Había atraído las miradas de cada uno de los monstruos que vivían en su interior. Dormidos, soñaban con ser. Despiertos eran el fuego mismo.
De entre todos ellos, él. El artífice de todo. Su piel negra, brillante, parece mármol pulido. Sus manos que son garras lo tienen bien sujeto. De su cabeza unos cuernos que Will desea sentir a través de su cuerpo, atravesando músculos, llegando al Fondo de su alma.
- ¿Hasta cuando, Will?
Su nombre sale de su boca dulce, atrayente, melódico incluso. Sabe que le pertenece desde hace demasiado. Will tiene los ojos cerrados y su corazón le dice que no pasa nada si esta vez ha sucumbido. Que despedirse de quien fue conlleva cierta melancolía y que aceptar lo que será, cierto valor.
- Abre los ojos, no me iré por mucho que lo desees.
Will tiene ganas de llorar. Quiere consolarse, decirse que la decisión que tome será la correcta.
- Tranquilo, toda pérdida está marcada con sal y dolor - le dice el monstruo, abrazándolo por detrás -. También yo pasé por ello, hace mucho.
Asiente. Conoce la historia del monstruo. Mischa y el adiós a la infancia que pudo haber sido. Mischa y el fin de muchas cosas.
- ¿Me convertiré en lo que eres tú, Hannibal?
- ¿Qué ves cuando me miras?
Hannibal se coloca delante de él, su mano en la cara del perfilador. Sus ojos ámbar suplican comprensión y gritan tan alto que le ame que es impensable para él que Will no lo escuche.
- Veo al hombre. Al monstruo. Un equilibrio difícil de sostener que en ocasiones se inclina hacia uno de los lados.
- Mira más allá, querido - le sujeta de la barbilla, sabiendo lo difícil que es para Will mirar a los ojos -. ¿Qué ves?
Desolación. Anhelo. Un deseo cada día más incontrolable. La esperanza de sentirse acompañado y el temor de no conseguirlo. Will ve en Hannibal tantas emociones juntas que se pregunta cómo es posible que un monstruo pueda sentirlas siquiera un poco.
- Me quieres - dice, tajante.
- Tanto o más como me quiero a mí mismo - responde Hannibal, hombre ahora.
Las lágrimas de Will caen desfigurando la imagen del hombre frente a él. Tiene tantas ganas de decir que sí que se odia por desearlo tanto. La parte de él que todavía es consciente le empuja hacia una racionalidad que le ata a lo que conoce, repitiendo que marchar significaría perderlo todo. La otra, despierta con Hannibal, le susurra que negarlo sería vivir a medias y que nadie puede - ni debe - vivir así.
- No olvidarás quién eres, Will. Abrazarás todo tu ser, y yo estaré contigo viendo cómo te alzas todo lo alto que debes estar.
Hannibal le besa y Will responde porque sabe que eso es lo que quiere. Lo que les depara el futuro es incierto, pero Hannibal sabe que mientras esté con él Will nunca caminará solo.
