Los postres

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#Hannigram #WillGraham #Hannibal

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#Hannigram #WillGraham #Hannibal

🔥 Los postres 🔥

- Hannibal...los invitados.

- Que esperen - responde entre jadeos, embistiendole contra una de las estanterías de la cocina.

Desde que Will vivía con él, las cenas que Hannibal daba en casa habían menguado. Sabía de la ansiedad social del perfilador y no quería hacerle pasar por situaciones innecesarias. Pero era su cumpleaños, y sus conocidos más allegados de la ópera habían insistido. Hannibal jamás habría aceptado ir a cenar fuera. Distinto era hacerlo en casa, en un ambiente más cómodo para Will y, sobre todo, sabiendo exactamente qué llevaba la comida que estaba ingiriendo.

- Ah...joder - gime Will un poco más alto de lo que debería.

- Buen chico.

El único momento donde no estaban follando era cuando trabajaban y, a veces, ni eso se cumplía. Will acudía a su consulta porque estaba tan caliente que, de no hacerlo, entraría en combustión espontánea. Y Hannibal, casi a la par que él, le daba todo lo que necesitaba y mucho más.

Pues se necesitaban tanto como respirar. Tal vez fue la separación que, aunque no era física, existía entre ellos mientras Hannibal se preguntaba cómo Will era tan perspicaz para unas cosas pero tan poco en otras. Quizá querían recuperar el tiempo perdido. Sea como sea poco habían aguantado en la fiesta.

- Hannibal...mira cómo me tienes - Hannibal desvía la mirada hacia los pantalones de Will y le guiña un ojo. Le quema.

Will suspira. Se sienta en la mesa a su lado mientras se van sirviendo los platos. A duras penas consiguen terminar. Bajo el mantel, manos que sutilmente se apoyan en los muslos del otro. Bajo la mesa, dos erecciones que desean ser escuchadas.

- Will, ¿me acompañas a por los postres?

De eso habían pasado más de diez minutos. Los suficientes para bajarse los pantalones, arrodillarse frente a Hannibal y dejar que este follase su boca porque no podía aguantar más sin su calidez. Su saliva mezclada con la humedad de Hannibal es algo que Will busca siempre, ese sonido, ese sabor. Esa sensación de estar en casa.

- Quiero sentirte dentro - le dice al más mayor.

- Will, hemos de salir.

- No. Por favor, estás tan caliente como yo, doctor.

Nunca dos cuerpos se habían deseado tanto. Ni tampoco dos corazones se habían buscado de ese modo.

- Sube encima de mí, rodéame con tus piernas.

Cuando Will lo hace Hannibal entra en él y lo apoya en la estantería que tiene más cerca. Lo embiste tan fuerte que no puede evitar gemir, acercando su boca al oído de Hannibal para que sea él el que recoja esos gemidos.

- Hannibal...los invitados.

- Que esperen.

Will quería decirle que los estarán escuchando, pero saber eso le excita casi tanto como cada vez que Hannibal se mueve tocando su próstata. Se abraza a su cuello y canta todas las melodías que el psiquiatra consigue sacar siempre. El sexo para Will tiene un nuevo matiz desde que Hannibal está.

- ¿Y los postres?

Una de las invitadas sonríe abiertamente cuando los dos hombres regresan a la mesa y se sientan, satisfechos, acalorados y con ganas de más.

- Eso, Hannibal, ¿y los postres? - pregunta Will a su lado, sonriendo también.

- Me temo que se han echado a perder. La próxima vez seré más cuidadoso.

Todos los invitados se miran y sonríen. Demasiado educados para decir la verdad. Cuando el último de ellos sale por la puerta de casa de Hannibal, éste empuja a Will y  huele su cuello.

- Hueles de maravilla, mylimasis. De imaginar lo húmedo que estás me humedezco. Quiero sacartelo todo, vayamos a la habitación.

Will no opone resistencia. ¿Cómo hacerlo, cuando ama y desea a Hannibal con la misma intensidad?

Hannigram - Cortos -Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt