Viento y ancla

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#Hannigram #WillGraham #hanniballecter #relatocorto

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#Hannigram #WillGraham #hanniballecter #relatocorto

"En tu corazón he hecho hogar. Entre tus piernas he creado una música que sólo es de las dos. De mis dedos brotan palabras que llevan tu nombre y mi sonrisa es más tuya que de nadie. Eres más que inspiración, y mucho más de lo que soy capaz de mostrarte"

🔥 Viento y ancla 🔥

Quizá el sonido de las llamas crepitando fuerte no eran suficientes para atar a Will Graham al mundo. Tal vez el olor de la comida sobre la mesa, minuciosamente preparada y servida, no era más que un sueño. Cómo saberlo cuando la realidad se escapaba entre tus dedos como el agua, incapaz de sostenerse por sí mismo.

- Pruébala, Will.

Hannibal, consciente del poder que tiene sobre él, le llama sabiéndose viento y ancla al mismo tiempo. Si acaso pudiese recordar, si en su mente quedase espacio para algo más que Hannibal...
No. ¿Acaso deseaba hacerlo?

- Compláceme, querido - insiste.

Voces de hombres y mujeres que sólo viven en recuerdos le acompañan. Will a veces duda de haber vivido siquiera esos momentos, tanto se agolpaba cuando cerraba los ojos que había llegado a odiar quedarse dormido.

- ¿Qué pasará si la como? - pregunta Will sabiendo exactamente la respuesta.

- Dímelo tú -  Hannibal acerca la granada a su boca, brillante.

La fruta lleva el nombre de los dos y de aquellos instantes que Hannibal recordaba bien pero Will no tanto. El desayuno en aquel motel cuando se conocieron. La urgencia de Will al verle esa fría noche. Decenas de sesiones y de palabras susurradas casi suplicando que le viese.

- Hazlo por mí, mylimasis. Por lo que está por llegar y por todo lo que he hecho para estar donde estamos ahora.

Will le mira y se pregunta hasta qué punto le habría amado de haber podido decidir. Cuánto hay de voluntariedad en un amor que antes que amor había sido un juego manejado sólo por uno. Se había entregado a Hannibal porque parte de él sabía que así debía ser. Estaba aquí porque su ser le decía que así era el orden de las cosas.

- Mírame mientras lo hago - le pide.

- Tus deseos son los míos, amado.

El jugo, rojizo, cae por su barbilla mientras la muerde llenándose de ella. Quiere cerrar los ojos pero sabe que de hacerlo podría acabar viviendo en los pensamientos que querían ocuparlo todo.
La sonrisa de Abigail y la forma tan peculiar que tenía de sujetar la caña de pescar.
Podría vivir perfectamente allí, sin más que ella y el lago que en esas ocasiones era de los dos.

- Sigue mi voz, Will. Quédate conmigo.

Siente la mano de Hannibal sobre sus barbilla, sujetándola, mientras con un dedo recoge el jugo y se lo lleva  a los labios. Es casi como besarse y su cuerpo reacciona como sabía ocurriría.

- Te deseo - dice Hannibal, casi imperceptible -. Deja de luchar contra lo que eres y te prometo que no volverás a sentirte perdido.

Los ojos azules de Will parpadean rápido, solo una vez, solo un asentimiento de lo que estaba aceptando. Acerca la fruta a la boca de Hannibal y le invita a unirse al ritual como si fuese una lucha que no estaba dispuesto a perder.

- ¿Me amarías, de seguir en la comodidad de mi ser? - le pregunta.

- Lo hacía entonces y lo sigo haciendo ahora. Te amaría en cualquier forma que tengas a bien mostrarme, y seguiré haciéndolo sea cual sea el desarrollo que nos acontece a los dos.

Un beso hecho de por qués que ahora tienen el principio de todas las respuestas. Lenguas que no callan, que acarician y que buscan no saben qué en la boca del otro. Ha sido tanto tiempo y tanta la incertidumbre que sostenerse en el cuerpo del otro era el punto y seguido a una historia que llevaba meses escribiéndose.

- ¿Y si no sé hacerlo?

Hannibal sonríe. Sienta a Will en el borde de la mesa y besa su cuello.

- Nadie ha nacido nunca preparado para amar y , menos aún, para dejar que le amen. Como si no lo mereciesemos. ¿Qué te parece si lo descubrimos juntos?

El agarre de Will en su pelo instándole a seguir descendiendo es la respuesta que tanto había soñado.

Porque tal vez en el crepitar del fuego Will Graham no había encontrado motivo suficiente para anclarse al mundo, ni tampoco en el recuerdo de la joven Abigail sonriéndole mientras pescaban.
Pero lo había hecho en Hannibal y en la parte de él que sólo era suya.
¿Cómo negarse a ser hogar para los dos?

Hannigram - Cortos -Where stories live. Discover now