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🔥 Dime a quién perteneces 🔥
Sentía las manos alrededor de su cuello. Sabía cómo había llegado hasta aquí pero saberlo no lo hacía más fácil.
Estás tan sólo cómo yo, escuchó una vez. Tu empatía te hace diferente y, en la diferencia, eres un incomprendido. Lo sabes, ¿verdad Will?
Sí, por supuesto que lo sabía, era toda una vida conviviendo con ello.
¿Sangraba? Se lleva las manos al cuello y nota un hilo cubriendolo, tenso. Quién lo sujeta al otro extremo es el mismo que lo había hecho sentirse, por una vez, que tenía un lugar en el mundo. En el suyo, al menos.
- Puedo apretar más, querido. Sólo tienes que pedirlo.
- Por favor - responde.
Hannibal sabe que podría hacer cualquier cosa y Will aceptaría. ¿Hasta dónde llegamos por amor? Tenía curiosidad por saber cuál era el límite del perfilador, si acaso tenía uno, y si diría basta llegado el momento.
- Eres exquisito - le dice, llevándose un dedo a la boca y probando su sangre -. Qué gran plato haría contigo, cariño.
Will asiente imaginando a qué sabrá, probandose, y una erección empieza a crecer en sus pantalones.
- Hannibal, por favor.
- Adoro cuando dices mi nombre. Repitelo, quizá te dé lo que quieres.
Will traga saliva y el hilo se mueve al compás. ¿Es este el amor que poblaba el mundo? ¿Así se sentía estar enamorado?
- Hannibal..
El calor de la lengua de Hannibal en su cuello, limpiando cada gota de sangre. Sus piernas rodeando su cintura cuando se sienta encima de él, cara a cara, y se encuentra en el ámbar que ahora conoce tan bien.
- Siempre estás listo. Siempre eres tan buen chico para mí.
- Sí, sí - Will sabe que lo es, complacer a Hannibal formaba parte de algo que no llegaba a comprender qué era, pero que deseaba.
El hilo sigue en el mismo lugar, pero Hannibal ya no lo sujeta. ¿Por qué continúa apretandole, entonces?
- Dime a quién perteneces.
- A ti, ya lo sabes.
- Ahora. Antes todo a tu alrededor era duda, mylimasis. Menos mal que alcanzaste a oír mi voz.
Las manos de Hannibal desabrochan su pantalón y Will eleva su cadera, embistiendo a través de la tela.
- Impulsivo. Cuánto fuego hay.
- El hilo...
Hannibal sonríe mientras su mano masturba a Will, preparandolo para él.
- Es tu propia voluntad, amado, y tu afán por pertenecerme el que lo está marcando todo.
Will cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás, dificultando su respiración. La boca de Hannibal humedeciendo su polla envuelve sus sentidos y su mano agarrando su pelo lo atan a un presente que en ocasiones huye de él.
- Te quiero, le dice entre jadeos.
- Lo sé, sino nada de esto tendría sentido.
Blanco sobre rojo cuando eyacula, salpicándole también a él. Se lleva la mano al cuello y siente que nada hay que le impida respirar. ¿Por qué ha desaparecido?
- ¿Qué me has hecho, Hannibal?
- Nada. Mírame, Will, mira dónde está ahora y quién es el culpable de que apriete tanto.
Era mutuo. El deseo. La compañia. La sangre, también los asesinatos. La pertenencia y el amor que de ella iba de la mano.
Will asiente, besando el cuello del psiquiatra. Ahora es su turno de probar cada gota.
