"Seamos dioses y plegarias a la vez. Usemos nuestros cuerpos para acercarnos al infierno"
🔥 La ofrenda 🔥
Jueves por la tarde. Las 19.30. Su cita - Will Graham - aguarda en la Sala de espera. Hannibal inspira profundamente cuando abre la puerta.
- Hola, Dr. Lecter.
- Pase, Will.
Se aparta levemente solo para oler más de cerca al perfilador. La parte trasera de su cuello se eriza. Le encanta. Camisa por fuera del pantalón, arrugada. Quizá lleve varios días usándola. Pelo recién lavado, Hannibal distingue el olor mentolado del champú. ¿Se ha bañado antes de venir?
Se permite volar un poco.
- Llega puntual, como siempre.
- Sé que usted odia la impuntualidad, doctor.
Algo pasa. El tono de Will es atrevido. La manera de sentarse frente a él y cómo le mira sin apartar la vista. El azul de sus ojos es valiente, tal y como Hannibal ha imaginado tantas veces. No puede hacer menos que devolverle tal regalo de igual forma.
- Le veo distinto, Will. ¿Está bien?
- Mejor que nunca - sonríe.
- ¿Quiere contármelo?
Los dedos de Will desabrochando su arrugada camisa. Dejándola caer al suelo. La mirada hambrienta de Hannibal, depredadora, sus manos apretando el reposa brazos de su asiento para controlar el instinto.
- Llevo semanas soñando con usted, Hannibal. Con esto.
Hannibal pocas veces se queda sin saber decir. Apoya las manos en el pecho de Will, tan joven que duele. Cómo ha llegado hasta él no sabría decirlo. Aprieta lo suficiente para saber que no está dormido. Sus manos no soportan. Bajan los pantalones de Will, quedando junto a la camisa, y toma la mano que el perfilador le ofrece.
- En tu carísima mesa.
Hannibal asiente. Lo que desee. Will se tumba boca arriba, desnudo, vulnerable y fuerte a la vez.
- ¿Tan vívidos son tus sueños, Will?
- En ellos acabas devorádome, una bestia de ojos negros, cuernos punzantes que siempre me hacen sangrar - Will lo mira a través del deseo que los separa -. Sé lo que eres, Hannibal. Y quiero que me folles sabiéndolo.
Hannibal se abalanza sobre él, todo dientes en su cuello, lamidas que queman y besos que no sabe si acaso son bienvenidos. Evita los labios de Will, tal vez sería demasiado. No se quita nada de ropa, a Will no parece molestarle y él no es la ofrenda. Acepta que el joven le empuje por los hombros, guiándole hasta lo que quiere.
- Will, ¿estás..?
- Lo estás deseando, Hannibal. Devórame como en todos mis sueños.
Apagada la parte racional del ser humano, Hannibal usa su boca en la polla de Will y éste lo sujeta del pelo obligándole a bajar más. Si tan sólo pudiese decirle que no es necesario, que es lo que él también quiere. Duda de quién es la ofrenda ahora, mientras la polla de Will llena su garganta y este no suelta su pelo moviendo su cabeza arriba y abajo, cada vez más rápido. Se siente usado. Se siente dolorido. Se siente feliz.
- Joder, no te apartes.
Hannibal lo quiere todo. Bebe de Will como si hasta este momento siempre hubiese tenido sed, sin saberlo. Levanta los ojos y Will le mira, maravillado, con una preciosa sonrisa adornando su rostro.
- Te deseo. Quiero ver qué me he estado perdiendo todas estas sesiones.
Hannibal no piensa. El ahora es lo único que importa. Quizá Will le cuente la verdad a Jack. Tal vez este sea el único momento que pueda disfrutar de él fuera de su Palacio Mental. Cuando Will se sienta a horcajadas sobre él, suspira, sus manos agarrando su cadera para cerciorarse que está pasando.
El resto se difumina entre gemidos. No puede ser de otro modo.
