" Deja que te ame. Que quién soy y lo que siento viva en tu corazón. Prometo que no te hará daño"
La Perdición de Hannibal
El mundo de Will Graham se desvanecía y Hannibal sabía exactamente por qué. Si pudiese, si tan sólo pudiese hacérselo entender. Sentado frente a él los ojos azules del joven perfilador no aguantan lo que su corazón lleva meses soportando, ya no. Las lágrimas queman y salen lentas pero firmes. Hannibal sabe que ha ganado pero, ¿por qué entonces no se siente victorioso?
- ¿Es la encefalitis otra vez?
La consulta de Hannibal era el lugar seguro de Will y, ciertamente, al psiquiatra eso le llenaba de un gozo como no había sentido. ¿Cuántas palabras habían sido? ¿Cuántos susurros?
- No, Will, no es la encefalitis.
- ¿Entonces? ¿Qué me pasa, Hannibal?
En el nombre de Hannibal Will busca la comprensión que el resto del mundo no podía darle, o no sabía hacerlo. La cabeza siempre en las nubes, el corazón envuelto en algo que quería ser una barrera pero no alcanzaba a serlo. Will Graham se sentía fuerte en su soledad y, a la vez, buscaba la compañía del único que Hannibal había permitido que buscase: él mismo.
- Sabes lo que ocurre. Los sueños. Lo que no dices. Lo que..sientes.
Will aparta la mirada como hace cada vez que Hannibal lo alcanza un poco, alejándose. ¿De qué tiene miedo?
- Mírame, ¿por qué tenemos que seguir mintiendo?
- Yo no miento.
- Ocultas. Es lo mismo - se levanta de su asiento y camina hacia Will -. ¿Hasta cuando, mylimasis? ¿Hasta cuando?
Hannibal se arrodilla a los pies de Will buscando su mirada y cuando la encuentra también él tiene ganas de llorar. Lo que había conseguido tenía un precio, y que Will se perdiese en el camino era una de las posibilidades.
- ¿Tan horrible sería que me amases?
Will aprieta el puño sobre su rodilla. Tiene ganas de golpearle. La arrogancia de Hannibal se mezcla con el temor a ser quién es y a lo que siente. Hannibal cubre con su mano la de Will, crispada, leyendo parte de lo que el perfilador está pensando.
- ¿Tan malo seria, Will? Dime.
- No...no es eso.
- Me enamoré de ti aquel día, con Jack como testigo sin saber que lo era. Eres la persona más interesante que he conocido, la única..la única por la que he querido dejar de estar solo.
Quizá sea por la dulzura de la mano en la suya, tal vez las palabras de nuevo hacen en él el efecto deseado. Will le mira y ve todo con tal claridad que se odia un poco por no haberlo hecho antes.
- Nunca he estado con un...hombre. Ni siquiera sé si quiero.
- Vas a ser mi perdición, querido. Ya lo estás siendo.
Hannibal se yergue sobre sus rodillas y besa a Will que nada hacer por apartarse. Y lo que en los primeros segundos es un beso sin más movimiento que el de las manos de Hannibal sobre su rostro, enseguida se convierte en lo salvaje de sentirse al fin en el mundo, vivo. Will levanta a Hannibal de los hombros y sin dejar de besarse lo apoya en la mesa del escritorio.
- ¿Qué me has hecho? Estoy ardiendo, joder. Necesito...
- Lo tendrás. Todo lo que soy, todo lo que seremos te pertenece - Hannibal desabrocha su pantalón y baja la cremallera, metiendo su mano bajo la ropa interior de Will -. Déjame mostrarte cuán tuyo soy, mylimasis, y no permitiré que nunca más te sientas perdido.
Will asiente. Besa, aprieta contra su cuerpo. Muerde y, en medio de todo eso, descubre que en la virtud de ser amados está la de amar del mismo modo. Y eso, le guste o no, es el motor que mueve el mundo
