Interaccionismo

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#Hannigram

Interaccionismo

[Un día en la vida de Hannibal Lecter]

- No soy capaz de distinguir cuándo estoy despierto y cuándo no.

Hannibal asiente, sentado en el sillón frente a su paciente, Will Graham. Desde hace unos días sabe que el joven padece encefalitis, pero ha decidido que mejor no decirle nada, a ver qué pasa.

- No sé si seguir dentro del caso, Dr.Lecter - continúa.

El caso. Ironías de la vida que el caso central en el que Will ayuda como perfilador sea el del Destripador de Chesapeake. De él. Hannibal últimamente se está arriesgando demasiado queriendo que Will le vea, exponiendo sus preciosas obras de arte - sus crímenes - a ojos del mundo. De Will, pues son sólo para él.

Mírame, le dice. Mira de lo que soy capaz. Estas obras son tuyas, Will, aunque sean mis manos las que las trazan. La sangre que salpica mis brazos también salpica los tuyos, pues eres el responsable de que mi mundo gire a tu alrededor.

- Dígame, Will. ¿Cómo se sintió al salvar a Abigail Hobbs? - le pregunta.

La única hija de Garret Jacob Hobbs, el Alcaudón de Minnesota, que Will salvó de una muerte cuyo nombre era el de su padre.

- No siento que la haya salvado. Esa chica está condenada.

- Como todos. La vida nos ata, el ambiente tiene efecto directo con nuestra conducta y comportamiento. Mischel creía que el comportamiento humano se basaba en las características innatas en nosotros y el ambiente. Le llamó interaccionismo.

- Abigail Hobbs es el resultado del contexto, doctor.

- Está hospitalizada, Will. No podemos saber si cuando despierte su carácter es el resultado de lo vivido, o hay más - Hannibal mira a Will -. Igual que usted.

Los ojos azules de Will miran más allá de Hannibal, sopesando lo que le ha dicho.

- Tiene demasiadas neuronas espejo. Cuando somos niños todos las tenemos, a medida que crecemos disminuyen. Pero no en usted, Will. Usted las conserva como un tesoro. Su empatía... esa percepción... debería cultivarla como lo que es.

- ¿Y qué es, doctor? - pregunta Will.

- Un don.

Hannibal analiza cada movimiento de Will, cada respiración. Éste se levanta, nervioso.

- Mis neuronas espejo son traicioneras - dice, caminando cada vez más lejos de Hannibal -. Empatizo tanto que me pierdo. Eso no sería preocupante si mi trabajo fuese otro. Pero investigo asesinatos, Hannibal. No puedo perderme en ellos.

Escuchar su nombre en la voz de Will es inesperado y agradable. Hannibal siente la desesperación en esa palabra y el deseo por sentirse entendido.

- Will. Sin esa empatía, no sería tan bueno en lo que hace. ¿Ha pensado en dejarlo?

- Sí. Y no. Este trabajo forma parte de cada poro de mi piel, aunque me digo a mí mismo que sólo me quedo por salvar vidas.

- Se queda por que le da poder. Se siente poderoso - responde Hannibal.

Will pasa sus dedos por el escritorio. Encima de él, bocetos hechos por Hannibal. El Hombre Herido destaca sobre los demás.

- Dios también se siente poderoso, a diario, con todo lo que hace. ¿Ha pensado alguna vez en todas las catástrofes? ¿En las muertes en su nombre? - Hannibal se levanta, todavía sin moverse -. Y, aún así, millones de fieles rezan anhelando ser escuchados por él, que es sordo, que es ciego. Que está manchado de sangre.

El perfilador se detiene ante la escultura del ciervo negro. La acaricia. No sabe por qué pero es importante.

- ¿Me está comparando con Dios, doctor? - ríe.

