Con las manos

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#Hannigram #Hannibal #Willgraham

- ¿Will?

Al otro lado del teléfono, el perfilador descuelga y escucha la voz de Hannibal. El calor empieza a llenar su polla porque sabe perfectamente el por qué de la llamada.

Horas atrás, en su sesión semanal, habían hablado de las disociaciones de Will y del por qué apenas dormía. Habían sido meses de mantener el secreto, pero Will por fin tenía la suficiente confianza como para admitir que Hannibal era la respuesta a todo. El por qué de su insomnio, de las erecciones constantes y de volar tan lejos como las alas que Hannibal había construido para él le permitían.

Hannibal le pidió su teléfono personal. Más bien le pidió permiso para llamarle por las noches. Para conocerse mejor, de otro modo, le dijo. Y Will, que comprendía el tono y el significado de esa frase, aceptó sin pensarlo. Nunca había tenido sexo por teléfono pero ahora que había llegado el momento, sentía que era lo que debía hacer.

- Estoy aquí - responde, las piernas abiertas y los pantalones en sus tobillos.

Lo que Will no dice es que lleva esperando esta llamada desde hace horas y que, mientras lo hacía, su mente volaba lejos imaginando que Hannibal estaba a su lado. La única experiencia sexual de Will con un hombre fue en su adolescencia, y no pasó más que de masturbarse mutuamente hasta llegar al orgasmo. Solo una vez, solo esa vez. Will había continuado con su vida sin ver a los hombres más que amigos o compañeros de trabajos no fue hasta que conoció al psiquiatra que ese desinterés se convirtió en fuego.

- ¿Qué hacías? ¿Es mal momento?

Hannibal escucha la respiración agitada del joven al otro lado, y es consciente del deseo que le provoca; quizá Will ya había comenzado. Él, que controla más su cuerpo, le está resultando difícil hacerlo ahora.

- Pensaba en ti. En...

- Tócate y háblame sobre ello, querido.

Hannibal acerca el teléfono a su pantalón y baja la cremallera, consciente de que al otro lado Will probablemente esté salivando al escucharlo. Baja sus pantalones y su ropa interior lo suficiente para que su polla, medio dura ya, salga deseando ser acariciada.

- Estabas... aquí, conmigo. Tenía un cuchillo en la mano, y te abalanzaste sobre mí para quitarmelo.

- Huelo tu humedad desde aquí. Abro mi boca imaginando que te como entero mientras mi lengua recoge el líquido que sale de la punta de tu polla - su mano, acariciandose, cerrando los ojos mientras se apoya en su cama.

- Me acuchillaste.. - Will tiembla bajo su toque, los muslos manchados del líquido que constantemente gotea y que odia Hannibal no recoja de verdad con su boca.

- ¿Te... excita que te haga daño?

- Sí - responde Will, su mano derecha en su polla mientras los dedos de su mano izquierda entran y salen de su trasero.

- ¿Te excitaría ser el culpable de que la vida se escape de mi cuerpo?

- Sí, más que nada en el mundo - Will sincerándose sin ser consciente de nada más que su propio placer, que crece y aumenta a medida que lo hace el movimiento de su mano y sus dedos. Está ardiendo y hasta agradecería morir así, lleno de Hannibal y el deseo que les mueve a ambos.

- ¿Cómo lo harías?

En el Palacio Mental de Hannibal, Will suplica que le folle por detrás sin ningún tipo de lubricante más que su saliva. Obsceno, rudo, grosero, tal y como es el joven.

- Con las... manos.

- Oh, querido.... Quiero escuchar cómo te corres para mí. Escuchar el sonido de tu humedad, imaginar que es mi mano la que sostiene, masajea y acaricia esa enorme polla que estoy seguro tienes.

- Apretaria tu cuello....joder, mierda - los dedos de Will en su agujero, coloridos, mojados y no lo suficientemente largos para tocar su próstata, le mantienen atado al mundo -. Apretaria tan fuerte... vería cómo te apagas y me excitaría al hacerlo.

Hannibal gime el nombre de Will en su teléfono. Sus movimientos son rápidos y certeros, está al máximo del clímax y su pene gotea más que nunca antes, hinchado, dolorido, de un color morado por la excitación acumulada.

- No apartaría la mirada de ese océano que tienes por ojos. Tan... poderoso mientras me despido del mundo, no te mereces menos, Will. Quiero que grites mi nombre y me reclames como tuyo en ese orgasmo que me pertenece. Estás cerca.

- Hannibal...

El movimiento de la mano de Will es lo más obsceno que Hannibal ha escuchado en años. El ritmo rápido de Will acompaña y obliga a que el suyo también lo sea. Los dos repiten sus nombres mientras el placer les llena entre jadeos, gemidos y palabras que les invitan a ir más rápido y encontrarse en medio del clímax.

- ¡Hannibal! Ahhh... ¡mierda, mierda! - el semen de Will sale disparado manchando el suelo.

- Eres un buen... chico - Hannibal continúa masturbándose, imaginando que su lengua limpia el desastre de Will y que le obliga a repetir esta vez follándose al joven por detrás.

- Vamos, doctor, quiero oírle decir mi nombre al correrse. Más rápido.. Hannibal.

La habitación de Hannibal se llena de sus gemidos, entre cortados y sonoros. Al igual que el Salón de Will, que ha puesto el altavoz en la llamada haciendo que Hannibal lo inunde todo.

- ¡Will! Te... deseo - le dice, eyaculando en su propio ombligo, tanta cantidad que no recuerda la última vez que fue así.

Respira intermitente, ninguno de los dos dice nada. Hannibal se levanta, coge una toalla y se asea. Lo tiene todo preparado para el perfilador.

- Will... te quiero aquí en media hora. No digas nada. Te necesito y te deseo y pienso follarte hasta que me supliques que pare. No te doy garantía alguna de que vaya a hacerlo.

- No tardo - responde. Haz que merezca la pena, Hannibal.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now