Adicción

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#Hannigram #Hannibal #WillGraham #relatocorto

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#Hannigram #Hannibal #WillGraham #relatocorto

- Hazlo otra vez, Hannibal.

Desnudos sobre la cama no existe barrera alguna entre ellos dos. Se ofrecen el uno al otro constantemente y, en esa ofrenda, recuerdan cómo de arduo ha sido llegar hasta este momento.

- ¿El qué, Mylimasis?

- Tócame, justo aquí - Will se señala el corazón. 

Hannibal sonríe y abraza por detrás al hombre amado. Tras ellos todos los instantes de sufrimiento, de susurros, de toques y esperas en las que Hannibal puso todo su paciencia y amor.

- ¿Así? - pregunta, su dedo índice sobre el corazón del perfilador.

Will asiente. Cómo expresar lo que ese toque le hace sentir. Cómo decirle a Hannibal que ha sido el primero en hacerlo, que antes de él todos los abrazos se sintieron vacíos y los besos no fueron más que polvo. Como expresar que cuando le rodea con sus brazos siente que está en casa, y que ese hogar lo ha construido con los cimientos más sólidos que ha encontrado para que lo soporte todo.

- Sí. ¿La ves, Hannibal?

La mano de Hannibal apoyada del todo en su corazón, atrapando cada uno de los latidos entre sus dedos por que quién sabe cuándo los podría necesitar. Hannibal recoge cualquier cosa que Will le da y, también, aquellas que no lo hace directamente. Su Palacio Mental está lleno de Will porque, quizá un día, no estuviese a su lado.

- ¿A qué te refieres?

- La luz - Will levanta la cabeza y la apoya en el hombro de Hannibal -. Mira, traspasa el techo, seguramente llegue al Cielo.

Hannibal asiente porque aunque no ve lo que Will, sí lo siente a través de sus dedos y esos latidos que continúa atrapando. Besa la mejilla del joven y se pregunta si merece esto.

- Te amo - una vez más, abre su corazón, ese que dudaba que tuviese y que ahora mismo teme al no saberlo suyo.

Will no dice nada, es demasiado. Cómo decirle a Hannibal que antes de él no sabía el significado de vivir o, más bien, creía saberlo, erróneo. Cómo demostrarle a Hannibal que tras él había aparecido esa luz en su interior, fuerte, cegadora, y que no era más que la señal que Will tenía para mostrar al mundo que le pertenecía por completo.

- Hagamos el amor otra vez - se gira, besando sus labios, la luz envolviéndolos a ambos.

Adicción. Nunca tenían suficiente. Sus cuerpos han ardido juntos tantas veces que es sorprendente cómo todavía tienen hambre el uno del otro. Conocen cada rincón y aún así siempre descubrían algo diferente cada vez. Magia. Deseo. Adicción.

- Pide, amado, qué quieres que haga.

Hannibal no sabía en qué momento había tomado como suyo el placer de Will, relegándose él mismo a un segundo plano. Desconocía cómo había sido capaz de darle tanto poder al joven y se fascinaba todos los días al comprender que, a pesar de tener ese poder, Will jamás le haría daño ni usaría en su contra.

- Quiero montarte. Túmbate.

Sentir a Hannibal bajo sus muslos y llevarlo por donde él decida ir excitaba a Will sobremanera. Las manos del psiquiatra en su cadera, manteniéndolo firme, acompañándolo, quedaban siempre grabadas en ese corazón que, al igual que Hannibal, Will sabía que no era suyo del todo. Porque quizá Hannibal se enamorase primero, pero Will, cuando lo hizo, comprendió que nunca volvería a sentir esto otra vez.

- Hazme más tuyo de lo que ya soy, Will.

La sonrisa de Will rebotando en los ojos de Hannibal y también guardada junto con las otras que le ha dedicado. Las piernas del perfilador a su alrededor y su polla tan dura que Hannibal sabe que se correrá en cuanto Will empiece a moverse lo suficiente.

- Espérame - le pide Will -. Te deseo demasiado.

Will se coloca sobre Hannibal y esta vez lo hace dándole la espalda. La luz rodeándolos, dándoles a entender que en estos momentos no hay nada en el universo que pudiese separarlos.

- Will..

- Sígueme, Hannibal. Córrete conmigo.

Cuando toma la polla del psiquiatra en su mano y la introduce dentro de él, los ojos ámbar de Hannibal se abren mirando al techo, y sus piernas se tensan tanto que cree va a correrse ahora. Will gira su cara y sonríe. Y empieza a moverse sintiendo las manos de Hannibal sobre su cadera, intentando controlar lo incontrolable.

- Will..despacio..

- Señor, no deje que la edad lo controle..

Will jadea y la habitación se llena de sus gemidos. Porque que Will grite cuando follan es normal, y que Hannibal adore esos gemidos es todavía más excitante que el acto en sí. A veces piensa que podría llegar al orgasmo sólo escuchando al joven disfrutar como lo hace.

- Insolente....- Hannibal sujeta a Will, fuerte, intentándolo todo.

Pero las embestidas del joven no dan lugar a ninguna duda. Will quiere mostrar a Hannibal algo que no sabe hacer con palabras. Ámame, tócame, abrázame. Sé el primero en hacerlo, sé el último que quiero que lo haga. Sé el mundo que encontré de casualidad y que quiero compartir contigo. ¿Acaso no la ves, Hannibal? La luz. Fuerte, cegadora, rodeándonos. Nos pertenece.

- Joder, joder....mierda - Will acompaña sus gemidos con sus groserías; en la cama, todo está permitido.

Hannibal eleva su cadera moviéndose con Will porque le importa demasiado su placer. Su polla rebota en la próstata todo el tiempo y su cuerpo arde de tal manera que ambas cosas, Cielo e Infierno, están ahora mismo en la habitación.

- No pares, más rudo, Will. Más...

Empapado en sudor, se sienta sobre Hannibal, parando de golpe.

- Abrázame - le dice -. El final me pertenece.

Hannibal se sienta y abraza a Will, sus brazos alrededor de su pecho sin presionarle para que pueda montarlo como desee. Y tal y como Will quiere, el final es sólo suyo. Monta a Hannibal apoyando sus manos sobre los muslos del psiquiatra y durante ese tiempo olvida que hasta Hannibal su vida no era vida del todo.

- Me vengo, Will....

- Lléname, joder... - Will siente como las piernas de Hannibal se tensan y su semen sale para llenarlo por completo. 

Los brazos de Hannibal alrededor de su pecho, sin salir de su interior, cuando Will se corre pocos segundos después. La cabeza del psiquiatra sobre su espalda y su respiración a través de los besos que deja en su piel mientras Will hace otro desastre entre las sábanas que Hannibal siempre llama obra de arte. Blanco sobre satén , el deseo plasmado en una cama que podría contar tantas cosas.

- Hannibal..

- Eres exquisito, querido. Ardo acompañándote. Eres insaciable.

La luz más pura entre los dos. Blanca, etérea, eterna. Hannibal apoya la mano en el corazón de Will y una vez más, vuelve a contar sus rápidos latidos. Y Will la aprieta con la suya, porque no sabe cómo hacerle entender a Hannibal que siempre ha tenido miedo. Que las personas con quienes estuvo antes no supieron comprender, o directamente no quisieron. Y que todas ellas acabaron haciéndole daño.

- Will - toma la cabeza del perfilador suavemente y la dirige hacia el techo -. Ahora la veo.

Hannigram - Cortos -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora