El ajuste de cuentas

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#Hannigram

(Lo acontecido aquí ocurre justo cuando Will sale del Hospital psiquiátrico, y acude a su primera sesión con Hannibal)

- De rodillas, Hannibal. De rodillas o salgo por esa puerta y no volverás a verme.

Hannibal es el que da las órdenes. El que amenaza, el que controla la situación. Cuando Will estuvo en el Hospital Psiquiátrico por su culpa, lo echó tanto de menos que cada respiración dolía.
Will aprendió mucho allí, sobre sí mismo, sobre él. Hannibal se daba cuenta cada vez que lo visitaba en la celda, la mirada de Will paciente, sabiendo que llegaría el día donde ajustarían cuentas.

- ¿Es este el ajuste de cuentas del que hablabas, Will? - dice, todavía de pie.

- Es lo que es. De rodillas.

Tres minutos antes Hannibal ha abierto la puerta de su consulta y una nueva faceta de Will le ha golpeado directamente en su pølla: está imponente. Si Will cree que no se da cuenta de su manipulación, que lo crea, mejor así. Son el uno para el otro, no puede ser de otra manera.

- Se te agota el tiempo, doctor - sigue diciendo Will -. Arrodíllate y abre la boca.

- Me preguntaba cuándo te decidirías. Si supieses...

- No quiero saber nada. No quiero escuchar nada. Sólo quiero... sentir.

Hannibal se arrodilla frente a Will sin apartar los ojos de los suyos. Queda a una altura perfecta para lo que está deseando que pase. Si Will supiese cuántas veces ha imaginado esto, se detendría, pues estaba cumpliendo en realidad su deseo.

- La boca. Abréla.

Los labios de Hannibal se separan. Aspira, Will ya está húmedo. Los nervios de su nariz conectan directamente con su encéfalo, que transmiten la información directamente a su miembro, endureciéndolo.

- No toques, manos quietas. No te apartes. Te quedarás así hasta que yo quiera. Me vas a calentar la pølla hasta que decida que es suficiente.

Hannibal asiente. Lo que tú quieras, Will, con tal de tenerte dentro. Seré tan paciente como una roca, el tiempo a su lado no es más que un niño.

Will se desabrocha el pantalón y lo baja junto a su ropa interior. El olor del líquido presēminal hace que Hannibal cierre los ojos, registrándolo en su cerebro, en su Palacio Mental. Cuando los abre, Will espera el tiempo suficiente para que ambas miradas se crucen, y sonríe.

- Vas a recordar este momento el resto de tu vida. Ahora, chupa.

Si Hannibal hace algo, o lo hace bien o no lo hace. Su lengua envuelve la punta de Will y la pasa robándole parte del líquido goteante. Quiere más, lo quiere todo. Will disfruta del momento y breves gemidos llenan la habitación, no sólo los suyos, los del propio Hannibal se unen en tan apasionada melodía.

Si Hannibal pudiese tocar.... tomaría las nalgas de Will y empujaría hasta el fondo. Le daría el mejor orgāsmo que haya tenido nunca, demostrándole lo que siente.

- Eres.. joder, ¿cúantas veces has hecho esto? - Will vuelve a mirarle esperando una respuesta que no obtendrá.

Ninguna, piensa Hannibal. Ninguna. Nunca tuve la necesidad con ningún otro hombre. Sólo contigo. Siempre contigo.

- Abre más la boca, joder - Will tiene en su mano un puñado del cabello de Hannibal -.

Y empuja. No es cuidadoso, no pierde el tiempo. Como dijo antes sólo quiere sentir. Los labios de Hannibal en su base son trampas, la garganta de Hannibal en su pølla un lugar del que no quiere salir. Jadea, acercando al hombre todavía más.

- Veámos cuán bueno eres para mí - sentencia Will.

Todo lo que sea necesario, piensa Hannibal. Te tengo, y no pienso soltarte.

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now