- Le estoy invitando a desarrollar esas características propias que le dan miedo. Si Dios no vacila a la hora de enviar tornados, inundaciones y derrumbes nosotros, que somos inferiores, no deberíamos cuestionarnos nada tampoco. ¿Cómo sino somos capaces de perdonar, de obviar sus atrocidades, y en cambio somos tan estrictos con nosotros mismos?

Hannibal camina lentamente hacia Will, un cazador acechando a su presa, susurrando palabras de amor que desea ver convertidas en las alas que hagan a Will libre. Will sigue contemplando al ciervo.

- Porque tenemos conciencia, Hannibal. Discernimos el bien del mal.

- No existe el bien y el mal, sólo moralidad - Hannibal está justo detrás de él -. Y la moralidad no tiene definición, cada uno de nosotros se la damos - coloca la mano sobre el hombro de Will -. Su definición de moralidad no está alejada de la mía, Will.

El contacto hace estremecerse al joven. Es cálido, una chispa que le despierta y le ata al mundo. Cuando se da la vuelta descubre en la mirada de Hannibal un deseo que hasta ese momento había pasado desapercibido, pues estaba oculto. Hannibal está llamándole y Will quiere responder a esa llamada.

- Hannibal...

- Jamás te reprocharía nada, Will. Soy tu lugar seguro. Deseo que seas capaz de ser tú mismo, sin miedo, y de poder acompañarte en el proceso.

Will no soporta esa cercanía, no porque el hombre en sí le cause rechazo sino todo lo contrario. Se aleja de Hannibal alojándose de sí mismo y lo que siente.

- Si dejo que la corriente me lleve...me ahogaré.

Will apoya su espalda en la escalera que da al piso superior, donde Hannibal guarda los archivos de sus pacientes, además de libros.
Hannibal camina hacia él, una sonrisa de suficiencia en sus labios, y un dolor punzante en sus pantalones que intenta omitir.

- Flote, Will. Si nadar le resulta demasiado, sólo flote. Sabe hacerlo, es un superviviente. Deje que la corriente le lleve y disfrute de la sensación de formar parte de ella. Cuando deje de luchar, cuando la acepte, llegará a la orilla - frente a Will, todo el mundo de Hannibal se transforma -. Estaré esperándole al otro lado.

Will clava sus ojos azules en los suyos, pocas veces ocurre. Y Hannibal, que espera cualquier tipo de señal para mostrarse ante él, empuja levemente al perfilador en la escalera, atrapandolo. Acerca su nariz al cuello de Will y aspira ese olor que hace meses es su olor favorito: de aftershave barato, rancio, mezclado con el propio sudor de Will, la naturaleza y sus perros. Will tiene sus manos inertes, paralizadas, y Hannibal las coge colocandolas sobre su cabeza.

- Si te vieses como yo te veo... si tan sólo pudieses verte a través de mí... querido Will, qué fácil sería todo.

Y justo donde estaba su nariz, aspirando, le besa. Will cierra los ojos y su cuerpo reacciona. Todavía sujetas sus manos, abre sus piernas permitiendo a Hannibal colocarse en medio, lo más pegado posible a él. Jadea y Hannibal se excita.

- Deja que te guíe - le pide.

Y Will, sintiéndose libre por extraño que parezca, acerca su boca al oído del psiquiatra.

- ¿Acaso no llevas guiándome desde que me conoces... Hannibal? - le susurra.

Su adorado Will. Su maravillosa empatía. Por supuesto que lo sabía. Hannibal susurra a través de la crisálida y Will es consciente de dónde vienen las palabras, amoldándose a ellas, realizando su metamorfosis.
Sonríe.

- Qué chico tan astuto eres, Will Graham.

Suelta las manos de Will, aprieta una de sus rodillas sobre el pantalón del joven, y le besa. Y Will acepta su destino sea cual sea el que Hannibal haya decidido que sea. Porque, si para Abigail Hobbs Will es parte del contexto que ha marcado su vida, para Will Hannibal es el suyo.
Interaccionismo.
Va a amar esa palabra.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now