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#Hannigram #WillGraham #Hannibal #relatocorto
🔥 La eternidad del tiempo 🔥
- Son sus notas sobre mí – dice Will, sosteniendo una de las libretas de Hannibal en sus manos.
- Así es.
La consulta de Hannibal, miles de palabra sn dichas en ellas y una promesa en el aire, tan frágil como la primera capa de hielo en un lago. Entre ellos, un pasado lleno de reproches. Ahora, un futuro lleno de posibilidades.
- ¿No les harán falta a sus pacientes cuando no esté? - decenas de anotaciones vuelan por la habitación, rompiendo todo aquello que pueda inculpar a Hannibal.
- El FBI investigará mis notas si las dejo intactas. Quiero evitarles a mis pacientes ese escrutinio. Desmantelaré lo que fui y lo trasladaré ladrillo a ladrillo.
Los dos se colocan delante de la chimenea, arrancando hojas y lanzándolas al fuego. Will mira a Hannibal. El fuego se refleja en el ámbar de sus ojos. Quiere, lo está deseando, y decide esperar. Hannibal sonríe sabiendo que ese calor que se acumula en sus entrañas, también se extiende por Will.
- Cuando nos hayamos ido de esta vida siempre me quedará este lugar.
Su Palacio Mental, lleno de los momentos con Will entre esas paredes. Tantos susurros en la crisálida habían dado sus frutos. Hannibal sabe las intenciones del perfilador, ve su lucha interna en estos momentos, pero también ve mucho más. Lo había hecho bien siendo su remo y también su destino.
- Mi palacio es inmenso. Hasta para los patrones medievales. El vestíbulo es la capilla Normanda de Palermo, severa, hermosa y eterna, con un único recordatorio de la mortalidad: un cráneo grabado en el suelo.
Will asiente imaginandolo. Le encantaría ir allí con él. Follárselo encima de ese grabado gritándole a la muerte que les pertenecía.
- Will...¿acaso crees que no me iba a dar cuenta?
Los relojes del perfilador arden en el fuego ahora. Esos que un día dibujó sin ser relojes del todo, el tiempo encapsulado y detenido siempre a la misma hora, eterno.
- He tomado una decisión - responde.
Apoya su mano en el hombro de Hannibal, que sonríe mostrando sus incisivos y asiente ante lo que los ojos azules de Will le están preguntando sin palabras. Arrodillado ante su Dios, Hannibal baja el pantalón del perfilador y expone su polla que tantas veces ha imaginado lamer.
- Sabia decisión - le dice. Te va a encantar Paris, Will. Florencia. El mundo que quiero colocar a tus pies.
Los dedos de Will mezclándose entre sus mechones y apretándolos es algo que sólo existía en su Palacio Mental. Los gemidos del joven en el crepitar del fuego es poesia. Los movimientos de cadera, cada vez más fuertes marcandole como suyo, golpean ese corazón que ni siquiera sabía que tenía hasta que le conoció.
- Mierda...
Tal vez minutos antes Will iba a entregarlo al FBI. Quizá incluso ahora ese pensamiento intrusivo aguardaba paciente. Pero Hannibal se ha propuesto alejarlo comiéndose al joven mientras en cada embestida soportada le susurra que esto no es todo.
El pasado ardiendo en los relojes de Will, que tiñen de rojo y naranja el rostro de los dos. El blanco en la garganta de Hannibal abrazado a las piernas de Will para tragarlo todo. Y una promesa cuyos cimientos son más sólidos ahora, pues Will ha decidido.
- Vayámonos ahora, Hannibal - le dice limpiando restos de su semen en el labio del psiquiatra. Acabemos con esto y huyamos.
- ¿Estás seguro?
- Fóllame mientras sigue ardiendo todo. El fuego todavía no se consume. Cuando lo haga, te seguiré, Hannibal.
El psiquiatra mira los papeles. El tiempo eterno destruido, regalandoles un comienzo que no piensa desaprovechar.
- Mi pequeño dios insaciable - le dice, riendo.
Rodillas que separan sus piernas mientras sus manos le inclinan sobre ese escritorio en el que tantas veces le ha dibujado. Will siendo Patroclo, Will desnudo mientras duerme. Will y siempre Will, en todos sus sentidos.
- Donde quieras llevarme - repite el perfilador, gimiendo cada vez que es empalado.
