibal se arrodilla y el instinto habla por Will haciéndole abrir las piernas. Sin quitarle la ropa interior acerca su cara y aspira el olor que había dejado de ser un sueño.
- Hueles delicioso.
- Eso me dices siempre. ¿Qué tal el sabor? - Will, con su mano en el pelo de Hannibal, le empuja ligeramente hacia abajo.
- Eso es aún mejor.
La segunda nota es más aguda, y el agarre en la cabeza de Hannibal se vuelve más fuerte. Esa maldita lengua lamiendolo todo va a terminar con la poca sensatez que le queda.
- Por favor....
- Eres impulsivo, querido. Te daré lo que quieras pero antes quiero ver hasta dónde alcanza tu voz.
Hannibal continúa con su lengua por encima de la tela y la polla de Will suplica, junto con el agarre, que le haga caso.
- Mira lo necesitado que estás - apoya sus manos en los muslos de Will, abriéndole. Adoro tenerte así, eres exquisito.
Cuántas notas son necesarias para componer una melodía digna de ser escuchada Will lo desconoce. Hannibal, en cambio las guarda todas en su Palacio Mental, armando allí todas las canciones que llevan su nombre. Junto a ellas, en esa misma habitación, todos los retratos que Will ha visto y los que todavía no han nacido sobre papel.
- Hannibal...por favor. Voy a mancharlo todo.
- Hazlo. Te compraré ropa interior nueva.
Cuando la mano del psiquiatra se mete por debajo y empieza a acariciarlo Will grita algo que cree que nadie más oye. Junto a los gemidos dos palabras acompañan a Hannibal en el vaivén de su cabeza mientras continúa lamiendolo y masturbándolo con la mano al mismo tiempo.
- Mierda...joder...
- Perfecto. No, no te los quites todavía - le pide Hannibal al ver que Will está haciendo justamente eso -. Estás hecho para el sexo, mylimasis.
La Mancha se agranda cuando Hannibal intenta recoger el semen impregnado en la tela. Will empieza a sentir el calor otra vez y esta vez va a ser él el que reclame.
- ¿Cantarás ahora tú para mí? - le pregunta a Hannibal, levantando su cara.
- Sólo si consigues que lo haga.
- En cuatro, Hannibal. Ahora es mi turno de oirte suplicar.
