El lamento de Aquiles

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🔥 El lamento de Aquiles 🔥

La intensidad del amor que Hannibal proyecta hacia Will, le golpea tan duramente como decenas de piedras lanzadas directas a su corazón.

Al principio no se percató, ensimismado como estaba en sus disociaciones, y con cientos de problemas en la vida real. Hannibal siempre estuvo ahí, en la sombra, esperando pacientemente que un día Will se diese cuenta.
Lo que empezó siendo una gran curiosidad - una chispa - se convirtió con el paso de los días en algo mayor. Una Hoguera cuyas llamas miraban más allá del cielo.

Hannibal lo aceptaba, Will todavía no.

Los momentos que intercambiaban, las palabras que cruzaban, ensanchaban más si cabe el corazón de un Hannibal que llevaba demasiado tiempo solo. En Will veía un igual, en Will deseaba un compañero.
Hablar con él era casi como hablar consigo mismo, tan sencillo como la sangre circulando por sus venas y tan cómodo como respirar. Hannibal tiene la sensación de que a Will podría contarle cualquier cosa, y lo respetaría. Incluso le apoyaría.

¿Acaso no es eso amor?

- Aquiles deseaba que todos los griegos muriesen, así él y Patroclo podrían conquistar Troya solos - dice Hannibal, con la mirada de Will puesta en él.

La fama imperecedera, requisito que Aquiles perseguía desde que su madre vaticinó su temprana muerte.

"Ve a Troya y morirás joven, quédate y tendrás toda una vida por delante"
" Si voy mi nombre será recordado eternamente. Si no lo hago, nada salvo huesos quedará de mí cuando muera "

El amor de Hannibal, de nuevo golpeando a Will, sintiendo durante unos instantes el fuego de Aquiles en su amado Patroclo. ¿Por qué es tan difícil para él? Corresponder a Hannibal es algo que esconde tras sus sonrisas, esas que brotan irónicas en sus labios pero que significan quédate a mi lado, estoy aquí para ti.

- Patroclo murió en batalla haciéndose pasar por Aquiles, llevando su armadura- añade Will.

Había leído el libro en su adolescencia y siempre pensó que él habria hecho lo mismo, de conocer un amor así.

- Así es. El eterno recordatorio de lo que es capaz el amor. Aristóteles, que fue maestro de Alejandro Magno, fue un firme defensor del amor entre dos hombres. Para él el amor entre dos buenos hombres, elevaba lo mejor de cada uno hacia el cielo.

El azul de Will, oscuro ahora, temblando en el ámbar de Hannibal, que sigue esperando. Hannibal siempre esperará por él, lo sabe, lo siente.

- No he conocido nunca un amor así - confiesa Will. Ni siquiera sé si creo en un amor así.

La mano derecha de Hannibal sostiene el lápiz con el que dibujaba "El lamento de Aquiles". Lo deja sobre la mesa y acaricia el rostro de un Patroclo muerto sobre el papel. Eterno, siempre joven, amado.

- Patroclo es recordado en las epopeyas griegas como un hombre empático. Como tú, Will.

- ¿Cuántas veces me has dibujado, Hannibal?

- Demasiado pocas. Los mejores bocetos están aquí - dice señalando su cabeza - imágenes de posibles deseos, de anhelos. Momentos que aún no han ocurrido y que rememoro una y otra vez como si de verdad hubiesen pasado.

Will se arrodilla a su lado, iguales en una vida que les empuja a enfrentarse juntos a ella.

- No soy tu Patroclo, Hannibal. Me sobrestimas.

- Es irónico que aquellas personas que tienen algo especial no son conscientes, y quiénes no son más que humo se elevan a sí mismos más de lo que deberían. Eres mi inspiración, Will. Pero eso ya lo sabías.

Will apoya la mano en la mesa y estira uno de sus dedos rozando el de Hannibal. Cierra los ojos porque no quiere ver su mirada, no quiere saber qué encontrará en ella y mucho menos que Hannibal lea en él lo que siente.

- Todavía no sabes que eres mi Patroclo, mi Hefestión para Alejandro. Tengo tanta paciencia como dos piedras juntas, Will, conseguiré que te veas a través de mis ojos.

- ¿Y si eso no pasa nunca? - Will tiene ganas de llorar, no quiere hacer daño a Hannibal, no quiere decepcionarle.

- Confía, yo nunca te haría daño - cubre la mano de Will con la suya -. Hay conexiones que no se repiten demasiado, y tenemos la estúpida ilusión de que nos ocurrirá a menudo. No, Will, son muy pocas las veces que conectamos con alguien.

Will abre los ojos y durante unos segundos se permite olvidar. Su poca experiencia, sus miedos, su baja expectativa en cuanto a las relaciones humanas se refiere. Durante unos segundos, fluye. Entra en el mundo que Hannibal dibuja para ellos dos, ese que también está plasmado en sus composiciones con el clavicémbalo y que, con palabras, lleva intentando transmitirle desde hace demasiado.

- Hannibal, mi vida... No tengo una vida fácil.

- Dime una sola persona que la tenga. Yo tampoco, Will.

- No me entiendes. A veces me siento inestable, a veces me pierdo....

- ¿Acaso no te he traído de vuelta todas ellas? No vas a irte a ningún sitio. No sin mí.

La sonrisa de Will es tan triste que Hannibal debe luchar con todas sus fuerzas para no abrazarle.

- Me perdería mil veces en ese océano tuyo, Will. Ese es el poder que tienes sobre mí. Me perdería gustoso, y bien sabes lo poco dado que soy a no ser yo quien maneje los remos.

- Me iré antes de que eso pase. Hacerte daño...

- No sin mí. No sin mí.

Hannibal apoya su mano en el rostro de Will, y se inclina hacia adelante para besarle. Will quiere retroceder pero el agarre de Hannibal no se lo permite.

¿Es este el Caos del que quiere formar parte?

Su beso es como encontrar la luz de la Luna tras una larga caminata nocturna. Como la sal en un viaje, como un pequeño fuego los días de frío. Will fluye con Hannibal y los lleva a ambos al suelo sin saber bien cómo lo ha hecho, con Hannibal debajo de él dejándose hacer.

- Mi maravillosa obra de arte - le escucha Will, susurrar -. Eres lo más interesante que se ha cruzado en mi vida desde hace mucho tiempo, mi belleza que no es consciente que lo es. ¿Sabes lo mucho que te deseo?

- Sí... -jadea Will, de verdad que lo sabe.

- Quédate conmigo.

Will quiere quedarse. Quiere poder corresponderle, sentir completamente ese amor que Hannibal le ofrece abiertamente. Quiere olvidar sus peores días y dar la bienvenida a unos nuevos.

- Hannibal... yo... - en Will todos los miedos del mundo. A no ser capaz de entregarse de la misma forma, a no ser capaz de más que de dolor. Porque de eso Will entiende demasiado, y alejarse es su firma cuando todo le sobrepasa.

- Quédate. Tú solo.. - Hannibal sostiene a Will con la mano en su cadera, apretándolo a él - dame la oportunidad.

Y Will lo abraza. Y llora mientras lo hace, con la mano de Hannibal acariciando sus rizos como tantas veces ha soñado. La oportunidad de intentarlo, de sentirse acompañado y de acompañar a su vez. Pues Hannibal está tan sólo como él, y tal vez juntos puedan hallar el camino.

- Está bien, Hannibal.

Nunca hubo una sonrisa más feliz, ni un beso que disipara tantas dudas.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now