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🔥 Más allá 🔥
A veces las heridas no se ven porque no sangran. Porque no han dejado cicatrices en nuestro cuerpo, no físicas al menos. Hay veces que el dolor que sentimos es tan profundo que la única manera que tiene nuestro organismo de liberarse de él, es enfermar.
La encefalitis de Will no era más que su propio ser gritándole que algo estaba pasando. Su corazón, cansado de la soledad, le pedía que por una vez le escuchase. Y Hannibal lo sabía. Lo estaba viendo en esos ojos azules que, cansados, apenas parpadeaban.
- No es lo que desea hacer, Will. No así. ¿Recuerda nuestra conversación?
Palabras. Will mueve la cabeza para despejarse sin soltar el arma. ¿Cuántas palabras habían germinado en su mente, obra de Hannibal, y lo habían cubierto casi todo?
- No me va a convencer. Sé quién soy. Sé lo que quiero.
- ¿Estás seguro de eso? - Hannibal sonríe, sabiéndose ganador. Dijo que de terminar con mi vida, lo haría con sus propias manos. ¿Acaso merezco menos? Esto es tan... impersonal.
- La encefalitis...
- Curable, por supuesto. Omitida por curiosidad. Y hasta aquí nos ha llevado.
Gotas de sudor empapan la frente del perfilador. Sus rizos, pegados, le dan un aire de vulnerabilidad que Hannibal encuentra más que excitante.
- Esto va a terminar ahora, Hannibal.
Porque en todo el caos de Will Hannibal había encontrado su propia paz. Un compañero, un igual que estaba descubriendo que lo era. La taza estaba al borde de la mesa en un equilibrio tan fino como las primeras capas de hielo. Un mal gesto y caería, unas palabras inadecuadas y se haría añicos.
- Baja el arma, Will. Hablemos. Un día dijiste que no me encontrabas tan interesante como para tener una amistad. ¿Y ahora? ¿Me ves interesante ahora, que sabes la verdad?
Will está cansado. Son demasiados meses. Se había perdido y encontrado - o eso creía él - tantas veces que quién era se mezclaba con quién quería ser. Y esa disociación, bueno, esa disociación se estaba tragando su cordura.
- Me estoy volviendo loco, joder. No sé nada...
- Mientes. Sabes, pero tienes miedo. Ven conmigo - Hannibal se acerca muy lentamente -. Este no es tu hogar, no es tu mundo, no es el lugar donde deberías estar - apoya su mano en la punta del arma, sintiendo el temblor de Will a través de ella. Ahora te sientes perdido, Will, pero no lo estás. Estás más anclado al mundo de lo que lo has estado nunca, querido.
Will presiona levemente el gatillo. ¿Quiere terminar con lo que Hannibal empezó, o quiere tomar su mano y ver qué hay más allá del ruido, de la gente, del mundo que conoce?
- Hannibal...
- Ven conmigo. Traspasa esa puerta. Te prometo que estaré al otro lado mientras caminas descubriendolo todo.
Con seguridad, baja el arma mientras entrelaza sus dedos con los de Will. Nunca antes lo había tocado, no así. Se siente demasiado bien.
- ¿Y Jack? ¿Alana?
- Siempre han sido una forma de llegar hasta ti. Han cumplido su propósito. Ahora... el mundo es tan tuyo como desees.
El arma sujeta entre los dos, y la respiración de Will en la boca de Hannibal. Había pasado mucho tiempo en su Reino de hielo, solo, y ya era hora de que fuese compartido.
- Huiré contigo. Y que sea lo que tenga que ser.
La sonrisa de Hannibal no puede ser más sincera. Amaba a Will casi tanto como se amaba a sí mismo.
- No, querido. Lo que nosotros queramos que sea.
Labios duros, firmes, que devoran. Que besan, muerden, e invitan a unas manos a continuar el trabajo. Hannibal sabe que teniendo el tiempo de su lado, y a Will, nada de lo que se proponga es imposible.
